El mito del "conflicto"
En la larga entrevista que contesta Enrique Santos Calderón a La Silla Vacía tanto el entrevistador domo el entrevistado parten de unas certezas comunes que son burdas mentiras y que sólo corresponden al espíritu de propaganda de ese medio, que hoy por hoy es más o menos abiertamente órgano de las FARC. Y más aún del hermano mayor de Santos, creador de Alternativa y del M-19, que espera ver a los terroristas convertidos en partido de izquierda radical:
Además, existen unas condiciones sociales y políticas en el país favorables para un movimiento de izquierda radical pero legal, para hacer bolivarianismo por las circunstancias sociales. Un movimiento así puede tener resultados inesperados. Puede ser que esté pensando con el deseo, pero yo creo que este es el momento,sabiendo que va a ser complicado y largo.
Lo que de verdad es interesante es la queja por las circunstancias sociales, parece que estamos en 1973 y todavía vienen los que siempre han despojado al país a soliviantar a sus víctimas: esos tipos como él o como Antonio Caballero no tienen vergüenza, pero es porque Colombia es así: el lamento de la desigualdad es un rasgo de los parásitos que se benefician de ella y la multiplican. No, no es una cuestión de la maldad de los cínicos sino de aquello que permite florecer esa maldad: la indigencia moral e intelectual del ciudadano medio, que se niega a entender que sus benefactores son quienes lo despojan y "compra" un discurso idiota de resentimiento que les permite a los opresores sempiternos hacer de las suyas.
¿Cuáles son esas certezas comunes? La idea de un conflicto de algún modo legítimo entre el Estado y sectores agrarios levantados contra él (es decir, contra Santos Calderón y La Silla Vacía, ¿o cuáles son los usufructuarios del Estado contra el que se levantan?). Eso es completamente falso: las organizaciones terroristas existen porque hubo y hay un partido que desde los años veinte recibió aportes soviéticos y después del éxito de Mao Zedong trató de hacer en Colombia una "guerra popular prolongada" basándose en el desarraigo de la población y la expansión continua de la frontera agrícola, lo que generaba toda clase de conflictos, y ventajas para los que ejercieran la violencia.
Casi todos los que hablan de "paz" asumen esa mentira: la mayoría porque son vocacionalmente clientes del terrorismo, pues para lo que está hecho el hispano es para buscar rentas seguras sin esfuerzo, y gracias a los crímenes terroristas el PCC y sus aliados consiguieron una clientela populosa y riquísima en los servicios estatales: la "educación", la "justicia", etc., y después en los medios de comunicación que propagan la ideología que comparte esa clientela. Pero muchos otros lo creen por pura ignorancia. ¿De dónde van a sacar otra noción de lo que es dicho "conflicto"? Lo último que tolerarían sería que los consideraran de extrema derecha por poner en duda tan bella certeza.
No puede haber "paz" porque no hay "guerra" en el sentido de dos bandos igualmente legítimos. En otro caso, todo esfuerzo de la policía en todo el mundo por capturar a los criminales sería una riña que requeriría reconciliación. Sólo puede haber castigo al crimen y premio. Sólo puede imperar la democracia, es decir, la voluntad de los ciudadanos en las urnas, o la imposición de unos asesinos. Lo que llaman paz es la traición a la primera en aras del interés particular del gobernante y las camarillas que se lucran de su traición.
Breve historia de la paz
Belisario Betancur accedió a la presidencia porque los liberales iban divididos, exactamente igual que Mariano Ospina Pérez, 36 años antes. Si hubiera habido segunda vuelta entonces se habrían ahorrado muchos problemas. Es decir, se habría podido hacer frente al ascenso de los comunistas, siempre minoritarios a pesar del poder fáctico que alcanzaron a partir de la Revolución cubana. El caso es que en cuanto estuvo en la presidencia Betancur trató de ganar gobernabilidad aliándose con los comunistas, lo que tal vez habría conducido a una hegemonía conservadora en un bipartidismo en el que la contraparte era el comunismo. De ahí la extraordinaria disposición a negociar con las FARC y el M-19 en unos términos que después no podría complacer porque necesitaría más control del Estado y la sociedad.
De ese intento de apaciguamiento, que incluyó la amnistía a los presos por robarse varios miles de armas del Cantón Norte (que poco después volvieron a las andadas), viene el extraordinario auge del terrorismo en las décadas siguientes. La Colombia de los años sesenta y setenta no era propiamente idílica, pero ciertamente los terroristas no tenían el poder que alcanzaron a partir de entonces, ni muchísimo menos.
