16 jul 2020

Evocación del macartismo

Por @ruiz_senior


Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial el comunismo se erigió como una amenaza global poderosísima: primero Stalin se apropió de media Europa y extendió el telón de acero, poco después cayó China y el año siguiente intentaron apropiarse de toda la península de Corea, mientras avanzaba su expansión por Indochina y muchas otras regiones. El propio "bogotazo" y la violencia de esos años forma parte de esa expansión. Como reacción, se produjo en Estados Unidos una movilización popular para expulsar a los comunistas (que ya le habían dado la clave de la bomba nuclear a la URSS) de los cargos públicos y de los medios de comunicación, y defender los valores de la nación, reacción más que razonable y necesaria. ¿No es lo que falta ahora, una respuesta masiva y coherente en defensa de los valores de la libertad, la democracia, la justicia, el bien común, los derechos humanos, la verdad, la racionalidad económica y el acuerdo entre las naciones?

"Sacas", "checas" y otros términos desconocidos
¿Qué ocurrió en España en los años treinta? Un lector colombiano difícilmente podrá responder con mucha información objetiva. Todo lo que le llega es la propaganda comunista. Se supone que cayó la monarquía (sobre la cual los colombianos no tienen ni remota idea y creen, por ejemplo, que algún país sudamericano ha sido alguna vez menos absolutista que la Inglaterra victoriana) y se instauró la república y que cuando ganó la izquierda el fascismo emprendió una guerra civil que finalmente ganó. Al lado del pueblo estaban todos los intelectuales y fueron a combatir al fascismo muchos artistas de otros países, héroes que crearon las Brigadas Internacionales, que hicieron frente al fascismo.

¿Alguien ha oído otra historia?

TODO LO ANTERIOR ES FALSO. La instauración de la república fue un golpe de Estado ilegítimo pues sólo triunfaron los republicanos en unas elecciones municipales y nunca se consultó a los ciudadanos si querían acabar con la monarquía, el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 fue el resultado de un fraude, ese gobierno de socialistas marxistas y sicarios de Stalin empezó a implantar una tiranía de tipo soviético, tal como hicieron después Allende y Chávez, y el detonante de la guerra fue el asesinato por sicarios del Partido Socialista del líder de la oposición, José Calvo Sotelo.

Los generales que se alzaron con Franco eran simplemente personas conservadoras, monárquicas, católicas, etc., que ya veían la persecución totalitaria y que no tenían ninguna relación con el fascismo. La Falange era un grupúsculo de intelectuales sin influencia, y ciertamente el conjunto de los artistas no estuvo con los comunistas, ni muchísimo menos. Las Brigadas Internacionales eran grupos comunistas que intentaban colaborar con la revolución, como se ha visto en toda Hispanoamérica, y sobre todo, en las áreas que cayeron en manos de los comunistas y socialistas, tuvo lugar una orgía de crímenes monstruosos que jamás cometió el franquismo, ni durante la guerra ni después: asesinatos de miles de personas que no tenían ninguna relación con el alzamiento, a las que se sacaba (de ahí las "sacas") de sus casas al amanecer, "cárceles del pueblo" ("checas") en las que se cometían torturas y muchos otros crímenes...

No era la democracia luchando contra el fascismo sino la nación haciendo frente a la tiranía comunista, algo parecido a la historia de Colombia en las últimas décadas.

Hijos de la propaganda
Esa idea de la lucha del pueblo contra el fascismo o de la república contra la tiranía es común en Hispanoamérica, donde la historia se desconoce por completo, pero también era la doctrina de Hollywood: recuerdo haber visto una versión del libro ¿Por quién doblan las campanas?, de Ernest Hemingway, que fue una de las películas más vistas ese año (1943) y tuvo 9 nominaciones al Óscar. Resulta muy gracioso encontrar a la rubia Ingrid Bergman como campesina española, pero era lo que convenía para crear adhesión de los jóvenes a los "idealistas" de la Brigada Lincoln, a la que pertenecía el personaje encarnado por Gary Cooper, y que en realidad era un frente del Partido Comunista estadounidense.

Es verdad que eran los años de la Segunda Guerra Mundial y de la alianza con los soviéticos, la época en que era frecuente escuchar en la radio estadounidense la "Sinfonía de Leningrado" (la Séptima sinfonía de Shostakóvich), pero no se puede negar que la influencia de los comunistas ya entonces era una amenaza.

