18 nov 2012

La desigualdad educativa

Por @Ruiz_senior

En los años setenta hacía furor el cantante panameño Basilio con una canción contra el racismo cuyo motivo eran dos cisnes, uno de cuello negro y otro de cuello blanco, que se van queriendo y besando. Dejo a los freudianos las interpretaciones sobre el significado de los cuellos de los cisnes y  sobre el "colectivo" al que se halagaba secretamente con la canción, no porque no sean divertidas sino porque no son el tema de este escrito.

 

Pero al pensar en las supuestas diferencias ideológicas de los colombianos me acordé de la letra de esa canción. ¡No hay colombianos de izquierda y de derecha sino simplemente colombianos! Los más indecentes mamertos son sólo ultracolombianos. ¿Dónde encuentra uno a alguien que realmente eche de menos las leyes, que dejan de existir cuando el juez pasa por encima de ellas para proteger un derecho fundamental en ejercicio de la acción de tutela? ¿Y que no se indigne ante la idea de que los recursos que corresponderían a las personas de menos aptitud intelectual u oportunidades de acabar el bachillerato deberían dejar de gastarse en proveer carreras a gente más apta, y por lo general más rica, que a la vez no mejora nada con esas carreras salvo en el "derecho" a disfrutar de rentas estatales? No recuerdo al primero.

Aunque mucho me temo que pronto aparecerá el genio que culpe a la "homofobia" del "conflicto": si los colombianos de izquierda y derecha se fueran queriendo y besando, como los cisnes de Basilio (gracias a la inyección de tolerancia que el progresismo trae), ya hace tiempo habría paz. Esto se me ocurre al recordar lo que escribe este bloguero de El Tiempo. La idiotez de "los bandos de izquierda y derecha", guerrilleros y paramilitares igualmente legítimos o ilegítimos, la encontré en este artículo sobre el fútbol inglés que escribe un periodista que al parecer estuvo en Colombia hace poco.

En otras palabras, no hay una agresión externa, ni selenita ni causada por las ideas de Marx, o aun admitiendo que la haya a partir del imperio castrista, no tendría ningún resultado de no mediar la ideología común a los colombianos. Entre los rasgos de dicha ideología predomina, como he señalado muchas veces, la esperanza de que la educación vaya a mejorar las condiciones del país, por mucho que se demuestre día a día que es del todo contraproducente.

Igualmente común es el anhelo de igualdad, ¿qué importa que la queja contra la desigualdad sea el rasgo característico de los beneficiarios de esa desigualdad, que el Estado la multiplique con el pretexto de remediarla, que haya cientos de miles de empleos públicos destinados a corregirla —noble misión que en la práctica consiste en proveerles rentas a quienes la deploran públicamente, en aras de algún ascenso—, que a partir de 1991 haya aumentado el índice Gini al tiempo que la mitad de los empleados estatales se cuentan entre el 10% más rico de la población? (Los demás son los soldados profesionales, los agentes de policía y las personas que barren las oficinas y sirven tintos. Esa diferencia entre los empleados estatales y los demás ciudadanos no ocurre ni remotamente en ningún país civilizado.) No recuerdo al primer colombiano al que le moleste nada de eso. Las diferencias con los terroristas y sus mentores urbanos son por cuestiones secundarias, a menudo simplemente por los empleos públicos.

