Por Jaime Castro Ramírez
Introducción
La ficción es un género narrativo que proporciona los medios de crear simulaciones de posibles realidades, es decir que se trabaja en base a escenarios donde se manifiesta el poder de la imaginación. A partir de esta definición de surrealismo que en su verdadera acepción conduciría a lo simplemente irreal, se podría pensar en que ojalá fuera solo ficción lo imaginable respecto al tema de las posibles concesiones políticas que han de plantearse en la mesa de negociación del gobierno con las FARC, y esta gran duda se da en base a la incertidumbre registrada en el preacuerdo en razón a que no se dijo qué es lo ‘no negociable’ por parte del Estado colombiano.
La imaginación podría entonces entrar en acción planteando eventuales riesgos para la democracia colombiana, pues si nos atenemos a lo que dice el refrán, en el sentido de que “todos los caminos conducen a Roma”, para nuestro hipotético caso, lo que podría ocurrir es que los caminos conduzcan al comunismo que ha sido renombrado con el rótulo de “socialismo del siglo XXI” por quien fue aceptado como participante extranjero en la mesa de negociación, sin que el país sepa cuál es la razón valedera (si es que la hubiera) para que este dictadorzuelo aparezca influyendo en las decisiones que allí se tomen.
El comunismo es una forma de organización social, política, y económica, y la expresión ‘comunismo’ es originada en el socialismo, de tal manera que las dos expresiones tienen significado y origen comunes y por lo tanto son formas de identificar esa ideología nacida de Carlos Marx y Federico Engels, en la cual los medios de producción y la propiedad pertenecen al Estado y no a los particulares; lo que trae como consecuencia la desaparición de las posibilidades de progreso económico y social.
Ficción que podría convertirse en realidades
Si el gobierno de Santos, empujado por la hipocresía política socialista que Chávez tiene como objetivo implantar en Colombia, negocia con las FARC los principios tutelares de la democracia, lo que tendríamos sería el siguiente escenario:
1. Un modelo de Estado benefactor que obviamente no resiste la voluminosa carga social que le asignan, porque a la gente no hay que regalarle las cosas sino darle empleo para que las consiga con su trabajo; además, un país llevado a la física inviabilidad política, económica, y social, valga decir a la ruina, como históricamente lo ha demostrado el socialismo como su ejecutoria donde quiera que ha actuado como régimen político de gobierno.
2. La inviabilidad política del país se genera por la pérdida de la independencia de poderes en manos de un solo individuo (dictador) que los manipula a su manera para perpetuarse en el poder a costa de eliminar la democracia, aunque utilice la ‘pantalla’ de hacer elecciones cuyos resultados siempre resultarán a su favor.
3. La inviabilidad económica y social se presenta por la pérdida de los derechos ciudadanos a las libertades individuales, como son: el derecho a la propiedad, la libre empresa y el libre mercado, la libertad a tener un agro productivo en manos de los campesinos propietarios de la tierra, la libertad de expresión, la libertad a vivir informado y sin restricciones, la libertad de prensa, el derecho a la educación sin aleccionamiento ideológico, la libertad de movimiento de las personas sin tener que ser controladas o escuchadas en su privacidad, el respeto a los derechos humanos, etc.
4. Colombia pasaría a la siniestra condición de país paria ante el concierto de las naciones, pues lo primero que pierde es su historia de vocación democrática, y al perder esta identidad se tiene que resignar a una nueva historia marcada por condiciones afrentosas para la sociedad colombiana.
Conclusión
Si al terminar el capítulo que se expone dentro de la escena dedicada a la ficción, aparece que el presidente Santos prefiere que en ese escenario la misma escena se convierta en realidades, pues habría que recurrir a la instancia del legítimo derecho de la ciudadanía a disentir en defensa de su patrimonio democrático; y en tal situación, me atrevería a considerar pertinente reiterar aquí un mensaje de twitter donde dije: “Hay que unirse contra la voluntad presidencial de negociar la institucionalidad colombiana y su democracia”.
Ni la constitución colombiana, ni el polémico “marco jurídico para la paz”, pueden dotar al presidente de la república con poderes omnímodos para decidir un punto tan delicado como sería disponer un destino para el país diferente al que históricamente nos ha correspondido dentro del marco de la democracia. Sin embargo, habrá que estar vigilantes porque Santos dice que “la paz es la victoria”, sin decir a qué precio, y además agrega que “a las FARC hay que creerles”, a pesar de que ellos ‘ambientaron’ las negociaciones afirmando que no son secuestradores, que no son aliados del narcotráfico, y que siempre han buscado la paz. Con las anteriores frases presidenciales pareciera que se está abriendo un paraguas de muy dudosa protección para los intereses de la patria colombiana.
1 comentario:
Que argumentos tan faltos de seriedad, hace falta mucha investigación.
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