El caso de la república española es más fácil de detectar para mí, pero sin duda habría muchos otros que demostrarían el uso del cine, la radio y la prensa como medios de propaganda por los comunistas.

No hay que investigar demasiado, lo vemos hoy todos los días en las series de televisión y películas estadounidenses, casi todas obsesionadas con la más obstinada y a menudo delirante propaganda feminista, ambientalista, vegana, abortista y transexualista en una tarea de desmoralización que, mucho me temo, podría tener patrocinadores chinos (no es explicable que asuman tantas pérdidas en producciones propagandísticas como Los cazafantasmas femenino y muchas otras). ¿Qué interés puede tener para Netflix imponer una ideología problemática y contrariar a una parte del público? En el caso de Soros es evidente la conexión con los gobiernos comunistas de Sudamérica, es decir, con el narcotráfico y el régimen cubano, es decir, con Irán.

Seguro que entre los que mandan en las grandes empresas de entretenimiento y de redes sociales hay acuerdos incentivados por grandes poderes, y sólo los chinos cuentan con recursos para eso.

La "caza de brujas"
En Colombia, donde el teatro es tradicionalmente un medio eficacísimo de propaganda y reclutamiento de los comunistas (un amigo iraquí me contó que en Irak era exactamente lo mismo: la universidad, el teatro y el dinero soviético pagando la carrera de artistas militantes), hubo montajes muy trabajados de la pieza de Arthur Miller Las brujas de Salem, que trataba de hacer un paralelo entre la Inquisición del siglo XVII y la persecución que dirigía el senador Joseph McCarthy contra los comunistas.

¿No es maravilloso? Los mismos que aplaudían "el paredón" (a lo mejor ya nadie recuerda el entusiasmo que despertaban los fusilamientos arbitrarios del castrismo en los primeros sesenta) resultaban los defensores de la libertad de expresión, con una naturalidad que se encuentra por todas partes, los mismos asesinos de las FARC, cuyos jefes delatados tuvieron que huir para no terminar respondiendo ante el juez de Nueva York, acusan de narcotraficante a cualquiera que se les oponga. El hecho de que los colombianos se hayan acostumbrado a ese cinismo deja ver una lesión moral gravísima.
Toda la estigmatización que se hizo de McCarthy y sus ideas es obra de los comunistas y sus socios, que ya han convertido en un crimen contra la libertad el hecho de hacerles frente. En la conciencia de un colombiano, el país en el que no se puede pensar libremente es Estados Unidos y el de la libertad es Cuba. El dinero soviético y después el de la cocaína han pagado la propaganda que crea ese tipo humano.

McCarthy y sus actosDe origen modesto y provinciano, Joseph McCarthy llegó a liderar como senador el combate contra el comunismo en el seno de la sociedad estadounidense. ¿Hubo excesos en sus denuncias, interrogatorios y señalamientos? Seguramente, pero según la Wikipedia:
Gracias a documentos desclasificados de archivos soviéticos y descifrados del proyecto Venona de mensajes soviéticos codificados, se descubrió que la Unión Soviética había participado en actividades de espionaje sustanciales en los Estados Unidos durante la década de 1940. La Unión Soviética financiaba copiosamente al Partido Comunista de los Estados Unidos cuyas directrices políticas controlaba, y había acusaciones de que a menudo se reclutaba como espías a los miembros de dicho partido.
Lo cierto es que aparte de los despidos, interrogatorios y arrestos en casos en que hubiera pruebas de implicación en actividades antiestadounidenses, las consecuencias para los acusados no fueron mayores, como para compararlas con las que sufrían las víctimas del comunismo en todo el mundo en esos mismos años, con torturas, ejecuciones extrajudiciales y confinamiento en campos de concentración para millones de personas. Todo lo que han hecho las bandas narcoterroristas en Colombia esmera rutina en el prontuario comunista.

¿Alguien tiene algún recuerdo de esos hechos? Ahora mismo, en el último año, los comunistas han matado a miles de personas en Venezuela sin que esas víctimas aparezcan en los medios, casi ni siquiera en las redes sociales. La demonización de McCarthy es lo mismo que la benevolencia con el comunismo, como si hacer frente a sus propagandistas fuera amenazar la libertad de opinión que precisamente ellos tratan de abolir.

