8 oct 2006

Pobres corruptos, tan odiados

Las diatribas contra los «corruptos» han llegado a ser una de las rutinas más lamentables de la vida colombiana: prácticamente todos los «corruptos» han hecho carrera proponiendo medidas contra la corrupción, y es que como no hay nadie que esté a favor de la corrupción, el riesgo de desagradar a alguien es nulo. Entre tanto, esa retórica que no conduce a ninguna parte (por suerte, porque cuando se disfraza de antipolítica no es más que el fascismo ordinario) contribuye a reforzar los sobreentendidos estatistas que son la base de la corrupción. Bueno, esa palabra... ¿Cómo llamar esa rutina que halaga a todos los envidiosos y condena a todos los políticos y gobernantes de otra manera que «corrupción»? No, uno dice eso y todos se escandalizan: la corrupción sólo es aquello que todos sueñan con llevar a cabo y sólo unos pocos pueden y el pesar por ese éxito ajeno convierte en dechado de probidades a cuarenta millones de prohombres.

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