Todas las naciones primitivas, atrasadas o miserables, nociones que tienden a ser sinónimas (salvo por países de escaso peso demográfico con grandes cantidades de recursos naturales), tienen un único camino que consiste en asimilarse a las naciones civilizadas. Ese proceso encuentra infinidad de resistencias y la tendencia es que a un paso que se dé hacia delante corresponda otro atrás: los nacionalismos, los fundamentalismos religiosos, los socialismos y las vías alternas no son más que típicas expresiones de esas resistencias por parte de grupos étnicos o castas que se aferran a los privilegios del viejo orden. Eso mismo ocurre con los totalitarios colombianos, por mucho que la barbarie local permita que muchos crean que el Partido Comunista, padre de las FARC, o la Teología de la Liberación, acompañante del ELN y después de las FARC y muchas otras bandas criminales en toda Hispanoamérica, sean "defensores de derechos humanos".
Pero sería un error inferir de lo anterior que los únicos que expresan esas resistencias son los totalitarios típicos y sus tropas terroristas. La barbarie es propiamente la incapacidad de la sociedad de entender esa necesidad de asimilación. Algunos países lo han entendido, y tienen democracias homologables, sobre todo teniendo en cuenta sus tradiciones. Es el caso de Asia oriental, donde varios países (Japón, Corea del Sur, Taiwan) cuentan con democracias plenas y sociedades prósperas.
En Colombia esa opción de búsqueda de la democracia en el sentido de construcción de una sociedad asimilable a la de los países civilizados tiene enfrente la sociología del esclavismo: la etnia dominante, la minoría que dispone de casi todos los recursos, se niega a ceder siquiera mínimamente en sus privilegios, mientras que la mayoría sometida calla y vive desorientada, toda vez que el poder encuentra en la demagogia y en la promoción del resentimiento (labor en la que fue precedida por los representantes de la Iglesia católica) una forma de orientar el descontento contra el capitalismo, los "ricos" y los Estados Unidos.
La primera suposición que tiene quien se asoma a ver la política colombiana es que hay un bando uribista aferrado a la Seguridad Democrática y otro partidario de la negociación con las FARC. Si eso fuera así, hay que partir de la certeza de que el bando de la negociación es hoy ampliamente mayoritario, no sólo porque la prensa presione continuamente a su favor, sino porque la propia barbarie del país hace que a la gente le parezca más cómodo someterse, como si no fuera lo que ocurrió en los años ochenta con el precio de la violencia de las décadas siguientes.
Y dado que la resistencia a la negociación es minoritaria (el que lo dude puede ir explicando por qué las encuestas mostraban un ascenso de la popularidad de Santos después de que comenzó dicha negociación), las víctimas políticas de la traición de Santos se aferran a cualquier pretexto para la oposición, con lo que el hecho de premiar el crimen y todo el atraso y la barbarie que le asegura a Colombia para las próximas décadas, resulta un hecho tolerable: no faltaría más sino que el líder de la nación colombiana, como llama José Obdulio Gaviria a Uribe, fuera a quedar en minoría. Siendo alguien que está por encima de los partidos, ¿cómo va a ponerse en contra de sus aliados importantes, que abiertamente defienden la negociación (Francisco Santos, Angelino Garzón, Martha Lucía Ramírez y también Juan Carlos Vélez Uribe y un poco más "con la boca pequeña" Óscar Iván Zuluaga)? El Gran Timonel necesita causas unitarias, ¿y qué mejor que un enemigo al que casi nadie defenderá, como Nicaragua o la Corte Internacional de Justicia de La Haya? (Como no es el tema de esta entrada, remito al lector al material enlazado y a este artículo de Jorge Orlando Melo).
En otras palabras, como la defensa firme de la Seguridad Democrática dejaría en minoría a Uribe, tal como ocurría cuando la descarada maquinación con que dejaron impune a Sigifredo López, el Gran Timonel se pone de parte de la mayoría, en una jugada que lo convertirá en poco tiempo en un cadáver político.
