Mi anterior post se ocupaba de los desfalcos cometidos por un grupo de profesores de la Nacional, esta vez quiero comentar un artículo aparecido en El Tiempo en el que se pretende defender la labor de esa universidad y echar tierra sobre los hechos denunciados. Sobre todo vale la pena evaluar el valor que tiene su autor para decir las cosas que dice y pensar cuál es el ambiente en el que oír eso no escandaliza. El despliegue de mentiras y disparates es tal que uno no encuentra adjetivos. Sólo nombres: indignidad, falacia. Lástima que en Colombia no falten los pensadores y escritores que creen que esas palabras son adjetivos. ¿Los mismos admiradores del presuntamente rasurado presidente «Lulla»? Por supuesto que sí. Es otro de los aportes de universidades como ésa.
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