2 sept 2006

La dignidad de la utopía

«No importa que los cubanos vivan y coman peor, si se consigue evitar que un productor de viandas gane más que un médico.»

Esta frase forma parte del impresionante estudio que escribió el profesor izquierdista español Antonio Elorza sobre Fidel Castro y a mí me parece que confirma la idea central que he sostenido sobre lo que significa la llamada izquierda en Colombia: la pretensión de conservar el viejo orden. El caso de Cuba y la eliminación del mercado libre campesino es extremo: ¡a que nadie se figura de qué color es el productor de viandas y de qué color es el médico!
______Pero es sólo un ejemplo de las características del castrismo: ¿alguien se figura que se diga que Cuba era el burdel de los gringos cuando en 1959 había diez mil prostitutas que atendían a los más bien prósperos cubanos y ahora, con menos del doble de la población, hay cien mil que atienden casi sólo a extranjeros, pues los cubanos poderosos tienen acceso gratuito a cuantas mujeres quieran? De algún modo hay que defender la «dignidad», que no es más que el nombre que le pone el matón de familia de lagartos a su privilegio en una sociedad como la colombiana. La degradación de las mujeres cubanas es una forma de «dignidad» que no incomoda a la firme adhesión patriótica de los justicieros de nuestro muladar.
______Exactamente igual que la leyenda del «bloqueo», el «bloqueo criminal» oye uno decir a los más increíbles criminales: ¿hay alguien que haya pensado en la cantidad de inversiones estadounidenses que resultaron sencillamente expropiadas tras la implantación de la dictadura? Sin ir más lejos, el malecón de La Habana. ¿Qué es Latinoamérica? El lugar en el que viene un inversor y deja un montón de dinero hasta que el primer tirano capaz de resistir proclama que eso ya es suyo, con la adhesión de todos los que esperan su parte del botín. Bueno, el botín también incluía las propiedades de los cubanos esforzados y ahorradores: sencillamente la dictadura comunista unipersonal venía a favorecer el ascenso de la basura blanca, que a punta de fusilamientos se apropiaba de los esclavos, de las inversiones extranjeras y de las empresas que había en el país.
______De modo que después de robarle a uno todo lo que invirtió ahí todavía se lo culpa por no dejarse robar más. ¿No es fantástico?
______Quiero registrar esto porque en Colombia hay un rechazo ridículo a los secuestradores y masacradores de las FARC que hace pensar que son distintos a los demás castristas. Son distintos en la medida en que son de un estrato inferior, pero los castristas urbanos y legales no son menos criminales, porque el apoyo a la esclavitud de los cubanos, a la prostitución casi forzosa, al despojo que sufren de mil maneras no tiene moralmente una gran diferencia con secuestrar y masacrar gente. Es más cómodo, eso sí.
______Sólo que cuando hayan pasado unas cuantas décadas y se conozcan los campos de concentración y el resentimiento profundo de las víctimas la gente no pensará en Tirofijo sino en Castro y en sus leales, en su emética «dignidad» y en su prontuario criminal. Las FARC serán, no les quepa duda, un episodio menor en comparación, un corolario natural en un país en el que predomina la misma base social parasitaria que permitió a Castro y afirma los mismos valores del más espeluznante fascismo; para poner un ejemplo, siguen llamando «gusanos» a las víctimas o a los disidentes.
______Condenar a las FARC y no el castrismo se me hace como si en el juicio contra el canalla que violó a una niña de cinco años llegara un agraviado a protestar porque a él le incumplió y no le pagó las deudas de juego. Pero es típico de Colombia, es una forma de «dignidad».

