2 ene 2005

Tres clases de colombianos ante Uribe

Los siguientes son comentarios al artículo de D'artagnan de la fecha en El Tiempo.

Yo no creo que el sector de los opositores llegue siquiera al 20 % de la población, pero en todo caso está bien descrito: se trata de los partidarios de las guerrillas, los que se quejan de que se hayan desmovilizado las AUC porque esperaban poderse quejar de los crímenes de esas bandas, los que acudían al Caguán a aplaudir a sus líderes, etc. Ahora con ocasión de la extradición de Ricardo Palmera han salido otra vez al aire.

Haciendo una que otra precisión, se verá que no son otros que los mismos antiamericanos, los mismos lagartos de siempre, los mismos doctorcitos, los descendientes directos de los encomenderos, los que tienen servicio doméstico y nunca han producido nada, los que tienen como principal blasón su "cultura", que no va más allá de las lecturas de Soto Aparicio y Antonio Caballero, y cuando llegan a Jotamario ya se consideran grandes intelectuales. La Colombia eterna, en fin.

El antiuribismo no es más que resistencia de esas instituciones y formas de vida.

Si finalmente se consigue la reelección (probablemente dando un golpe de Estado una vez se produzca el previsible fallo en contrario de la Corte que representa a toda esa gente, golpe que estaría justificado pues el veto al candidato preferido por los ciudadanos sería la suspensión de la democracia), el uribismo pasará a la historia como la verdadera revolución burguesa en Colombia.

Pero lo más probable es que en su desesperación las castas caducas produzcan un derramamiento de sangre peor que el que se ha visto. Ojalá el resto de Colombia esté atento, porque si alguien está dirigiendo eso, si alguien busca a toda costa impedir la derrota de las FARC y el ELN, es la secta oligárquica que dirigen los dueños de El Tiempo. Basta con recordar los cuatro años de apoyo a la infamia del Caguán, el aplauso descarado al fraude del referendo, la campaña incesante de calumnias y desinformación que ha sido toda la presidencia de Uribe, los artíc ulos de opinión abiertamente partidarios del terrorismo, que son la mayoría y el halago de todos los que de algún modo hacen oposición al gobierno.

El único consuelo es que si consiguen arrastrar al país a una verdadera guerra civil, lo más probable es que su imperio decaiga. ¿Se darán cuenta de eso? Es poco probable: tienen instintos esclavistas, realmente no creen que el país que consideran su coto privado va a cambiar para entrar en la civilización. Seguirán convencidos de que tal como es la Colombia que han creado puede haber un país en el mundo, y que alguien puede considerar el ser colombiano como un motivo de orgullo y no como la mayor afrenta que puede encontrar en la vida.

Lo previsible es la deriva delirante de la "información" y la opinión de este diario, y la abierta búsqueda de confrontación y fraude leguleyo para impedir la reelección y el cambio social.

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