El Partido Comunista llegó a ser en aquellos años de Betancur un partido armado que crecía saludable y robusto: una parte de su organización secuestraba, extorsionaba y controlaba el negocio de la cocaína, y la otra buscaba votos y organizaba huelgas y manifestaciones. Es un método muy eficaz de prosperar para un partido, y si después ocurrieron los asesinatos de... ¿cuántos? (según el público se habla de 1.500 militantes o de muchos más, hasta 6.000) miembros del partido, la gente susceptible de comprar la propaganda terrorista olvida esa graciosa circunstancia. ¿Cuántas personas fueron asesinadas por elementos ajenos al Partido Comunista a raíz de su relación con ese partido o alguno de sus frentes? Según una carta que circulaba atribuida a Pablo Escobar, unos dos mil asesinatos correspondían a una venganza de Fidel Castaño contra el PCC por el secuestro y asesinato de su padre, cosa a la vez relacionada con rencillas relacionadas con el tráfico de cocaína. No creo que sea una fuente fiable: muchísimos cayeron sin duda por conflictos económicos con sus compañeros, pero los demás en todo caso no eran víctimas del sistema democrático, como a partir de entonces pretenden. "El Estado" propiamente no mató a ninguno, y sólo en Colombia se acepta que un delito cometido por un funcionario es responsabilidad del Estado. ¿Algunos militares? Sin duda, pero como mucho habría involucradas algunas decenas de militares en algunas decenas de asesinatos de esa banda.
¿Cuáles son esas certezas comunes? La idea de un conflicto de algún modo legítimo entre el Estado y sectores agrarios levantados contra él (es decir, contra Santos Calderón y La Silla Vacía, ¿o cuáles son los usufructuarios del Estado contra el que se levantan?). Eso es completamente falso: las organizaciones terroristas existen porque hubo y hay un partido que desde los años veinte recibió aportes soviéticos y después del éxito de Mao Zedong trató de hacer en Colombia una "guerra popular prolongada" basándose en el desarraigo de la población y la expansión continua de la frontera agrícola, lo que generaba toda clase de conflictos, y ventajas para los que ejercieran la violencia.
Casi todos los que hablan de "paz" asumen esa mentira: la mayoría porque son vocacionalmente clientes del terrorismo, pues para lo que está hecho el hispano es para buscar rentas seguras sin esfuerzo, y gracias a los crímenes terroristas el PCC y sus aliados consiguieron una clientela populosa y riquísima en los servicios estatales: la "educación", la "justicia", etc., y después en los medios de comunicación que propagan la ideología que comparte esa clientela. Pero muchos otros lo creen por pura ignorancia. ¿De dónde van a sacar otra noción de lo que es dicho "conflicto"? Lo último que tolerarían sería que los consideraran de extrema derecha por poner en duda tan bella certeza.
No puede haber "paz" porque no hay "guerra" en el sentido de dos bandos igualmente legítimos. En otro caso, todo esfuerzo de la policía en todo el mundo por capturar a los criminales sería una riña que requeriría reconciliación. Sólo puede haber castigo al crimen y premio. Sólo puede imperar la democracia, es decir, la voluntad de los ciudadanos en las urnas, o la imposición de unos asesinos. Lo que llaman paz es la traición a la primera en aras del interés particular del gobernante y las camarillas que se lucran de su traición.
Breve historia de la paz
Belisario Betancur accedió a la presidencia porque los liberales iban divididos, exactamente igual que Mariano Ospina Pérez, 36 años antes. Si hubiera habido segunda vuelta entonces se habrían ahorrado muchos problemas. Es decir, se habría podido hacer frente al ascenso de los comunistas, siempre minoritarios a pesar del poder fáctico que alcanzaron a partir de la Revolución cubana. El caso es que en cuanto estuvo en la presidencia Betancur trató de ganar gobernabilidad aliándose con los comunistas, lo que tal vez habría conducido a una hegemonía conservadora en un bipartidismo en el que la contraparte era el comunismo. De ahí la extraordinaria disposición a negociar con las FARC y el M-19 en unos términos que después no podría complacer porque necesitaría más control del Estado y la sociedad.
