8 jul 2005

Curiosas variaciones de filántropos

En el artículo de Alfredo Rangel que hoy aparece en El Tiempo, dedicado a la ley de Justicia y Paz y a sus opositores y críticos se echa de menos una mención explícita a las consecuencias obvias de esas curiosas variaciones de esos filántropos.

Es decir, no se llega a leer que puesto que todos ellos quieren que las guerrillas triunfen y saben que para triunfar tienen que matar a mucha más gente, ellos quieren que maten a mucha más gente.

Einstein decía que la humanidad tiene más que temer de quienes alientan y toleran el crimen que de quienes lo cometen, y esa denuncia, esa crítica, esa toma de partido es inexistente en Colombia. "¡Mande usted matar gente tranquilo que nadie le va a reprochar nada en vista del traje de Armani y el anillo de grado que lleva!"

Y entre los que mandan matar gente hay que poner en primerísimo lugar a la burocracia de la ONU, esos Mengeland y Demoyne y Escalofrühling y demás canallas son los verdaderos asesinos, y los asquerosos mamertos que hacen propaganda de las FARC en los foros de El Tiempo son, como los mismos lanzadores de cilindros, otras víctimas. Pobres estúpidos a los que halagan con una ideología que encubre sus ambiciones arribistas y sus rencores para que sirvan de sustento a la mayor industria criminal del continente.

Pero los de la ONU no son tontos ni distraídos, y saben muy bien que mienten.

Voy a copiar una frase del informe de PNUD, es decir, de una agencia de la ONU, publicado el año pasado y muy promovido por El Tiempo.

"[Las concesiones que se deben dar a las FARC] habrán de ser bastante más significativas que las de cualquier acuerdo pactado desde mediados del pasado siglo" [...] pues, "las concesiones no costarían tanto como cuestan hoy los daños".

En contraste, cuando se habla de desmovilizar sin ningún premio a una banda cuya existencia sólo es resultado de la guerrilla, sale el siniestro asesino Frühling diciendo:

"Los procesos de negociaciones para superar el conflicto interno deben siempre estar fundados en la verdad, la justicia y la reparación".

¿Cómo es que no dijo eso hace un año ante el informe de PNUD. Pero ¿cómo es que nadie en la prensa se da cuenta de esas asimetrías?

Es casi ocioso repetirse tanto, pero no he encontrado al primero que haga el menor esfuerzo por demostrar que no es lo que yo digo. ¿Qué responsabilidad va a tener un rústico al que convencen de que gobernar a un país es cosa de echarle agallas y amedrentar al que se atraviese?

Los verdaderos asesinos son los que ayudan a mantener esa trama, pero ante eso la sociedad, incluido el gobierno, se hace estúpidamente cómplice.

Mientras no se recuerde a todo el mundo que esa gente está a favor de que las guerrillas maten a más gente, que la está alentando a hacerlo, seguirá imperando esa forma especialmente repulsiva de la impunidad: esa alevosía, esa avilantez criminal.

Pero señalar esas obviedades en Colombia es como arar en el desierto.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente el ejemplo del informe del PNUD: estas son las perlas que tenemos que exponer sin cesar, hasta que los amiguitos de la guerrilla o se confiesen o se vayan. Pues claro que no se van a retractar, asi que dejo por fuera aquella opcion. Pero hay casos y casos, y no puedo aceptar la tesis de que toda complacencia frente a la guerrilla representa no solo una simpatia, sino una expresion de control remoto sobre la guerrilla. Esto no obstante su aspecto aparentemente metafisico es mas bien una cuestion empirica: la guerrilla obedece las instrucciones de determinadas personas dentro de lo que comunmente se tiene por la elite colombiana, si o no? Yo creo que no. Pues bien, la guerrilla esta alla metida en el monte leyendo prensa con un afan casi semiotico, buscando descifrar las preferencias de la elite o las ONGs en cuanto a su actuacion terrorista? Tampoco, aunque la idea no deja de tener cierta gracia para quienes seguimos valorando la lectura. Que nos queda, entonces? Para mi queda la sensacion, la tesis, de que muchos colombianos con influencia, poder y hasta riqueza estan contentos con la existencia y protagonismo de una guerrilla que hace posible "todo esto," es decir el pais torcido que le ha permitido a estos colombianos gozar de influencia etcetera. No quieren arriesgarse con otro modelo de pais-- pacificado, ordenado, sin las distorsiones que la violencia organizada ejerce sobre el concurso cotidiano de meritos que deberia caracterizar la sociedad moderna. Esto para mi es detestable y no ahorro esfuerzos senyalando los ejemplos con nombre propio cuando puedo. Pero la tesis de que la complacencia ante la guerrilla es lo mismo que asumir un posicion de dirigencia sobre ella raya en la jurisprudencia de Vyshinsky de triste recordacion, y no le jalo.

