Así como en los Balcanes el viajero tendría muchas probabilidades de encontrarse con leyendas de vampiros, quien viajara a Colombia tendría siempre en la cabeza a los tinterillos, a esa especie de pequeños canallas con algunos conocimientos de derecho y sobre todo muchos vínculos con redes de poder, lealtades personales con los que mueven los hilos detrás del escenario, y desparpajo, mucho desparpajo y falta de escrúpulos. Llevan siglos «gobernándonos», y parecen convencidos de que sus trucos y retóricas todavía les pueden asegurar la permanencia perpetua en el poder.
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