En este punto debo volver atrás porque el tema verdaderamente importante es la incapacidad de asimilarse a las democracias avanzadas: ¿cómo será que en todos los países prósperos, ordenados y seguros, hay partidos con idearios más o menos claros? La manía de los uribistas de negarse a ser un partido, presente también en las declaraciones enlazadas de José Obdulio Gaviria, forma parte de esa misma resistencia del viejo orden: a fin de cuentas, los uribistas no pueden oponerse resueltamente a la Constitución del 91, fruto del terrorismo y de una negociación como la que emprende Santos ahora, porque el mismo Uribe la apoyó. La sacralidad del caudillo "suprapolítico" sólo corresponde a la incapacidad de romper con los políticos que promueven el premio del crimen, y la necesidad de encarnar a una mayoría sólo reconocida por la irracional adhesión de la gente al caudillo conduce a no poder oponerse a las causas que la prensa hace populares, o que despiertan resortes fáciles, como el nacionalismo. Para eso no se vacila en mentir, como cuando se atribuye a Santos la responsabilidad del fallo de La Haya. Al respecto, el Polo Democrático presentó una denuncia contra Pastrana y Uribe por el fallo.
En ese orden de cosas se presentan los últimos motivos de descontento contra Santos. Fiel a su pasado sindicalista, el vicepresidente insulta a los empresarios por no ofrecer un aumento mayor del salario mínimo. ¿Cuál es la reacción del Gran Timonel? No dice nada. Sobre lo que sí dice algo es sobre el proyecto de reforma tributaria del gobierno.
Preguntas e inquietudes sobre Reforma Tributaria: Con todo respeto por el Ministro de Hacienda y sin que se haya conocido la ponencia para plenarias de Senado y Cámara:1. ¿Cómo se asegura que el Sena y el ICBF tengan recursos crecientes de acuerdo con el crecimiento de la necesidad del servicio y cómo se les protege contra disminuciones en el recaudo tributario?
El motivo de las inquietudes es que la reforma despierta descontento entre quienes tendrán que pagar más impuestos. La necesidad de financiar el Sena y el ICBF aparece como pretexto para en últimas defender la parafiscalidad, invento colombiano que sólo es expresión de la vieja barbarie del país, tan grotesca e inconcebible en cualquier país civilizado como la Acción de Tutela, el derecho fundamental a la paz y otros prodigios. De lo que se trata es de que quienes trabajan sostengan a los funcionarios, bellamente exentos de impuestos. Sobre esa inquietud de Uribe encontré este texto de la Presidencia: una salvaguarda de la reforma permite asegurar que los recursos de esas entidades crezcan todos los años. No podrá alentarse el descontento entre la populosa burocracia de esas entidades. Mejor otros temas.
2. Los ciudadanos de ingresos entre 3.6 millones y 10 millones viven con enorme estrechez de recursos en relación con sus exigencias de gastos, empezando por educación universitaria, no se les debe incrementar su contribución impositiva.
Se trata de personas cuyos ingresos son entre 6 y 17 veces el salario mínimo, que ganan la inmensa mayoría de los colombianos. ¿Recuerdan que comentaba la cuestión de la asimilación a las naciones civilizadas? ¿Saben cuántos impuestos pagaría una persona que gana esa proporción del ingreso medio en cualquier país europeo o en Estados Unidos? El ministro Cárdenas publica algo maravilloso en su cuenta de Twitter:
Aclaración para @simongaviria :Asalariado de $15mill paga hoy tarifa efectiva promedio 4,8%. Tarifa IMAN para ese rango 7,3% incremento= 52%
— Mauricio Cárdenas S. (@MauricioCard) diciembre 12, 2012
Es decir, a ver si tiene gracia, alguien que se gane 15 millones al mes, 25 veces el ingreso mayoritario, pagará un 7,3% de su ingreso. ¿Se ve el formidable contraste con los países civilizados? En la mayoría, sobre todo en los que tienen un enorme Estado de Bienestar, la proporción del ingreso sería unas ocho veces más alta, no de lo que había antes de la reforma, sino de lo que queda después. ¿Cuánto pagarán pues los que ganan "sólo" seis veces el ingreso promedio? Tal vez una décima parte del porcentaje que pagaría una persona que cumpliera esa condición en un país civilizado.