Ya no sé cuántas veces habré leído las mismas quejas por la desigualdad educativa que uno encuentra en esta perla aparecida en La Silla Vacía una típica página de "intelectuales" ricos. Lo que sí sé es que NUNCA NADIE se escandaliza por esos discursos, insisto, porque expresan una idea común.
En la ciencia política hay varias metodologías dirigidas a medir la calidad de una democracia. Algunas miden los aspectos electorales, la posibilidad de celebrar elecciones libres y otras de esa naturaleza; unas privilegían la posibilidad de ejercer derechos de contenido político tales como la libertad de expresíón, la libertad de prensa y la garantía de los derechos de la oposición; unas más se detienen en la separación de los poderes como la independencia de los jueces y otras de esa naturaleza. Todas valen pero pocas tan certeras como mirar el tipo de educación que un país ofrece. 
Coincidencialmente se me ocurrió hace pocos días aludir a la calidad de la democracia colombiana al considerar el hecho de que Santos no representa a nadie, no tiene partidarios que hayan votado por él. ¿Tiene alguna relación eso con la acepción de esa idea en el escrito de este mamerto? ¿Qué es democracia? Insisto, mientras en Colombia no se quiera entender que las palabras deben corresponder al diccionario y no a lo que cada uno quiere entender será imposible hacer retroceder la corrupción y la violencia. ¿De qué modo es "el tipo de educación que un país ofrece" un indicador de la calidad de la democracia? ¿Ofrece educación un país? ¿Qué es un país? ¿Qué es "tipo de educación"? Cada idiotez corresponde al juego de mentiras con que estos contrahechos morales parasitan el Estado, robando a los demás colombianos.
Se que los especialistas no le dan a los resultados de las pruebas Saber que el Icfes aplica a los estudiantes de grado 11 un gran valor en términos de medición de la calidad de la educación y que hay otros indicadores que apuntan hacia allá, pero para los efectos de hacer una radiografía del modelo de sociedad que construimos todas las mediciones dan más o menos lo mismo. Las de Icfes en esa materia son absolutamente reveladoras, no por novedosas o sorpresivas, sino todo lo contrario por consistentes y repetidas.  
Los resultados del Icfes, como se les denomina en el lenguaje común, para verguenza de todos, vienen mostrando hace años lo mismo: que si hay algo que profundiza la desigualdad social y regional es el sistema educativo; que si algo consolida una sociedad segmentada, segregacionista y excluyente es la educación que se brinda; que por mucho que estemos pasando de ser un país de renta baja a uno de renta media estamos cada vez más lejos de tener una sociedad igualitaria pero especialmente que no se ha logrado, a pesar de esfuerzos aislados, que la educación se convierta en una prioridad política. 
He puesto en negrita los términos mal escritos o incorrectos en español, para que se vea hasta qué punto los genios que analizan la educación más bien la requieren, pero el nivel del país, no de unos colombianos u otros sino de todos, hace que nadie detecte problemas en esa escritura. Bueno, ¿cuál es el motivo de la queja? ¡Que en los colegios buenos se imparte mejor educación que en los colegios malos! Me gustaría que analizaran algún texto de algún país civilizado en el que a alguien se le ocurra presentar esa queja. ¿No es un límite moral e intelectual que pone a los colombianos prácticamente fuera de la humanidad? A mí me resulta muy penoso tratar de explicar eso. ¿De modo que usted mañana es un multimillonario y paga un colegio en el que trabajan los sabios más ejemplares y eficientes educando niños y alguien viene a reclamar porque sus hijos saben más que los jóvenes que han estado en colegios sin medios en los que los profesores son ignorantes, pederastas y absentistas? Insisto, no es de una facción de los colombianos sino una idea común.

Pero ¿está este pensador admitiendo que con sus charlatanerías y despojos están dejando a Colombia "cada vez más lejos de tener una sociedad igualitaria"? No, es otra endemia colombiana. Fernando Londoño dice "dejamos a los militares sin fuero", "Le entregamos el país a las FARC", y lo primero que pienso es "Viejo malparido, si lo tengo delante le doy su patada en las güevas por descarado", pero es porque me acostumbré a leer textos de otros países. Londoño acusa a Santos y sus cómplices hablando en primera persona plural. Lo mismo hace Héctor Riveros, no es lo que parece: "los mamertos que poseemos el país desde 1991 hemos multiplicado la desigualdad por un tipo de educación que sólo es adoctrinamiento de asesinos", sino que en primera persona plural culpa a los que no son mamertos como él.
Una comparación rápida de los resultados ratifica cosas que ya ser han vuelto lugares comunes como que lo mejores registros se concentran en los colegios a los cuales asisten los niños de los estratos socios económicos más altos, que los colegios que están más arriba son los colegios privados, etc. En Cali, por ejemplo, el primer colegio público aparece en el puesto número 77 y los primeros 30 son colegios de calendario B donde se quedaron los bilingües y a los que solo se accede pagando costosas matriculas. 
Pues qué casualidad, conozco decenas de estudiantes de esos colegios costosos y su nivel de conocimientos corresponde al que tendrían sus coetáneos de los países civilizados que padecen trisomía 21 ("mongolismo" o síndrome de Down). Ya sé que es incomunicable, pero no tengo más remedio que insistir. ¿No es monstruosa la idea de la igualdad educativa? Para los colombianos no. Por ejemplo en Estados Unidos hay personas que obtienen doctorados en el MIT y personas absolutamente ignorantes. ¿No es mucho peor la desigualdad educativa allá? ¡Cada vez que una persona aprende algo está agrandando la brecha que la separa de los que no saben nada! ¿O no? Pero al escribir esto pienso que realmente es imposible entenderlo sin un esfuerzo por limpiarse lo colombiano, cosa que no está al alcance de todo el mundo.

