22 may 2005

¡Qué alegría produce ver cómo chillan en defensa del delito político!

Al respecto ya escribí un comentario a una columna reciente de Salud Hernández Mora, pero como la cuestión se está discutiendo en el Congreso, y es tal vez lo esencial en este momento, la campaña de calumnias y disparates arrecia.

En primer lugar están las impagables columnas de Ramiro Bejarano, Alfredo Molano y Daniel García Peña (que hay que ver cómo los quiere el dueño de El Espectador) de las que sale que a las AUC se les va a reconocer la condiciòn de delincuentes políticos que precisamente se está levantando en el Congreso y que Savater es un derechista

Por otra parte, más patético, más colombiano en su carácter de pensamiento quintaesenciado, el artículo de López Michelsen en El Tiempo, donde se remite al código penal para demostrar que no se puede acusar a las FARC de terrorismo sin reconocer que hay conflicto armado.

¡Hablaron las leyes, que todo el mundo calle!

Se nota que están desesperados, y eso sólo es prueba de algo que llevo años diciendo: el poder de la izquierda no son las armas de los terroristas ni los recursos del narcotráfico, sino el hecho de que dominan las instituciones de justicia y hasta la redacción de los códigos. Para la moral de los soldados y de la sociedad puede ser muy importante que se capture a Jojoy, pero para la derrota real del narcoterrorismo y de aquello que lo produce es más urgente quitarles el sustento jurídico.

¡Cuánto alivia comprobar que el bando de la gente de bien está acertando!

10 comentarios:

Anónimo dijo...

En cuanto al delito politico, ya se ha discutido bastante sobre la necesidad de quitarle la aureola justiciera a lo de agruparse, armarse, y usando terminos mas actuales y certeros, usar terrorismo, el crimen.

Lo que la legalizacion del delito politico logra es perpetuar y transmitir de generacion en generacion legalmente el derecho al crimen, y ademas premiarlo.

Entonces, ya se ha dado con las anteriores reinserciones, para lo que hoy incluso se les concedio el derecho a hacer leyes y hacer justicia. Queda la situacion que hay mas grupos exigiendo, y con razon, mas de lo mismo. Si se hizo con unos no hay razon de no hacerlo con los demas, maxime cuando la misma poblacion ni esta clara ni madura para decidirse a cambiar.

La pregunta es si se reconoce como delito politico lo de los grupos que ahora negocian, sera para todos los grupos igual? y mas importante cuando y como cambiarlo para que no se perpetue indefinidamente?

Por que no hacer una declaracion oficial al respecto de un plazo que fije que grupos quedan cobijados, esten negociando o no? y a partir de ahi no debe existir ninguna inmunidad que cobije el crimen como politica.

Si esto no se cambia yo me largo y desisto de toda contribucion a lo que sea relacionado a Colombia, porque el unico benficio que saco es que me apliquen lo que a los delincuentes politicos no les aplicaran, sino premiaran. Y como yo muchos lo haran, no lo duden.

Gracias por leerme.

Anónimo dijo...

Otra cosa, debe existir todo el derecho de oponerse y de intentar cambiar un regimen politico, el que sea.

Lo que debe erradicarse es que se use el crimen, las armas, el terrorismo como metodo para lograrlo. Eso requiere cambio y claridad en las leyes. Pero sobre todo requiere que se le aclare a las masas. Lo que implica que se necesita ponerlo en conocimiento a todos los niveles y estratos. Empezando con no dejar estas ideas y discusiones en los foros, blogs o prensa, sino......... llevarlo a la calle.

Ruiz_Senior dijo...

Para MaryT.

Yo creo que esos columnistas miserables mienten cuando hablan de que a las AUC se les reconocerá carácter político. Sería muy tonto el gobierno de presentar una ley al respecto ahora y plantear lo de las AUC como una excepción.

Lo que sí se planteará, supongo, son medidas de gracia. Las mismas que se tomarían en relación con las guerrillas si se avinieran a negociar su desmovilización.

Una de las cosas que más me gustan es ver cómo se delatan como amigos de los terroristas. ¿Qué sentido tiene que ellos justifiquen así lo que hacen las FARC? Pero más allá, ¿qué sentido tiene la oposición a Uribe?