El cinismo del hampa
La noción que cada persona tiene del mundo depende de su medio, cualquiera que acude a una universidad colombiana es comunista, cosa que cada vez es más frecuente en otros países. Pero incluso quienes se consideran ajenos al comunismo no son conscientes de lo monstruoso de su percepción del mundo, como si alguien de una comunidad de antropófagos afirmara detestar la carne humana.

El comunismo es el mayor crimen de la historia, lo es estadísticamente, porque en términos morales podría llegarse a una discusión infinita y ociosa. Ni siquiera el nazismo alcanza las cifras de asesinatos, torturas y demás atrocidades de los comunistas.

Si se juzga objetivamente, sin la falsificación que introducen las nociones de izquierda y derecha, el nazismo no es algo opuesto al comunismo, sino una de sus variantes. Originalmente el NSDAP era también una banda de resentidos para los que era fácil identificar a los judíos con la burguesía (dada la condición urbana y a menudo de empresarios y banqueros de muchos miembros de la minoría judía de Alemania). El desorden de la posguerra fue arrastrando a esa clase de grupos a la demagogia supremacista, igual que en Italia, y a hacerlos atractivos para quienes soñaban con la revancha y para clases medias empobrecidas que veían en la expansión al este una esperanza de prosperidad.

Pero en fin la cuestión que nos plantea el macartismo es la de la necesidad de combatir la ideología comunista como "un crimen colectivo", para usar la definición de Octavio Paz. McCarthy no es el demonio del fanatismo y la intolerancia sino un precursor en una batalla ideológica que por desgracia sigue vigente.

Me llamó la atención descubrir en el blog del exministro Alejandro Gaviria una referencia a un libro sobre el macartismo en el que esa obscena presentación de los genocidas como víctimas de la persecución de unos locos aparece con todo el desparpajo del país del crimen. Me parece que leer esa perla ilustra mucho sobre el personaje y muy poco sobre McCarthy. Es el mismo rector que considera un logro la multiplicación de los cultivos de coca durante el gobierno del que formaba parte, pues a fin de cuentas el enfoque prohibicionista le parece un error y algo que por suerte se superó, alguien para quien la tarea legislativa de los violadores de niños es una conquista de la civilización y que se jacta de su buen trato con alias Pablo Catatumbo, cuya admirable labor legislativo no le impide llegar borracho al Congreso.
Los comentarios de los lectores a esa entrada de Gaviria son de una elocuencia maravillosa: cualquiera que los lea quedará convencido de que Colombia puede darles lecciones de democracia y libertad a los Estados Unidos, y que incomodar a los comunistas es un crimen, un obstáculo a su noble labor. El servilismo típico del país alcanza en el ámbito universitario ribetes cómicos, y la solicitud de los jóvenes ante este rector es como un halo que lo rodea y le permite una actitud majestuosa y como de respetabilidad sobreentendida.

Es posible que el hombre sea candidato para 2022 porque podría resultar aceptable tanto para los afines a Petro como para los que siguen a Fajardo. Nadie debe pasar por alto que en definitiva obra como representante de la mafia cubana. El barniz académico puede hacerlo simpático a las facciones estadounidenses y europeas de la conjura totalitaria, que no sólo obtienen beneficios económicos del narcotráfico gracias a los amigos de Maduro y los cubanos, sino que también colaboran efectuando una especie de "proselitismo químico", pues cuantas más drogas consuma alguien más probable es que se haga votante suyo.

Quienes evalúan los regímenes totalitarios del siglo XX tienden a considerar a la cúpula nazi como una vulgar organización criminal y la ideología como una máscara legitimadora. Eso mismo se puede decir del comunismo y de sus aliados. Juan Manuel Santos no es una persona engañada por nociones ideológicas sino un oligarca desaprensivo cuya alianza con los traficantes de cocaína le deparó poder y reconocimientos. Este ministro suyo es un personaje del mismo jaez.

McCarthy seguirá siendo macartizado, pero al fin la denuncia del comunismo y de sus herederos disolventes e identitarios es la tarea de nuestra época.

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