Por Jaime Castro Ramírez
Los asuntos que se refieren a las instancias del poder en una democracia requieren una dinámica de manejo decente y patriótico, es decir que no admiten ninguna forma de alteración de los cánones constitucionales que rigen la sana política de Estado. Y esto no puede ser de otra manera para poder garantizar la independencia de poderes y el respeto mutuo que debe existir entre esos poderes y la trascendencia de sus decisiones.
Las llamadas 16 curules para la paz
Como la generalidad es que la mayoría de lo pactado en el acuerdo de la Habana quedó mal por las excesivas y peligrosas concesiones que les hizo Juan Manuel Santos a sus contertulios, pues el tema de las 16 curules, denominadas “para la paz”, no es la excepción. Se dice en el acuerdo que esas curules son para territorios especiales de paz, valga decir, para los territorios donde las Farc han tenido mayor influencia, y les acomodaron el remoquete ‘seductor’ (que nadie cree) que dizque son curules para las “víctimas”. En estas condiciones, al más desprevenido analista le surge la grande inquietud de que tales curules en la cámara de representantes serán adjudicadas a quienes las Farc indiquen, o dicho de forma clara y sin rodeos, son curules para las Farc.
En el proceso de implementación del acuerdo Santos-Farc, y en base a las serias dudas que conllevan a creer que esas curules no van a ser para las víctimas, el congreso de la república, y específicamente el senado, no aprobó ese proyecto, y en consecuencia fue hundido. Pues resulta que aquí se presenta entonces una muy desafortunada actuación en contra de la democracia y de su independencia de poderes, y esto por parte del gobierno Santos al no respetar esa decisión del poder legislativo acudiendo a argucias jurídicas para tratar de revertir lo actuado constitucionalmente por parte del congreso de la república, lo que consistió en pedirle al poder judicial que desautorice al poder legislativo, es decir, causar un enfrentamiento de poderes y obviamente perjudicando la institucionalidad de la democracia colombiana. Esto es muy grave como actuación de un jefe de Estado.
Se concluye entonces en que el grande interés del presidente Santos porque entren en vigencia esas 16 curules (a pesar de haber sido rechazadas por el Congreso), no es propiamente porque vayan a ser para las víctimas, sino porque él les quedaría mal a las Farc con el compromiso derivado de esa concesión que les hizo (esta concesión y todas las demás incluidas en el acuerdo fueron negadas por el pueblo en el plebiscito, decisión que Santos no acató), Farc que también han estado muy preocupados por la decisión del senado de la república, preocupación que demuestra que esas curules son para ellos, para las Farc, pues no se observa la relación lógica con su preocupación si realmente fueran para sus víctimas, quienes por obvias razones se convertirían en sus enemigos políticos en el congreso de la república.
Si es que tales curules fueran realmente para las víctimas, en el acuerdo Santos-Farc debió haber quedado establecido claramente que las personas postuladas para ejercerlas debían salir de las asociaciones de víctimas de las Farc, y de ninguna manera haber dejado ese procedimiento de definir los candidatos al alcance de las Farc, como ocurrió.
Al hablar de esas 16 curules como están planteadas en el acuerdo de la Habana, en el congreso de la república ¿qué ocurriría entonces?, pues simplemente que las Farc sumarían 21 curules en la Cámara de Representantes: 5 que Santos les regaló de entrada, más estas 16. Esto significa que al ser la cámara de representatividad regional, pues entonces las Farc tendrán poder político en la mayoría de regiones de la geografía colombiana. Pero a esas 21 curules en la Cámara, sumarle 5 curules también regaladas en el Senado, lo que arroja como resultado que empiezan con un acumulado de 26 curules.
Cuántos partidos políticos que han luchado por años voto a voto su tránsito legal por la democracia colombiana quisieran tener esta cantidad de representatividad en el congreso de la república. Esto significa que para las Farc Santos les concedió un muy buen comienzo político para acceder al poder, campaña que ellos harán con el refuerzo de utilizar el ‘argumento’ engañoso de que es el poder por la “paz”. Y esta última es una de las mentiras mayúsculas que el comunismo-socialismo emplea para maquinar la forma de llegar al poder a través del engaño al pueblo, lo que después se convierte en una verdadera pesadilla para el pueblo en todo sentido: acabose político, económico y social, lo que comúnmente se conoce como miseria absoluta que producen esta clase de regímenes.
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