Tratándose de la cuestión principal cuando se habla de política, es lamentable la forma en que se explota la moral a favor de determinadas ideologías o percepciones de la realidad: simplificándola, reduciéndola a un juego infantil de buenos y malos y exigiendo a los demás miras altruistas que hasta ahora sólo han sido la excusa perpetua de toda clase de crímenes. Lo que se detecta detrás de esa clase de manipulaciones es precisamente falta de honradez, de moralidad: un silencio muy sospechoso respecto a los propios motivos morales, por ejemplo cuando se piensa en la labor de Castro, Chávez, Evo Morales, Ahmadineyad, Gustavo Petro y tantos otros progresistas, que por lo demás son casi comedidos en comparación con la impresionante pléyade de dulces redentores que dejó la izquierda democrática en la memoria de la humanidad a lo largo del siglo XX.
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