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy curioso el epígrafe. Sobre todo porque sé que una de las crisis que más trasnocha a los funcionarios del régimen de Cuba es el hecho de que los médicos más especializados (mayor experiencia, mayor acumulado de estudio exigente y mayor responsabilidad) ganan menos que los empleados que acceden a las propinas en dólares del mundo hotelero. Los otros que tienen una actividad empresarial que les permite producir 'kilos' para cambiarlos por 'fulas', son los campesinos.
La Cuba de hoy es la negación de prácticamente todos los caracteres que aparecían en la propaganda de Castro cuarenta años atrás. Hay zonas verdes que no se pueden pisar a menos que se exhiba un pasaporte; los extranjeros no hacen cola para entrar a los shopping, ni a tomarse un helado en el Copelia; los medicamentos son gratis si están en inventario, si no, hay que conseguir los dólares para comprarlos; está penalizada la disuasión a la inversión extranjera...
Muchos cubanos racistas (el racismo cubano es el típico de las ciudades colombianas que albergaron grandes cantidades de esclavos para la producción agrícola, al punto de tener mayoría negra, pero clases altas blancas, como Cali, Popayán y Cartagena) deploran que Castro los haya puesto a compartir espacios educativos y productivos con negros, la colonia cubana de Miami recibió con honores a los compañeros de detención de Posada Carriles (en Panamá fueron capturados con explosivos, lo cual al parecer no es delito en ese país) y el embargo - justificado como sanción comercial a las expropiaciones - hace tiempo que nada más tiene implicaciones típicamente bélicas. El exilio cubano en la Florida tiene momentos que hacen que sus hospederos lo vean como El Líbano ve a los palestinos: "pobrecitos, qué justa es su causa, pero ojalá acabe pronto esto a ver si se van y dejan de ponernos a pagar por su problema en nuestro territorio".
Las restricciones de los últimos años han hecho reaparecer formas naturales de rebusque de cualquier economía, aunque a un paso muy lento. Las generaciones de ahora no están familiarizadas con la tienda de barrio (los habitantes de conjuntos cerrados de Bogotá tampoco), ni con la actividad microempresarial. Los que entren a llenar el vacío de poder generado por una eventual caída del régimen van a tener un problema grande tratando de promover actitudes competitivas y de ética empresarial en una juventud inconforme pero sin ganas ni entusiasmo por cosas así de complejas. A menos que la lleven en píldoras, esa es una revolución que también va a costar décadas y abusos; ojalá que no paredones.

Ruiz_Senior dijo...

Jim, dese cuenta de lo que escribe:

Muy curioso el epígrafe. Sobre todo porque sé que una de las crisis que más trasnocha a los funcionarios del régimen de Cuba es el hecho de que los médicos más especializados (mayor experiencia, mayor acumulado de estudio exigente y mayor responsabilidad) ganan menos que los empleados que acceden a las propinas en dólares del mundo hotelero.

¡EXACTAMENTE, eso es lo que dice el epígrafe! ¿Qué es lo curioso? Le voy a contar una cosa personal: yo no era muy anticomunista hace veinte años, pero en un viaje a Berlín tuve que pasar por la entonces RDA y paramos en un restaurante situado al lado de la carretera: era baratísimo, pero los manteles estaban sucios y había montones de moscas. Podrían haberse ahorrado los manteles. Bueno, ¿qué les costaría subir un poco y aun mucho el precio y pagar a alguien para que lavara los manteles o aun servir sin manteles? Ellos no pueden pensar así, les da igual que no haya recursos para mejorar el bienestar de la gente, pues lo que cuenta es la dominación. Sencillamente se impone el deber de poner un restaurante en la carretera y se cumple con esa norma de ponerlo. Si los gobernantes cubanos estuvieran pensando en generar recursos para mejorar la terrible situación de su pueblo, no les importaría cuánto ganan los de las propinas y cuánto ganan los médicos. Bueno, en realidad la medicina es otra farsa: ¿por qué no ponen hospitales para atender a europeos que no pueden pagar ciertos tratamientos en sus países? ¿Por qué no se escapan todos los médicos cubanos que van a Venezuela? Hay un restaurante en la carretera, hay un hombre con una bata blanca que representa al Estado (a Castro) ante los enfermos (como hay otro que lo representa ante los niños). El nivel de su conocimiento médico es otra cosa.

Los otros que tienen una actividad empresarial que les permite producir 'kilos' para cambiarlos por 'fulas', son los campesinos.

En ciertos momentos se les ha permitido, pero después se prohíbe, según la conveniencia del tirano y su séquito. La cita precisamente alude al mercado libre campesino, suprimido en los años sesenta.

La Cuba de hoy es la negación de prácticamente todos los caracteres que aparecían en la propaganda de Castro cuarenta años atrás. Hay zonas verdes que no se pueden pisar a menos que se exhiba un pasaporte; los extranjeros no hacen cola para entrar a los shopping, ni a tomarse un helado en el Copelia; los medicamentos son gratis si están en inventario, si no, hay que conseguir los dólares para comprarlos; está penalizada la disuasión a la inversión extranjera...

No hay que olvidar que entonces Cuba era más rica que Puerto Rico. El dar privilegios a los turistas es forzoso en un país pobre, tal vez sería peor que se pusieran dignos y renunciaran a esa fuente de ingresos. El caso es que Cuba sería un país rico sin esa revolución: nunca fue miserable como la zona andina o Centroamérica.

Muchos cubanos racistas (el racismo cubano es el típico de las ciudades colombianas que albergaron grandes cantidades de esclavos para la producción agrícola, al punto de tener mayoría negra, pero clases altas blancas, como Cali, Popayán y Cartagena) deploran que Castro los haya puesto a compartir espacios educativos y productivos con negros...

