1 oct 2012

La indolencia, la principal enemiga de las víctimas del terrorismo

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LA INDOLENCIA, LA PRINCIPAL ENEMIGA DE LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO



Por @AdasOz




Mientras el infame proyecto de claudicación de Colombia avanza y Santos y sus socios de las FARC ultiman detalles en medio de la euforia provocada por el unanimismo mediático, las víctimas del terrorismo van quedando en el más profundo de los olvidos.

Nuestra cotidianidad nos tiene tan acostumbrados a que se produzcan muertes y secuestros todos los días, que ya ni eso nos sorprende, a menos que el muerto o el secuestrado sea un familiar cercano. Muestra que la vida en Colombia está tan subvalorada, que ni siquiera los más allegados a las víctimas se preocupan por exigir que éstas sean recordadas y que en su memoria se haga justicia para que así nadie más tenga que vivir semejante tragedia. Resulta alarmante ver cómo quienes han padecido directamente este flagelo prefieren pasar desapercibidos ante la sociedad para no seguir pasando “vergüenzas” y así poder llevar una vida “tranquila”, en lugar de organizar una gran movilización que ayude a frenar el esperpento que se cuece en secreto desde hace dos años y ahora desde Noruega y Cuba. Y así como ellos dejan de hacerlo, mucho menos lo harán otros por ellos, pues en nuestro inconsciente colectivo no llevamos grabada la honra por la vida, por la libertad y la justicia. No es de extrañar, entonces, que ante la indolencia de la gente los mismos victimarios resulten ser las víctimas o que organicen un negocio que consista en presentar falsas víctimas que demanden al Estado por jugosas sumas de dinero, argumentando desprotección.

Peor es aún, que familiares de las víctimas asesinadas por las FARC u otros grupos narcoterroristas salgan a decir que esperan que esa muerte sirva para alcanzar la paz en Colombia. Es exactamente la misma tesis aberrante de Herbin Hoyos, quien hoy lidera una marcha apoyada incluso por los más fervientes uribistas. ¿Acaso no se dan cuenta de que ese es su negocio y por eso le conviene que el proceso de “paz” produzca más y más muertos? ¡Increíble! Pero bueno, no profundizaré sobre el tema, pues en este blog ya se ha hablado explícitamente al respecto.

En lugar de concederles impunidad y participación política, que entonces justificará todos los crímenes y todas las formas de lucha que han utilizado a lo largo de más de 50 años para sembrar miedo y someternos, Colombia debería tomar el ejemplo de otros países que también han padecido el infame flagelo del terrorismo recordando a sus víctimas y haciendo memoria de lo que han padecido, aplicando la única fórmula exitosa que existe para evitar que se repita la historia una y otra vez. Esa fórmula no es otra que haciendo memoria y rindiendo homenaje a sus víctimas, al mismo tiempo que se aplica la ley y la justicia en derecho sobre los victimarios. Para hacerles entender mejor, les pondré el siguiente ejemplo: El 31 de julio de 2002 un artefacto explosivo fue detonado dentro de las instalaciones de una de las cafeterías de la Universidad Hebrea de Jerusalén, dejando un saldo de nueve personas muertas y  un centenar de heridos. Entre las víctimas había siete ciudadanos israelíes, un estadounidense y un francés. Dicho acto terrorista fue perpetrado por el Movimiento de Resistencia Islámica Hamás, en represalia por la muerte de Salá Shahada, principal dirigente de la rama militar de este grupo terrorista. La administración de la universidad no sólo tardó poco tiempo en reconstruir la cafetería destruida para continuar prestando servicio a sus alumnos y a su personal académico, sino que mandó hacer una placa conmemorativa con el nombre de todas las personas que habían muerto en ese acto terrorista. A día de hoy, diez años después de ese lamentable hecho, la Universidad Hebrea de Jerusalén y las comunidades judías en todo el mundo siguen recordando a esas nueve personas que perdieron la vida y a los cientos de heridos que dejó la explosión. Como ven, en Israel no conocen la indiferencia ante el terror que quieren sembrar sus enemigos y mucho menos salen a premiar a sus victimarios por hacer “justicia divina”. 

Lo mismo pasa con las víctimas del Holocausto Nazi que son honradas en el Museo de la Historia del Holocausto. Allí no se siente vergüenza por las víctimas, no se esconden ni se mimetizan entre la gente para que nadie las señale y tampoco las dejan en el olvido. Es por eso, quizás, por lo que a día de hoy el Estado de Israel es uno de los más seguros del mundo, si no el más, pues para ellos la vida de cada uno de sus ciudadanos es verdaderamente sagrada.

