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Me reafirmo, es muy importante para el país que tanto Romney como Capriles, salgan victoriosos en sus respectivas elecciones.
— Ramiro Castañeda (@ramiroski_) September 6, 2012
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Artículo del día:
CLAUDICAMOS
Por @AdasOz
Mis sospechas han sido confirmadas. Luego de que
Santos admitiera que adelantaba un proceso de negociación con las FARC, y que
tanto él como el grupo terrorista dieran sus respectivos discursos, no cabe
duda de que la negociación ya está pactada y que quienes nos gobiernan en
realidad son las FARC, porque ¿para qué engañarnos si Santos no es más que su
representante? ¿O es que a estas alturas alguien considera que él representa
los intereses de Colombia?
Ya lo había dicho en mi post anterior, pero lo volveré
a repetir. Quizás de esa manera poco a poco vaya calando la idea en la cabeza
de tanta gente incauta, o que sencillamente se niega a creer la realidad a la
que nos ha sometido el presidente y que ha terminado por aceptar el proceso de
claudicación del país. Quien se haya detenido a leer la agenda de los diálogos,
se dará cuenta que absolutamente todos los puntos a tratar han sido exactamente
los que las FARC siempre han buscado imponer en Colombia. Es decir, es su agenda la que se tratará en las mesas de diálogo con el beneplácito de Santos y
por encima de los intereses de la Nación. Por ningún lado se ve que se defienda
el Estado de Derecho, lo que indica que la claudicación fue acordada en dicha
agenda y de ahora en adelante, lo que se deja venir es una serie de ajustes “técnicos”
que permitirán a las FARC terminar de legitimarse para llegar al poder que
tanto han anhelado durante más de 50 años, y así, poderse repartir el jugoso
botín.
No es una coincidencia que tanto Cuba como Venezuela
estén apoyando este proceso, sino más bien es una cuestión de intereses. Cuba,
la dictadura comunista más antigua del hemisferio occidental, no sólo ayudó a crear a las
FARC sino que las ha venido financiando desde sus inicios. Y de la Venezuela chavista
se sabe que los refugia, los financia, los entrena y los dota con arsenal
bélico. Además, no es un secreto que el sueño de Chávez es conquistar
territorio latinoamericano con el fin de imponer para toda la región el modelo
socioeconómico que hoy rige en Venezuela: el socialismo del siglo XXI, que no
es más que un comunismo disfrazado y que se parece mucho (por no decir que es
lo mismo) a lo que busca Castro para
Colombia a través de las FARC. Ahora que estamos en pleno fervor de los
diálogos de paz, y que cada vez somos menos los que nos oponemos a la
claudicación, me retumban en los oídos las siguientes palabras pronunciadas por
Chávez: “las FARC y el ELN no son terroristas sino verdaderos ejércitos y hay que darles reconocimiento”. Y luego dice: “Son fuerzas insurgentes que tienen
un proyecto político y bolivariano que aquí es respetado”. Hoy, esas frases que
en su momento recibieron múltiples críticas, se están convirtiendo en una
abrumadora realidad que parece no tener reversa, y que cuentan con el respaldo
de muchos, pero principalmente del Jefe de Estado, quien ha dicho que a las
FARC hay que creerles que no tienen secuestrados y que no son narcotraficantes.
Con esto, Santos pretende que olvidemos que son criminales y creamos que sus fines son
más altruistas que los de la Madre Teresa de Calcuta.
Todos los que de una u otra manera han aplaudido a
Santos por sentarse a dialogar con las FARC están directamente respaldando a
Chávez y a Castro en su proyecto narco-comunista para Colombia y toda América
Latina. Se ve hasta a los críticos más acérrimos de los regímenes castrista y
chavista celebrar a ritmo de rap fariano la claudicación de Colombia ante sus
más sangrientos y antiguos victimarios, y felicitar al presidente Santos por
tener la generosidad de brindarnos la paz que tanto anhelamos todos. ¡Craso
error! Este proceso se trata de un engaño en el que hemos venido cayendo de
manera cíclica y hasta enfermiza, que lo único que ha conseguido es prolongar la
barbarie y el derramamiento de sangre en Colombia. El proceso de “paz” es pues,
un negocio redondo para las castas que nos gobiernan y por supuesto, para los
terroristas. Ambos se aseguran de forma vitalicia la obtención de las jugosas
rentas a las que no están dispuestos a renunciar. Así es como dentro de 20 años
volveremos a caer en la trampa de un proceso como el que hoy se firma con la
sangre de cientos de víctimas inocentes o con la de verdaderos héroes.