Ruiz_Senior dijo...

Para Respondón: es facilísimo: la guerrilla obedece las instrucciones de determinadas personas de dentro de lo que comúnmente se tiene por la elite colombiana.

En primer lugar, Guillermo León Sanz, patricio bogotano que supera en autoridad intelectual a todo el secretariado. ¿Qué personas de la alta oligarquía tienen relación directa con Sanz? No lo sabemos, porque el problema de la sociedad jerárquica es que los hilos de la autoridad son invisibles.

Usted entra a la universidad y se prueba de protagonista, orador, teórico y futuro doctor. Por encima de todo eso está su rango social, si es el hijo del presidente, ya tiene su propia facción y puede pertenecer al PC con altísimas posibilidades de entrar en la dirección. Si es feo, provinciano y pobre y tiene las maneras del estrato 2, al monte, a echar plomo para servir de algo a la revolución. Si usted es hijo de un gran señor, pongamos de Caballero o Pombo, puede ser de la línea más difícil de asimilar para la mayoría: si es hábil y los convence será un maestro que los sacó del pozo de la ignorancia, si fracasa, será una persona respetable pero equivocada, a la que en todo caso se deberá lealtad.

Ahora bien, las teorías conspirativas no importan. La importancia secreta de Enrique Santos no puede ser otra que la que tiene como editorialista de El Tiempo y poderoso que designa al editor general (ahora Roberto Pombo, como si Samper hubiera caído en desgracia).

Ahí el problema de la jerarquía es el de la primacía de lo teórico. El comandante de frente obedece a una jerarquía interna de las FARC cuyo organigrama piramidal termina en Tirofijo, el cual ni sabe ni quiere saber qué opina Santos Calderón. Pero a la hora de tomar una decisión del secretariado, la autoridad de un anciano rústico se acaba en la cara que pone, el problema es la jerarquía social.

Si la orden terminante es atacar a cuanto soldado o policía salga de las ciudades pero la estrategia aconseja otra cosa, se obedece pero no se cumple, como en tiempos de Gonzalo Jiménez, se encuentran obstáculos que no permiten matar a ninguno.

Lo que es importante es aquello que hizo célebre en los noventa a Plinio A. Mendoza: ¿hay aliados objetivos de la guerrilla en la Corte Constitucional, sobre todo en la de Gaviria y Cifuentes? ¿Eran aliados objetivos de la guerrilla los fiscales que persiguieron a los generales Millán y Rito Alejo del Río? No entro en la inocencia o culpabilidad de estos militares, sólo hablo de las motivaciones de sus perseguidores.

Lo que no puede tolerarse más es que sea hasta bonito ser comunista ortodoxo mientras que ser guerrillero sea monstruoso. ¿No es la visión que predomina en Colombia? La rutinaria visión clasista que tantas veces he mencionado, según la cual encargar asesinatos es lícito porque lo condenable es ser pobre y sufrido y tener que cometerlos.

Y no otra cosa es lo que hace la izquierda colombiana. Si se mira a su interior, se encuentra el mismo fenómeno de las universidades. Tanto si se piensa en la ONG más blanca y apolítica como si se trata de las mismas FARC.

¿Tienen éstas alguna relación con Redepaz y las demás ONG? Yo creo que sí, que en los ambientes que influyen en la guerrilla siguen predominando las visiones de los doctores de las ONG.

Porque la guerrilla sólo es la expresión armada de la izquierda, y quien mata no son las armas. Se está siempre en lo mismo que publiqué hace ya casi cinco años, en la responsabilidad objetiva de quienes comparten los objetivos de la guerrilla pero no sus métodos (jaja), o no participan en sus acciones (que es como cuando los accionistas de los mataderos van a descuartizar reses).