De ese intento de apaciguamiento, que incluyó la amnistía a los presos por robarse varios miles de armas del Cantón Norte (que poco después volvieron a las andadas), viene el extraordinario auge del terrorismo en las décadas siguientes. La Colombia de los años sesenta y setenta no era propiamente idílica, pero ciertamente los terroristas no tenían el poder que alcanzaron a partir de entonces, ni muchísimo menos.
El Partido Comunista llegó a ser en aquellos años de Betancur un partido armado que crecía saludable y robusto: una parte de su organización secuestraba, extorsionaba y controlaba el negocio de la cocaína, y la otra buscaba votos y organizaba huelgas y manifestaciones. Es un método muy eficaz de prosperar para un partido, y si después ocurrieron los asesinatos de... ¿cuántos? (según el público se habla de 1.500 militantes o de muchos más, hasta 6.000) miembros del partido, la gente susceptible de comprar la propaganda terrorista olvida esa graciosa circunstancia. ¿Cuántas personas fueron asesinadas por elementos ajenos al Partido Comunista a raíz de su relación con ese partido o alguno de sus frentes? Según una carta que circulaba atribuida a Pablo Escobar, unos dos mil asesinatos correspondían a una venganza de Fidel Castaño contra el PCC por el secuestro y asesinato de su padre, cosa a la vez relacionada con rencillas relacionadas con el tráfico de cocaína. No creo que sea una fuente fiable: muchísimos cayeron sin duda por conflictos económicos con sus compañeros, pero los demás en todo caso no eran víctimas del sistema democrático, como a partir de entonces pretenden. "El Estado" propiamente no mató a ninguno, y sólo en Colombia se acepta que un delito cometido por un funcionario es responsabilidad del Estado. ¿Algunos militares? Sin duda, pero como mucho habría involucradas algunas decenas de militares en algunas decenas de asesinatos de esa banda.
A partir de entonces el PCC ha buscado recuperar ese estatus. De no ser por la mala fe de la prensa y la inconsciencia increíble de la gente se vería claramente a ese partido como parte de la misma conjura que las FARC. ¿O quién organizaba a los sindicalistas de Sintraemcali que coreaban las consignas de las FARC en el Caguán? ¿O quién disciplina a los maestros sino el PCC en Fecode? (Sus presidentes, Jaime Dussán, Tarcisio Mora o Gloria Inés Ramírez pertenecen al partido, aunque según conveniencia emprenden otras aventuras, como hizo Angelino Garzón, vicepresidente de la UP). La verdadera separación orgánica entre el PCC y las FARC se reduce a que unos ancianos tinterillos y charlatanes universitarios no serían muy eficaces poniendo bombas.
Es muy posible que muchas tramas periodísticas y muchas conspiraciones políticas que tienen lugar en Bogotá sean planeados por los mismos que planean la estrategia de las FARC. Mientras no se procese al PCC como una organización criminal y no se condene el comunismo como un crimen colectivo (que fue la definición que dio Octavio Paz), tranquilamente podrán seguir sacrificando niños y rústicos como fichas de un ajedrez que juegan con los demás oligarcas (Gilberto Vieira, tal vez el principal estratega del PCC, era amigo íntimo de López Michelsen).
La gran ocasión
La Marcha Patriótica es el proyecto de un partido ligado abiertamente a las FARC con vistas al lavado de activos políticos en forma de reconocimiento institucional: que los billones de la cocaína, la extorsión y la minería ilegal sirvan para comprar votos y hacer proselitismo y las armas con que han matado a cientos de miles de colombianos sirvan para forzar electores desprotegidos. El cálculo del PCC es que ésta es una mejor ocasión que los ochenta porque los millones de Chávez permitieron un control más completo de la rama judicial y la apuesta de Santos lo fuerza a contribuir en dicha labor. El despeje de una proporción enorme del país que exigen dentro de su diseño de nuevo país no tiene otro objetivo.
La perspectiva es que se avance hacia el reconocimiento de las zonas de reserva campesina y hacia una tregua que neutralice cualquier labor militar y policial de control. Nadie duda de que Santos cederá, y la única perspectiva que tendrá Colombia a partir de entonces será un triunfo total de los comunistas, con el peligro de aventuras como la de Camboya (mucho más probable de lo que la gente cree), o un esfuerzo militar y policial muchísimo mayor que el que se ha hecho hasta ahora. La paz de Santos es un crimen tan espantoso que sólo asegura en la próxima década muchos más muertos que en las seis anteriores.
