Quien se tome el trabajo de leer las páginas de propaganda del narcoterrorismo encontrará en estos días una desagradable algarabía en la que se combinan las lágrimas de cocodrilo por Jaime Garzón, los panegíricos entusiastas de Fidel Castro y la indignación variable por la negociación con las AUC, que va desde la rabia por la supuesta existencia de presiones estadounidenses sobre el gobierno hasta la rabia por el supuesto fingimiento de la situación. Es que la campaña de la posesión de Uribe desgraciadamente no dio resultado y en cambio cayeron varios camaradas que acudían a Bogotá a dar argumentos para la solución negociada. No queda más que mantener vivo el recuerdo de las AUC y del humorista y alentar el mito naciente del hombre que encarna la dignidad de Latinoamérica, a ver si mientras tanto hay algún triunfo que permita albergar esperanzas de alcanzar el puestico diplomático tantas veces postergado.
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