La complacencia ante la guerrilla es dirigencia sobre ella cuando se concentra poder y rango social. Eso es una verdad de a puño en el terreno de las convicciones y valores, no ciertamente en un tribunal. Es como cuando a un niño lo violan en la clase y el profesor alienta a los violadores. ¿Qué falta le va a hacer? Basta con que no haga nada, basta con que oportunamente le duela la barriga y tenga que dejar la clase al garete en cuanto empieza el alboroto.

Y el ejemplo es generoso: un poder mediático como el de los Santos cuenta más en la sociedad que la guerrilla, y si comparte sus objetivos (en la creación de un sistema político a la cubana, cosa que no Pombo ni Santos Calderón, ni Laura Restrepo ni Caballero han negado jamás), lo mínimo que se puede decir es que es cómplice. Pero como la sociedad les obedece, las órdenes son "permitamos que maten soldados". Hace falta rigor de juez o policía para distinguir entre eso y matar gente.

Y lo mismo se podría decir de las redes de magistrados de la Corte Constitucional. ¿Qué pasa si ante una masacre la policía trata de proteger a los asesinos? ¡Nadie va a atreverse a considerarla cómplice ni menos implicada!

Lo mismo: la mezcla de clasismo y empirismo, las palabras no matan, son las balas obstinadas en no detenerse ante la carne de seres humanos. Sin balas ni objetos afilados seríamos felices. Hay una adivinanza alemana muy apropiada al caso. Dice: "¿A quién muerden los perros? Al último". ¿A quién culpan los colombianos de los crímenes? A los pobres, rústicos y feos que los cometen en el Huila porque en el Caquetá tienen unos padres o unos hijos que morirían si ellos desertaran. Y en el Caquetá quienes aplicarían esa justicia son otros amenazados que de siempre han sido esclavos y son despreciados por todos, con lo que el problema es de quien da las órdenes arriba, y esto siempre lo hacen los clubes de doctores, sean doctores farianos o sean angelitos de ONG.

En otras palabras, quien mata de verdad es la pereza de los colombianos para romper con ese esquema, la incapacidad de desautorizar a los cómplices poderosos del terrorismo. Lo que nadie quiere ser es un pobre de regiones remotas, por eso da igual que los maten a cientos o a miles, por eso, por integrarse entre los protegidos de todo eso, la gente se suma a quienes abiertamente justifican y alientan esos asesinatos.

Es decir, la responsabilidad criminal de Santos y compañía queda un poco diluida. Es como cuando es el cura el que protege a los masacradores (sin que se le pueda excusar en el miedo). También se podría culpar a la religión que le da a ese individuo autoridad para hablar en nombre de Dios.

Lo único claro es que Santos y compañía hicieron presión directa durante todos los años del Caguán para que el gobierno cediera y cediera, cuanto más mejor. Pombo incluso tenía un cargo en el Caguán. Y ciertamente sabían que la capacidad de Pastrana de ceder dependía del poder de las FARC, demostrado en asesinatos y secuestros.

Si eso es dirigir a distancia el terrorismo o no, lo dejo como una cuestión subjetiva. Porque mi alegato no es jurídico. Sólo que si piensas que son distracciones excusables deberías interesarte un poco por los guerrilleros y sus biografías. Aun sus convicciones y demás.

Buena parte de lo mejor de Colombia se perdió en la guerrilla, engañado en la adolescencia por la propaganda de Alternativa. ¿Es honrado venir a culpar a un muchacho de esos y no a quienes le construyeron el fetiche para que lo odiara y halagaron su vanidad para después explotar sus posibles crímenes?

Lo que hace la jurisprudencia de Vyshinsky es el permiso para matar y la sociedad totalitaria. En el mundo abierto siempre podemos discutir esas opciones.

Anónimo dijo...

En lo que dice Ranguel queda planamente claro el poderío de guerrilla, no en lo militar sino en las simpatías que comparte con las jerarquías Colombianas, con ese argumento queda desvirtuad la idea del poderío temible que le querían otorgar a los Paramilitares, aquí el poder es de la guerrilla representado en todo lo que dice Jaime.

No creo que ninguna persona halla ignorado eso después de leer a Ranguel diciendo que no se puede darle el mismo trato a los Paramilitares que a los guerrilleros esos últimos representan mucho poder para el poder o para los poderosos que es lo mismo.