Faltan menos de tres meses para que se cumplan treinta años del secuestro de este sindicalista, uno de esos hechos definitorios de la tragedia colombiana posterior. ¡Como no podía ser menos en un muladar en el que todo resulta lo contrario, son sus asesinos quienes ahora claman por Verdad, Justicia y Reparación! Pero ellos mismos no tienen muchas ganas de aportar al menos un poquito de verdad, pues la justicia y la reparación ya quedaron descartadas a raíz de la rendición de una serie de gobiernos corruptos. Pero lo importante ni siquiera es el cinismo de los asesinos sino el apoyo casi unánime que tienen en Colombia entre las clases instruidas, tanto en las fechas en que se cometió en crimen (la famosa audacia de hacer publicidad del M-19 como un insecticida, según los últimos datos, fue respaldada por personas influyentes en la empresa editora del periódico) como ahora. El líder de ese grupo fue el senador más votado entre esos sectores en 2002.
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