Al que le interese el tema de la tributación le recomiendo este artículo de Alberto Bernal, del que me permito citar un párrafo muy elocuente.
Al que le interese el tema de la tributación le recomiendo este artículo de Alberto Bernal, del que me permito citar un párrafo muy elocuente.
Me explico. Claramente existen contrastes entre los sistemas que implementan estos países, pero en general, todos estas naciones, que han demostrado una capacidad de crecimiento fuerte en los últimos años, basan su “ideología económica” en los siguientes puntos: (1) estabilidad fiscal a rajatabla, (2) tributar fuertemente el consumo (IVA del 20% o más a todos los productos de la economia), (3) tributar altamente los salarios (57%-63% del salario bruto), (4) no cobrar impuestos al empleo (Dinamarca no cobra parafiscales), (5) muy baja regulación al empleo, que implica que la empresa privada puede contratar y despedir sin costo alguno, (6) desregulación y privatización de los servicios públicos, (7) regulación muy laxa al mercado financiero (ver Finlandia y Dinamarca), y la más importante de todas (8) darle una tasa preferencial de impuesto a la renta para las empresas establecidas en estos países (12.5% en Irlanda).Ya sé que colombianamente ningún uribista, ni siquiera el mismo Bernal, encontrará incompatible la defensa de un modelo tributario como el nórdico y el descontento porque en Colombia se esté pensando en acercar lo que pagan los pocos que ganan decenas de veces lo que la mayoría ¡a una quinceava parte! Pero yo no pretendo disuadir a los descontentos, lo que me entristece es pensar en cuál será la proporción de los colombianos asalariados que ganan más de 3,6 millones y trabajan en actividades propiamente productivas y la de los que son empleados estatales. Lo cierto es que estos últimos son los más activos en política y los que más podrían generarle inestabilidad a Santos: se trata de política mezquina contra los principios liberales y en defensa del mismo sector social que de todos modos es el sustento de la llamada izquierda, aliada del terrorismo.
3. El alivio de parafiscales y salud se debería excluir de los sectores económicos que no lo necesitan como petróleo, hidrocarburos en general, energía, finanzas, actividades inmobiliarias, etc. Liberarlos de estas obligaciones se constituye para el Estado en un gasto muy elevado y para ellos en un beneficio innecesario.
Esto debe entenderse como que una empresa rentable sí debe pagar parafiscales, ¡como si éstos fueran sólo una reducción de sus ganancias y no de las posibilidades de empleo y de los ingresos de los asalariados productivos! Todo es siempre lo mismo: ¿cómo es que en ningún país civilizado se cobran impuestos sobre la nómina? Tanto el empleo como la propia actividad de diversos sectores económicos, que pueden ser rentables, resultarán favorecidos con la desaparición de esos absurdos impuestos. Ni hablar de la noción de "beneficio innecesario".
4. ¿Cómo se garantiza que el alivio para los otros sectores se traduzca en creación de empleo y no solamente en atenuante frente a la revaluación que el Gobierno no ha compensado?
¿Se debe garantizar? Nuevamente se está ante la noción de la economía dirigida. Suponiendo que no se produjera creación de empleo gracias a la reforma, ¿no habría que pensar que las empresas estarían amenazadas sin ese atenuante? La idea de compensar la revaluación daría para muchas discusiones, parece de nuevo acompañar a la pretensión de dirigir la economía. Lo único claro es que la desaparición de un impuesto retrógrado favorece al tejido productivo.