Todos los proceso de paz anteriores sirvieron para
fortalecer a los terroristas y éste no es la excepción a la regla. La
diferencia radica en que ahora las FARC tienen abierto el camino jurídico para
ellos quedar impunes y así lograr la legitimidad que ningún gobierno anterior
les pudo dar, y que les servirá como trampolín para llegar a ocupar cargos
públicos sin el más mínimo asomo de vergüenza o de arrepentimiento. Es lo que
vivimos hoy con los militantes del M-19, pero desafortunadamente pocos lo ven
claramente (o sencillamente no lo ven). El discurso triunfante de Timochenko es
la prueba fehaciente de que la claudicación está pactada y que la patria esta
vez sí podrá ser refundada bajo los parámetros que ellos siempre han exigido.
Colombia ha entrado, sin haber sido esa la voluntad de su gente, a la era del
socialismo del siglo XXI que tanto atraso ha traído para la región.
La oposición a la negociación de la democracia debería
ser unánime, pero cada vez somos menos los que nos oponemos a premiar a los
criminales y que queremos hacer valer las ya deterioradas instituciones y el
Estado de Derecho. Para no ser tan pesimista, pienso que en algún momento
futuro todos los que hoy celebraron la claudicación añorarán el país que
tuvimos entre 2002 y 2010, que sin querer fue entregado a un traidor que
aprovechó nuestra indolencia para dejarnos a merced de sus aliados los terroristas.
Publicamos en Twitter: (@Ruiz_senior)
Perder aposta
En la película Querelle de Rainer Werner Fassbinder le cuentan al protagonista, un marinero, que en el puerto al que van hay un bar en el que se puede jugar a los dados con su dueño, un negro: el que le gane se podrá acostar con su mujer. El que pierda, se tendrá que acostar con él. Y Querelle razona que no faltarán los que pierdan aposta.
Eso es exactamente lo que les pasa a los colombianos con las "esperanzas" de "paz" que les vende el gobierno de Santos y sobre todo su prensa. Ahora uno oye las emisiones televisivas y ve tratados como respetables líderes ciudadanos a los jefes de una banda que castró a un policía delante de sus vecinos, que quemó vivo a un campesino por resistirse a entregar a sus hijos para que los convirtieran en asesinos y carne de cañón para aumentar las rentas de los jefes terroristas y sus promotores urbanos, que con frecuencia utilizó personas bomba y cuanta monstruosidad se pueda concebir para alcanzar una cifra de cientos de miles de personas asesinadas y varias decenas de miles de secuestrados.
Quieren perder aposta porque así pueden seguir en su ensueño de ser buenos ciudadanos progresistas de un país normal, cosa que ya hicieron en los ochenta con el precio de que los peores asesinos son hoy vicepresidentes, alcaldes, congresistas, columnistas y en general líderes de la sociedad. Y naturalmente, una vez ascendidos a puestos de poder, esos criminales se dedicaron a promover a la tropa supérstite para afirmar sus rentas fabulosas y sus lujos. Es decir, las FARC y el ELN sobreviven sólo gracias al poder alcanzado en 1991 por el M-19 y otras organizaciones de asesinos, que se encargaron de perseguir a los militares y a los políticos incómodos al proyecto criminal.
Los asesinos serán después de la claudicación actual, aún más que ahora, el modelo de los colombianos del futuro, y ciertamente desde el poder, al que acceden aliados con Juan Manuel y presentados como buenos ciudadanos por la prensa criminal, seguirán cometiendo iniquidades y extorsionando legalmente. Las víctimas del futuro se lo agradecerán a esa chusma que no vacilaba en calumniar sin cesar a Andrés Felipe Arias y en linchar a cuantos se le pusieran a mano, incluso burlándose de las víctimas como pasó con el Rolex de Fernando Londoño (tema de guasa por semanas enteras en Twitter), y que ahora sigue sonriendo mientras le bate la cola a los nuevos amos. Pero también a los que sin compartir nada con los terroristas (no son mayoría) se dejan embaucar, ansiosos de comodidad y olvido, por la propaganda de los medios.
Lo que llaman "paz" es la consumación de un atraco y el peor crimen ocurrido en el hemisferio occidental en el último siglo. Muchos creen que las víctimas son otros, como de hecho creyeron las víctimas de las últimas tres décadas de "paz" y búsqueda de la "paz". Los que conocen el precio de perder aposta ya no lo cuentan.
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