Muy penosos han resultado Pardo, Mockus y Peñalosa sumándose a esas campañas. Unos señores que parecían líderes sólidos y modernos resultan unos verdaderos enanos políticos dispuestos a unirse al coro de los promotores de las masacres para hacer carrera política contra alguien que sí lidera al país.

No sólo es repugnante y escandaloso en cuanto deja ver esa mezcla de primitivismo y estrechez de miras que es tan característica, sino en cuanto uno ve que son además muy torpes. A cualquiera de esos tres señores le bastaría con respaldar a Uribe y hacer frente a la gavilla de calumniadores para resultar respetados por la gente. Pero prefieren agradar a los poderosos, como bien nos explicó un cometarista (Javier) en una respuesta al post de Wilfredo sobre Pardo y Peñalosa. Prefieren fracasar al lado de los criminales que triunfar en el bando de la gente de bien.

Gracias por participar.

Anónimo dijo...

Cierto, la gente de bien esta acertando, y por eso le creo lo que me responde.

Anónimo dijo...

Buenas tardes Jaime, del Respondón. Como buen masoquista me puse a leer las columnas que me recomendaste esta mañana, y claro que me producieron el asco en variedad de sabores. Sigo en la línea de defender a Salud, porque yo tampoco soy un absolutista en cuanto al delito político: creo que hay regímenes ilegítimos contra los cuales uno tiene el derecho de sublevarse, asesinar a sus funcionarios, etcétera. Estoy con Sabater según entiendo sus ideas, es decir que estoy con Uribe. Qué decir, entonces, sobre los columnistas cuya lectura tuve el placer de aguantar esta mañana? No mucho. Salud: excelente, valiente, hasta que me demuestren que miente. López: como dijeron sobre el fingido antiturbayismo de Lleras Camargo, creo que el viejo se está maquillando para su último viaje. Quiere ser recordado como un pensador y como un progresista. Molano: Qué le digo, quiere que Colombia sea gobernada por las FARC. Me sorprendió, eso sí, lo flojo de su contenido, pues un lector no infectado por la enfermedad colombiana de perdonar el terrorismo político estaría de acuerdo con las personas que Molano cita con el propósito de impugnarles sus deseos de romper con la triste historia nacional. Bejarano: para mí es el personaje más execrable de todos, porque gustosamente trocaría vida, honor y bienes (de los demás, claro), no para su propio provecho (lo cual sería entendible, al estilo de Judas), sino para hacerle daño a sus adversarios del momento. Es un ser tan mezquino, que parece caricatura literaria, y de mala literatura.

Anónimo dijo...

Por un lado la postura indulgente con quienes usan las armas, frente al señalamiento de sus supuestos instigadores, suena idéntica a la del comandante guerrillero responsable de haber lanzado un cilindro sobre una casa, quien culpa al "sistema" de haber iniciado esta guerra y todos sus males.
Por otro lado, no hay masacres buenas ni masacres malas. El carácter funcional de un soldado que obedece órdenes de superiores o de su estómago no es extendible al coronel o al gobernador que toma decisiones conscientes que facilitan determinada matanza. Indultar al coronel y matar a García-Peña es un extremismo Plinista.

Ruiz_Senior dijo...

Tengo la impresión de que Respondón es demasiado sibarítico para ser aficionado a la historia. No van bien las dos cosas. Si fuera la música, la poesía o la pintura, sería posible, pero con la historia no. Hay demasiados fermentos, demasiados residuos donde el investigador va a encontrar la verdadera causa de las cosas.

Respecto a Salud Hernández Mora, no tengo el menor interés en ensañarme con ella. Sólo pretendía señalar que eso del delito político es la cuestión de mayor actualidad, y lo es a tal punto que los samperistas y demás fauna están agotando toda la munición dialéctica. Hoy son la Duzán, Benedetti y Rangel, mañana algún otro. Más que el Plan Patriota, la victoria de Uribe es el fin del delito político.

Lo de si es legítimo levantarse contra la tiranía para mí va más lejos. Pongamos que mañana un cubano mata a Fidel Castro: sólo estaría cumpliendo con su deber. La ciudadanía y la democracia nacen del compromiso de todos de matar al tirano, y eso desde la cuna de la democracia. El problema del delito político en Colombia es si es lícito levantarse para destruir las instituciones democráticas e imponerse por el terror. Es decir, reduciendo lo político a una simple instancia moral, el carácter liberticida de una acción delictiva política es el agravante, mientras que el carácter tiranicida es lo que lo hace legítimo. ¿No es algo bastante claro?