Al que le interese el tema del partido armado le recomiendo este artículo de Alfredo Rangel, del que copio un párrafo:
Es muy posible que muchas tramas periodísticas y muchas conspiraciones políticas que tienen lugar en Bogotá sean planeados por los mismos que planean la estrategia de las FARC. Mientras no se procese al PCC como una organización criminal y no se condene el comunismo como un crimen colectivo (que fue la definición que dio Octavio Paz), tranquilamente podrán seguir sacrificando niños y rústicos como fichas de un ajedrez que juegan con los demás oligarcas (Gilberto Vieira, tal vez el principal estratega del PCC, era amigo íntimo de López Michelsen).
La gran ocasión
La Marcha Patriótica es el proyecto de un partido ligado abiertamente a las FARC con vistas al lavado de activos políticos en forma de reconocimiento institucional: que los billones de la cocaína, la extorsión y la minería ilegal sirvan para comprar votos y hacer proselitismo y las armas con que han matado a cientos de miles de colombianos sirvan para forzar electores desprotegidos. El cálculo del PCC es que ésta es una mejor ocasión que los ochenta porque los millones de Chávez permitieron un control más completo de la rama judicial y la apuesta de Santos lo fuerza a contribuir en dicha labor. El despeje de una proporción enorme del país que exigen dentro de su diseño de nuevo país no tiene otro objetivo.
La perspectiva es que se avance hacia el reconocimiento de las zonas de reserva campesina y hacia una tregua que neutralice cualquier labor militar y policial de control. Nadie duda de que Santos cederá, y la única perspectiva que tendrá Colombia a partir de entonces será un triunfo total de los comunistas, con el peligro de aventuras como la de Camboya (mucho más probable de lo que la gente cree), o un esfuerzo militar y policial muchísimo mayor que el que se ha hecho hasta ahora. La paz de Santos es un crimen tan espantoso que sólo asegura en la próxima década muchos más muertos que en las seis anteriores.
Al que le interese el tema del partido armado le recomiendo este artículo de Alfredo Rangel, del que copio un párrafo:
Esta exigencia de la guerrilla [laz ZRC] es consistente con su visión estratégica sobre los diálogos de paz, y que el Gobierno parece no haber entendido. Para las FARC la eventual firma de un acuerdo de paz no significa la entrega de las armas –a lo que se niegan absolutamente–, ni su dejación automática. Para la guerrilla a partir del acuerdo se abriría un período de muchos años de duración durante el cual el Gobierno cumpliría los compromisos pactados y ejecutaría íntegramente todos y cada uno de los acuerdos. Las FARC mantendrían en su poder las armas, sin dejar de usarlas, y se replegarían para asentarse precisamente a esas jurisdicciones especiales. Allí compartirían el monopolio de las armas con el Estado y se establecería una especie de poder dual o cogobierno entre el gobierno nacional y la guerrilla. Insistimos, en cerca de la mitad del territorio nacional.
En la otra mitad estaría el partido encubierto en un laberíntico Trust Münzenberg (como ya está), que obtendría un poder creciente, cada vez más hegemónico, gracias a los negocios ilegales que explotaría en esas zonas. El mismo temor expresa el expresidente Andrés Pastrana:
Una amnistía no es conveniente. Que las Farc hagan política, bienvenido, pero antes de hacerla deben entregar las armas y acabar su relación con el narcotráfico. Lo que no puede pasar es que se haga política con un ejército armado y financiado por el narcotráfico.
Al paso que vamos, hasta los noruegos temerán hacer el ridículo dándole el Nobel a un personaje que abriría el camino inmediatamente a la multiplicación de los crímenes. Y es una circunstancia delicada para Santos. Ya hace tiempos señalo esa potencialidad del crimen y del Estado: hoy por hoy el gobierno colombiano es un apéndice de la banda terrorista, dedicado a sobornar a la prensa para que oculte los asesinatos y promueva la retórica de la paz, y a gastar recursos comunes en hacer elegir a sus candidatos, como Petro. Eso genera grandes recursos a los funcionarios y personajes así, pero a la larga conduce a una situación insostenible. ¿Qué hará Santos? ¿Se pondrá bravucón o será directamente el presidente de las FARC? Claro que en Colombia reina el servilismo, pero ¿cuántos afiliados de Fenalco y cuántos militares estarán dispuestos a sostener a Santos en esa situación? En principio es fácil sobornar a los dirigentes gremiales y a los altos oficiales (como los canallas que ayudan a matar a sus subalternos alentando a los jefes de los asesinos en La Habana), pero el descontento a alguna hora cundirá.