El problema es que no hay estudiantes colombianos que alcancen los promedios de los países civilizados, no que haya diferencias en el nivel de unos y otros. Lo deseable por supuesto sería que las diferencias fueran tan grandes que algunos jóvenes colombianos se contaran entre los de mejor rendimiento en todo el mundo, cosa radicalmente opuesta, antagónica, al anhelo de que todos tengan un rendimiento similar, pero que a oídos de los colombianos suena a injusticia extrema: más cuanta más educación colombiana (valga el oxímoron) tengan, más cuanto más sean parásitos riquísimos que se lucran del llanto por la desigualdad.
Chocó, en forma consistente, en estos cuatros años, ha ocupado el último lugar, así como Bogotá y Bucaramanga han estado en los primeros lugares. La abrumadora diferencia entre los resultados de Medellín y los de los demás municipios de Antioquia ponen a este Departamento en un puesto intermedio de la tabla.

Buenaventura, una ciudad de 400 mil habitantes, del tamaño de Santa Marta, Manizales (que está tercera entre las capitales) o Sincelejo, la misma que vive una crisis humanitaria sin cuento, similar a la que vivía hace 10 años, que era parecida a la que vivía hace 20, si nos atenemos a los resultados del Icfes, tiene la peor educación del Valle.
El Magdalena que ha sido afectado como el que más por la corrupción y la alianza de políticos con organizaciones ilegales es penúltimo en el registro departamental. 
Lo de siempre, las regiones más pobres y atrasadas tienen peor rendimiento, pero los lectores de La Silla Vacía no están pensando en cómo conseguirán que sus propios hijos tengan un rendimiento notable sino en cómo seguirse lucrando de la charlatanería. Ya es darle vueltas a lo mismo, ¿por qué Colombia es un país primitivo y miserable? Sólo por esa ideología común, que no lamenta el rendimiento medio del país en comparación con otros sino la diferencia entre regiones y grupos sociales.
Nada de esto es nuevo. Hay estudios muy serios que detallan el efecto perverso que para la sociedad tiene nuestro sistema educativo en términos de desigualdad y desequilibrio regional. Hay centenares de documentos que muestran todas las evidencias de las diferencias salariales entre una persona que recibió una educación u otra , los que hablan inglés reciben en promedio el 35% más que los que no; las becas para estudiar en el exterior se concentran en estudiantes egresados de universidades bogotanas a las que asisten jóvenes de clases medias y altas; los peores resultados están en las poblaciones afrocolombianas del Pacífico y en el Caribe. En fin, todo sabido, lo sorprendente es que, a pesar de esfuerzos que resultan aislados y quijotescos, los resultados sigan iguales. 
Se le quedó decir que los beneficiarios de dicha desigualdad son los lectores de su artículo, pero ¿cómo comunicar eso? Las diferencias de ingreso en Colombia no tienen que ver con la educación sino con la proximidad a la casta oligárquica que controla el país a través de las sectas comunistas. Conozco personas que ganan sueldos altísimos en el Estado y ciertamente no hablan inglés ni saben nada. Pero ¿ahora será un problema que alguien sepa inglés? Ciertamente la gente de las regiones apartadas o de las clases más desfavorecidas deberían tener más acceso al conocimiento, pero eso no se consigue con la queja profesional porque alguien aprenda, sino precisamente gracias a la mejora del país que comenzaría porque en los colegios se aprendiera algo y no sólo a ser mamerto.
En los países de mayor calidad de vida y mejores niveles de democracia, la educación es un factor integrador. En la educación pública se encuentra toda la sociedad, como diría la fórmula sacramental, sin distingos de razas, credos, origen social, etc, en Colombia es exactamente al revés : la educación es la que divide. La proporción de colegios públicos y privados refleja la calidad del gobierno local. En Bogotá por ejemplo, desde hace unos años se logró que el porcentaje de niños que estudian en colegios públicos sea superior a los que que lo hacen en colegios privados, pero en Cali, para volver con el ejemplo, más del 70 % de las instituciones educativas son privadas.
¿Recuerdan a Evo Morales declarando que Cuba era una democracia? Este párrafo dice lo mismo, Cuba tiene mejores niveles de democracia que Estados Unidos. ¿No? Si el lector hiciera el esfuerzo de suponer que no es colombiano sino que casualmente ha encontrado un rasgo ínfimo de decencia al que aferrarse, podría tratar de responder si esa descripción de la educación pública no corresponde al régimen cubano, mientras que en Estados Unidos ciertamente la educación divide y para estudiar en Harvard o Yale hace falta a la vez tener aptitudes notables y grandes recursos, o una de las dos cosas en proporción excepcional.