¿Por qué Colombia tiene que ser la excepción a la regla? ¿Por qué permitimos que este gobierno cómplice del terrorismo nos arrodille ante nuestros victimarios pisoteando la memoria de todas las personas que han muerto por culpa suya? ¿Por qué en Colombia permitimos que poblaciones enteras azotadas por el terrorismo permanezcan en el olvido? ¿Por qué permitimos que una persona que pide más víctimas para llegar a la “paz” lidere una marcha en su nombre? Recordemos el caso de Mapiripán, masacre tras la cual se condenó a la Nación y el General Uscátegui resultó injustamente señalado como el principal responsable, el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo produjo falsas víctimas y hoy en el pueblo yace una estatua de un puño izquierdo alzado, que no sólo conmemora víctimas que no existieron sino que muestra el triunfo de la organización criminal sobre el Estado colombiano.

Si bien en cierto que Israel y los líderes de la Autoridad Palestina se han sentado en mesas de diálogo muchas veces, nunca se ha permitido que la agenda árabe se imponga por encima de los intereses del Estado hebreo, exigiendo siempre el cese al fuego unilateral por parte de los fundamentalistas islámicos. En nuestro caso, la “paz” de Santos de ninguna manera representa la agenda de Colombia sino la de los narcoterroristas de las FARC y quien haya leído los puntos a negociar, sabrá que la agenda que se impone es la de nuestros victimarios. Nos arrodilla, nos humilla y pone en el olvido a las víctimas. A estas alturas las víctimas somos todos. ¿Seguiremos avergonzándonos por ser víctimas y nos dejaremos arrodillar, o reaccionaremos de una buena vez y dignificamos las vidas inocentes sacrificadas por tanta indolencia?




Publicamos en Twitter: (@Ruiz_senior)


¿Todos queremos la paz?

La peor enfermedad que tiene Colombia no es el terrorismo ni las mafias del tráfico de drogas ni la corrupción ni el gobierno actual que es la encarnación de todos esos males, sino la confusión de sus ciudadanos, que realmente quieren demasiadas cosas distintas y comparten toda clase de fines contradictorios.

De tal modo, ¿qué dirá el lector respecto a la idea de negociar con los terroristas? Espero que no se apresure a declarar que se opone a que se negocien las leyes con ellos, porque podría entran en contradicción con una conocida columnista del uribismo cuyo escrito aparece reproducido por primero Colombia.

Paloma Valencia Laserna empieza su última columna con esta maravilla:
 
Todos queremos la paz, y por supuesto que es necesaria una negociación para lograr la terminación del conflicto.
¿Qué es lo que se va a negociar? Por supuesto que no se debe negociar la democracia con los terroristas, y como para los colombianos las palabras son indiferentes, no habrá uno solo, ni el mismo Timochenko, que dirá que se está negociando la democracia. Pero es lo único que se negocia y que se puede negociar. No, como dicen, el tamaño de las celdas (trampa retórica con la que se justifica el doble juego oportunista, mezquino y tramposo de los uribistas), porque ya la ley de Justicia y Paz del gobierno anterior ofrecía salidas a los miembros de las bandas terroristas que se desmovilizaran, sino las leyes. La protesta de la señora Valencia es el reclamo de algún tipo de protagonismo personal o partidista en la componenda.

Más grave aún es lo que dice un párrafo de la misma columna:

Sin embargo, para avanzar en el debate, y aceptamos que las ideas de izquierda deben imperar en el país -aun cuando las mayorías no las privilegien-, no hay justificación a que sea una izquierda asesina y narcoterrorista la que tenga la vocería para hacer exigencias. Si de implantar esas ideas se trata sería más sensato otorgarle la vocería y la fuerza política a la izquierda que ha militado en la democracia, que ha buscado espacios políticos con la fuerza de sus palabras y sus convicciones, y no con las armas.
¿Alguien entiende? ¿Por qué van a imperar las ideas de "izquierda" sin ganar elecciones? Pero ¿cuál es la izquierda que ha pedido la desmovilización de las bandas terroristas sin premio? Todos, incluido el Partido Liberal, intentan sacar provecho de la actividad de las FARC y el ELN forzando una negociación.

Es duro decirlo, pero el uribismo forma parte de la misma Unidad Nacional que gobierna aliada con los terroristas y Chávez.

1 comentario:

mundochacalblogspot dijo...

Me quedo esperando un comentario en País Bizarro sobre la muerte del historiador Hobsbawm.