En tal caso serán racistas mayores de sesenta años, pues ¿cuándo los pusieron a compartir espacios con los negros? La base social del régimen son esos racistas, exactamente igual que en Colombia la base social de la izquierda son los gomelos que cuando ven a alguien con cara de indio creen que los van a matar (exactamente eso pasó con Garzón en 2002, seguro que Diegoth se acuerda). Y el régimen es más racista que cualquiera de Latinoamérica, ¿o alguien recuerda a algún ministro negro?

la colonia cubana de Miami recibió con honores a los compañeros de detención de Posada Carriles (en Panamá fueron capturados con explosivos, lo cual al parecer no es delito en ese país)

Es lo menos que se puede esperar de unos gusanos despojados. A mí ese procedimiento me fascina: todos los que exigen el castigo de Posada Carriles esperan el premio a Tirofijo. ¿Qué pasa? Lo mismo, lo mismo de Israel: "Si yo te apuñalo es porque soy de los buenos y aparte soy feo y pobre. Si tú me apuñalas es porque eres malo". O mejor dicho, al revés: "Como Israel es una democracia y ha ganado en las guerras y tiene armas nucleares, no tiene derecho a matar civiles, los que no son democracias y han perdido todas las guerras sí tienen derecho a matar civiles, pues, pobres, ni siquiera tienen democracia, y aparte han perdido todas las guerras". Es lógico que en Miami haya muchos simpatizantes de Posada Carriles, ¡y sus crímenes no son comparables a los de Tirofijo porque Castro sí es un tirano y los presidentes colombianos no lo son!

... y el embargo - justificado como sanción comercial a las expropiaciones - hace tiempo que nada más tiene implicaciones típicamente bélicas.

Que consisten en la exigencia de que haya democracia y se respeten las propiedades de los estadounidenses de origen cubano y demás: ¿cómo van a ayudar a Castro a que financie y arme guerrillas en el resto del continente? ¿Por qué van a ser amigos de un régimen así? Lo mismo, como son demócratas, que se jodan, que colaboren con los que no son demócratas porque éstos encarnan la dignidad. Eso, agresores, como Uribe, como Israel...

El exilio cubano en la Florida tiene momentos que hacen que sus hospederos lo vean como El Líbano ve a los palestinos: "pobrecitos, qué justa es su causa, pero ojalá acabe pronto esto a ver si se van y dejan de ponernos a pagar por su problema en nuestro territorio".

Con el pequeño detalle de que muchos de esos cubanos son estadounidenses con más arraigo que una cantidad superior de estadounidenses. Es que EE UU es el país de la inmigración. Y también hay otro elemento: que ningún gobierno los contraría, no sólo por los votos sino también por interés estratégico. ¿Cómo van a estar agradecidos con el tirano que les puso bombas atómicas ahí al frente?

Las restricciones de los últimos años han hecho reaparecer formas naturales de rebusque de cualquier economía, aunque a un paso muy lento. Las generaciones de ahora no están familiarizadas con la tienda de barrio (los habitantes de conjuntos cerrados de Bogotá tampoco), ni con la actividad microempresarial. Los que entren a llenar el vacío de poder generado por una eventual caída del régimen van a tener un problema grande tratando de promover actitudes competitivas y de ética empresarial en una juventud inconforme pero sin ganas ni entusiasmo por cosas así de complejas. A menos que la lleven en píldoras, esa es una revolución que también va a costar décadas y abusos; ojalá que no paredones.

Hay decenas de países que han pasado por eso y más bien hay una experiencia clara al respecto. Lo que se generará será una clase poderosa de estadounidenses y una clase miserable de cubanos. El exilio no va a desaparecer ni a dejar de tener derechos ni de reclamarlos porque a la oligarquía le parezca que la isla es de su propiedad. Los paredones SÓLO los pondrán ellos, pues en caso de triunfo de una rebelión o de transformación gradual, cualquier bando democrático estaría respaldado por EE UU y tendría amplia legitimidad, ¿para qué fusilar gente?

Como Colombia con sus FARC, como Venezuela, el futuro de Cuba es triste, y el antiamericanismo sólo mostrará sus frutos como estrategia del mundo caduco para sobrevivir, no como emulación con un vecino poderoso y radiante. El que las manifestaciones de ese antiamericanismo sean cada vez más grotescas, cada vez más brutales, cada vez más delirantes, cada vez más claramente criminales y funestas para la mayoría de la gente va de suyo. Nada ha hecho más débil a Latinoamérica.

Anónimo dijo...

Los invito a todos ustedes a que se relajen un poco de la mejor manera:

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espero que lo disfruten

saludos Jaime


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