Eso porque en la ideología comunista, casi unánime entre los colombianos acomodados por mucho que no lo sepan, "democracia" es sinónimo de "socialismo", de hegemonía absoluta del Estado en la sociedad. ¿O no es un indicador extraño ese de la proporción de colegios públicos? La diferencia entre los colegios públicos y los privados es que en los segundos el adoctrinamiento de Fecode es menos seguro. Ese afán de predisponer contra el saber, ya que genera desigualdad, es típico. En cualquier lugar en el que se detecte la humanización plena sería el anhelo del estudiante, del padre y del maestro aumentar esa desigualdad a su favor. En Colombia no: el mal estudiante de familia de mamertos sabe que al no avanzar nada en ningún conocimiento matemático o de cualquier clase está equilibrando a la sociedad. Claro que después será de la minoría que obtiene el sueldo de decenas de trabajadores por ostentar su buena conciencia, pero al menos en materia de conocimientos se siente justo.
Lo verdaderamente dasalentador de toda la historia es que esta columna pudo haberse escrito hace 10 o 20 años, al tiempo con las que se han publicado esta semana sobre la tragedia de Buenaventura que son idénticas a las de entonces o incluso cuando García Márquez escribió sus primero artículos periodísticos sobre el Chocó que parecen descripciones de la situación de estos días.
¿Es "verdaderamente desalentador"? Yo no lo creo: ese lamento es sumamente rentable, este hombre se gana el sueldo de varias decenas de colombianos a pesar de que no ha aprendido a prestar atención al Word, que habría marcado "primero artículos". Es la forma correcta de prosperar en Colombia: allí donde la humanidad es cabalmente humanidad la gente prospera por prestar algún servicio a los demás en aplicación de algún conocimiento adquirido, en Colombia los ricos despojan a los demás desde el Estado o ambientes próximos gracias a que siempre están quejándose de que sus hijos van a colegios en los que adquieren privilegios: no otra es la trayectoria de Antonio Caballero. Pero, como en la canción de Basilio, no es que haya realmente muchos colombianos que no compartan esos valores y ese estilo. O tal vez sí los hay en potencia, pero están sometidos por la "educación", que sólo sirve para acostumbrar a la gente a tolerar sermones falaces y desvergonzados como ése.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Es que la única manera en que la educación fuera un elemento igualador, sería en un escenario totalmente absurdo:

Primero, se tendría que prohibir cualquier tipo de educación privada. Adicionalmente, tendrían que hacerle una lobotomía a los alumnos excepcionales y asesinar a los retrasados.

Suena estúpido, igual que pretender que la educación sea la vara que mida lo "democrático" que es un país, y no menos estúpido que pretender que la educación sea el elemento "igualador" de la sociedad.

En alguna discusión señalé la imposibilidad de que todos tuvieran las mismas oportunidades, aun suponiendo que toda la oferta educativa fuera pública. Siempre habría alguien que prosperaría y que pagaría un profesor privado de matemáticas para sus hijos ¿Sería esa una ventaja injusta?

Solo en un paraíso democrático como Cuba la gente realmente no puede obtener ventajas derivadas de la educación, precisamente porque TODOS SON IGUAL DE MISERABLES.

Estoy seguro de que el gasto promedio por alumno en los colegios públicos supera con creces el de los privados con resultados similares. Sin embargo, es imposible convencer a cualquier egresado de una universidad colombiana de que el problema no es la falta de recursos destinados a la educación pública. Ni hablar de sugerir que el problema ES la educación pública.

El problema siempre es que el estado no es lo suficientemente grande y que no está dirigido por los iluminados.

Anónimo dijo...

Perdón, "Suena estúpido, igual que pretender que la educación sea la vara que mida lo "democrático" que es un país, y no más estúpido que pretender que la educación sea el elemento "igualador" de la sociedad."

Unknown dijo...

"...en Colombia los ricos despojan a los demás desde el Estado o ambientes próximos gracias a que siempre están quejándose de que sus hijos van a colegios en los que adquieren privilegios: no otra es la trayectoria de Antonio Caballero."

Sería una forma de aquietar sus conciencias, si es que la es. Como lo dije en Twitter, "educación pública, gratuita y de calidad" es tratar de conseguir la cuadratura del círculo.

El estado es tan bueno como lo son sus empleados, y éstos suelen terminar más temprano que tarde sirviéndose a sí mismos antes que a quienes le pagan sus sueldos: los sufridos contribuyentes.