Yo me siento increíblemente solo: digo que las guerrillas son la expresión de la sociedad tradicional y de los poderes tradicionales, y todos los días lo encuentro confirmado, como con la campaña de defensa del delito político, pero nadie quiere pensar seriamente en eso. ¿Qué motivos pueden tener López Michelsen, Bejarano, Molano, García Peña, Santos Calderón, Benedetti, Duzán y tantos otros para tratar de impedir que se quite esa infamia de la Constitución?

En ese sentido, la propuesta de Uribe, que seguramente es desarrollada por José Obdulio Gaviria, quien la tomó de Savater, del mayor pensador político del mundo hispánico hoy en día, parece una fórmula del zen. Dentro de esta doctrina las posibilidades de alcanzar la iluminación por acumulación de conocimientos o deducciones, o por continuación de un ejemplo, son nulas. Sólo hay que plantarse frente a la realidad y reconocerla, y para eso se requiere una preparación infinita. La propuesta de Uribe pone de repente, y casi sin darse cuenta, a Bejarano a proteger a las FARC, ¡El ex director del DAS! ¿Qué es lo que hace en su artículo? ¿Qué es lo que hace López Michelsen? ¿Y los editorialistas de El Tiempo? De repente eso que sólo el orate Jaime Ruiz proclama a diario desde hace años sin el menor eco resulta innegable para todo el que sea joven y abierto de mente: la guerrilla sólo defiende un orden antiguo, un orden antiguo que es el que subyace a la sociedad colombiana. Y si realmente el Estado deja de existir para proteger a las castas de dueños de todo, a veces usando a la guerrilla, la derrota de ésta será mucho más fácil.

Eso de que Bejarano es el más execrable de todos me parece a mí puro clasismo. Es verdad que es una especie de sicario sectario, que se hunde hasta la ignominia en los recursos retóricos y que no ve sus limitaciones provincianas, como decir que Savater es de derecha, pero Molano no es menos lagarto ni menos abiertamente promotor del crimen. Lo que pasa es que ahora las FARC están en retroceso y las ambiciones del sociólogo no ven mucho futuro por ahí, pero en tiempos del Caguán... De hecho, son tan característicos: como se ampliaban las facultades de derecho y llegaba gente de estratos inferiores y de las provincias, los verdaderamente patricios se volvieron sociólogos y antropólogos. Pero son lo mismo: también Molano tenía un sueldo fabuloso de Samper, también colocaba a su familia en puestos diplomáticos... García Peña me parece el más hediondo, porque parte de que hay gente que le acepta su moderación y progresismo cuando es otro vocero de la casta que dirige a las FARC. El argumento de que nuestra democracia es mejorable a punta de bala, en aplicación de un principio liberal, habría hecho sonrojar a Bejarano, que dice lo mismo sin llegar a tanta idiotez.

Todos esos personajes son parte de la mala literatura. Los de la capital son un poco más cosmopolitas, pero esa insistencia en dedicarse al crimen es en realidad puro provincianismo. En el blog de un amigo dejé un comentario sobre Chávez y el clasismo de los colombianos. Ahí explico más a fondo eso.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Lo Gracioso es ver como el Viejo López se convierte en Abogado-recurriendo a Códigos penales y las marañas de micos que se desprenden de ellos- para ocultar al Terrorismo. Esa gente cada vez mas queda con pocas mascaras y todo para evitar que su País antiguo lleno de barbaries y atropellos se les salga de las manos.

Anónimo dijo...

"Savater [...] el mayor pensador político del mundo hispano". Si al caso será popular en ventas, pero no es prestigioso insumo de la academia seria. Si se trata de popularidad no supera a Condorito en su influencia y credibilidad. Si se trata de coherencia, le falta y mucha.

Ruiz_Senior dijo...

Le respondo ál último anónimo: si fuera por la academia, sencillamente Savater es catedrático de ética en la primera universidad española. Pero ése es un mundo estrecho y mezquino: ¿por qué no hablar de lo que dicen los pensadores reconocidos, de lo que dicen los intelectuales de otros países? Eso sí, no está con los amigos del narcoterrorismo en Colombia, de ahí que no parezca un "académico" (ni falta que le hace).