5. Ojalá no se continúe afectando incentivos a la confianza inversionista, que es camino para incorporación de tecnología y por ende de empleo de buena calidad. Recordamos que una cosa es el incentivo condicionado a la inversión, como lo hizo nuestro Gobierno, y otra el riesgo de que la disminución de impuestos y parafiscales no se lleve a inversión y empleo sino a utilidades.
La misma idea del control de las utilidades por el gobierno, sin hablar del mecanismo falaz que conduce del aserto "la disminución de impuestos y parafiscales no se lleve a inversión y empleo sino a utilidades" y "se continúe afectando a la confianza inversionista". ¿Se olvidará que lo que mueve a los inversionistas son las utilidades? ¿De qué modo algo que las alienta puede afectar a la confianza inversionista? Es la perspectiva de obtener utilidades lo que anima la inversión y por ende el empleo, no la buena voluntad de los gobernantes.
6. ¿Cómo se evita que a las personas no les suban el salario por encima de 10 salarios mínimos porque a partir de este nivel el empleador empieza a pagar parafiscales?
Se podría evitar quitando los parafiscales en todos los casos, pero ¿no era lo que despertaba rechazo por la supuesta amenaza para la burocracia? En el mismo sentido, también se podría justificar que en esos casos se cobrara, pues ¿cuántos colombianos pueden aspirar a cobrar más de diez millones de salario? Todo el mundo se queja de la desigualdad pero en cuanto tiene algún ingreso que le da ventaja sobre los demás se aferra a su situación privilegiada. La defensa de esos intereses de los asalariados ricos, en su mayoría parasitarios, se excusa como protección de la clase media. ¿Qué es la clase media? Un colombiano que se gane cien millones al mes podrá considerarse de la clase media, ya que comparado con las rentas que producirán las decenas de miles de millones de dólares de Carlos Slim o Bill Gates su ingreso es miles de veces inferior. Si se pensara en los que están en el medio dentro de la sociedad colombiana, baste pensar que el 80% de los asalariados (ni hablar de los millones que no tienen ningún empleo y cuyos ingresos no llegan al mínimo) gana menos de un millón al mes. La "clase media" que gana entre 6 y 10 millones ¡apenas llega al 0,6 por ciento de los asalariados! Les recomiendo prestar atención a este gráfico.
¿Qué importa que esa "clase media" sea tan pequeña? Lo divertido es que en concepto de impuestos pagan al año trescientos cincuenta mil pesos más. La gente que ganara esa proporción del ingreso medio en un país civilizado pagaría 15 veces más (ver cita de Alberto Bernal), pero a nadie le gusta que le suban los impuestos y ahí hay una causa de descontento que la oposición mezquina y moribunda intenta explotar.
¿Qué importa que esa "clase media" sea tan pequeña? Lo divertido es que en concepto de impuestos pagan al año trescientos cincuenta mil pesos más. La gente que ganara esa proporción del ingreso medio en un país civilizado pagaría 15 veces más (ver cita de Alberto Bernal), pero a nadie le gusta que le suban los impuestos y ahí hay una causa de descontento que la oposición mezquina y moribunda intenta explotar.
4 comentarios:
Tengo sentimientos encontrados con la entrada:
Estoy completamente de acuerdo con su análisis acerca de los parafiscales, las utilidades de los empresarios y la supuesta compensación para la revaluación. Puntos que son, como usted lo señala, una muestra de que en el fondo de su corazón los políticos quieren hacer parecer que son ellos quienes generan empleo y no las personas que producen.
Es imposible encontrar a alguien en Colombia que no esté convencido de que bajar los impuestos es una manera de favorecer a alguien. Es como si estuvieran convencidos de que el Estado es el dueño de las cosas y que permitirle a alguien quedarse con una proporción mayor de lo que se ganaó fuera hacer alguna concesión.
Lo que no me gusta (o no entendí bien) de la entrada es la insistencia en el tema de que en los países civilizados se paga en impuestos una proporción mucho más alta del ingreso de lo que se hace en Colombia.
Obviamente, afirmar que la clase media está compuesta por las personas que ganan entre 3.6 y 10 millones. Pero más allá de eso, lo que podría generar prosperidad es una reducción generalizada de los impuestos y una reducción del Estado (tanto en tamaño como en poder para regular la actividad económica).
Con respecto a este tema, quedé con la sensación de que usted sugiere algún tipo de relación causal entre impuestos altos y civilización y prosperidad.
Sé que no lo dice explícitamente, pero como lo menciona con tanta insistencia, parece sugerir que una muestra de "incivilización" es no tener impuestos altos.
Anónimo, me alegro mucho de encontrar su comentario porque compruebo que hay gente que entiende los problemas y no se aferra a la lealtad partidista con el líder infalible.
La primera razón para defender la reforma del ministro Cárdenas es que no aumenta el recaudo.
Ciertamente es preferible un Estado pequeño, eficiente y centrado en hacer lo que nadie podría hacer en su lugar, como administrar justicia y brindar seguridad. Pero el problema de la clase de tributación se entiende en la cita de Alberto Bernal sobre los países nórdicos.
Es decir, el problema no es que se paguen demasiados o demasiado pocos impuestos, sino que los que se cobran los pagan sólo los productores. La idea que predomina en las democracias avanzadas es un impuesto progresivo sobre el ingreso personal. Ese impuesto suele ser alto, aun cuando el Estado sea pequeño. Pueden ser países sin ningún recurso natural y con grandes gastos en defensa o similares, como Israel o Suiza. En los países escandinavos, donde los impuestos suelen ser tan escandalosos que a la escritora Astrid Lindgren le cobraron una vez más de lo que había ganado, las empresas no pagan impuestos.
El problema de esa tributación colombiana, en la práctica nula para los asalariados ricos, es decir, para los parásitos estatales, pero altísima para las empresas, es que se convierte en una vía de despojo para la gente productiva, no sólo para los empresarios, que sólo tendrían un entorno hostil, sino sobre todo para los trabajadores. Una exacción más cruel cuanto que el salario de la inmensa mayoría es bajísimo.
En otras palabras, los que pagan impuestos son los pobres, si bien eso resulta oculto por la tributación empresarial: lo que se paga en términos de impuesto de renta (creo que se llama así el impuesto de sociedades) y de parafiscalidad va a parar a los lagartos, pero al encarecer los costos de la operación empresarial fuerza salarios bajísimos para la gente que hace trabajos pesados, que podrían vivir mucho mejor si trabajar no fuera lo que se castiga con la tributación.
Dirán que Alemania y Japón cobran impuestos altísimos a las empresas. Pero entre muchos rasgos de esos países destaca que tienen industrias exportadoras formidables que no se pueden trasladar a otros sitios, y grandes capitales propios, por lo que no necesitan con tanto apremio la inversión extranjera, que de todos modos llega.
Entiendo.
A veces pienso que lo de seguir al "líder infalible" es otra manera de desentenderse, un poco como en el culto al Estado. Lo que me sorprende de eso es que la gente sigue esperando que llegue ese líder (o añorando que regrese) o que el Estado empiece a resolverlo todo.
Con respeto a los impuestos, aunque creo que así sea una práctica común en los países ricos, la noción de impuestos altos (independientemente del concepto sobre el que se paguen) me fastidia mucho. Sobre todo porque en países como Colombia significa un gran botín.
Supongo que en esos países la cultura, el arraigo y la (relativa) homogeneidad de la población hace posible poner a disposición del gobierno grandes sumas sin que haya grandes desfalcos. En Colombia eso es definitivamente impensable, por las razones que usted ha descrito en tantas ocasiones.
Obviamente el uso de armas legales en EEUU es un derecho y una necesidad inalienable. Solamente a los totalitarios de paises incivilizados se les ocurririria la abominaciòn de prohibir las armas para civiles en esa gran naciòn democrática.
http://paisbizarro.blogspot.com/2012/12/uribe-contra-la-reforma-tributaria.html#comment-form
Publicar un comentario