Por lo demás, el esfuerzo de Santos por complacer a los terroristas, como era previsible, los ha envalentonado. Al principio lo presionaban diciendo que las FARC ya estaban derrotadas, ahora lo tratan con desprecio porque no seguirlas favoreciendo sería hacer el ridículo y reconocer el fracaso. Lisandro Duque, un cineasta que a la vez es columnista de El Espectador, señalaba esto el domingo:
Por lo demás, el esfuerzo de Santos por complacer a los terroristas, como era previsible, los ha envalentonado. Al principio lo presionaban diciendo que las FARC ya estaban derrotadas, ahora lo tratan con desprecio porque no seguirlas favoreciendo sería hacer el ridículo y reconocer el fracaso. Lisandro Duque, un cineasta que a la vez es columnista de El Espectador, señalaba esto el domingo:
Yo, sin embargo, no le veo a Juan Manuel Santos madera para zanjar esos diálogos por las buenas. En su estructura mental parece no tener cabida la posguerra. Y menos con ese empeño suyo de no asustar a las tías uribistas. Él vio muy mamey el asunto, pues arrancó las conversaciones bajo el equívoco de que su contrario estaba con urgencia de rendirse, lo que supuestamente haría en agradecimiento por unas curules. Pero no pintan así las cosas, y no porque esa organización esté atrincherada en posiciones maximalistas. Aun así, cuanta propuesta plantea —y no obstante no parecerle extrema a enormes sectores de opinión ni a los propios negociadores del Gobierno—, le resulta demasiado transgresora a una clase dirigente premoderna y confesional.
Uno de los argumentos con que el mismo personaje presionaba a Santos (en una carta de la que sólo recuerdo que la firmaba Óscar Collazos) era exactamente ése: que las FARC ya no iban a pedir otro Caguán. Ahora es de lo más urgente someterse a sus dictados. Claro que el personaje compartía con alias Alfonso Cano la dirección de la Juco, lo que nos devuelve al principio: es el mismo partido y sus mentiras son una parte de la conjura criminal más importante que las armas.
Avanzan hacia el poder total, ¿habrá suficiente civismo para exigirle a Santos que suspenda las negociaciones. En mi opinión, lo más urgente es hacer a un lado la obsesión con los líderes políticos, que aún no dicen claramente si apoyan o rechazan la negociación. Uribe produce la impresión de que la rechaza, pero ¿no promueve a Francisco Santos que la apoya? No recuerdo a nadie que me haya querido explicar eso. Ni siquiera Uribe ha negado que habría firmado esa negociación, como dice su protegido.
No se trata de quién ocupa los cargos, sino de qué quiere el ciudadano. Por no haber hecho nada durante casi tres años de infamias de este gobierno, en espera del gesto del Gran Timonel, es por lo que se ha llegado a esta resurrección en toda regla del partido armado, más ambicioso y descarado que nunca.
Avanzan hacia el poder total, ¿habrá suficiente civismo para exigirle a Santos que suspenda las negociaciones. En mi opinión, lo más urgente es hacer a un lado la obsesión con los líderes políticos, que aún no dicen claramente si apoyan o rechazan la negociación. Uribe produce la impresión de que la rechaza, pero ¿no promueve a Francisco Santos que la apoya? No recuerdo a nadie que me haya querido explicar eso. Ni siquiera Uribe ha negado que habría firmado esa negociación, como dice su protegido.
No se trata de quién ocupa los cargos, sino de qué quiere el ciudadano. Por no haber hecho nada durante casi tres años de infamias de este gobierno, en espera del gesto del Gran Timonel, es por lo que se ha llegado a esta resurrección en toda regla del partido armado, más ambicioso y descarado que nunca.
4 comentarios:
Queda no mucho más que un par de años para poner las cosas en orden y emigrar (cuando todavía se pueda).
La civilidad individual es irrelevante cuando ya todo el mundo ha sido convencido/adoctrinado de que se está haciendo lo correcto. La gente está convencida de que no estar de acuerdo con semejante cosa es ser de "ultraderecha". El video que enlazó @AdasOZ es aterrador, pero a la tribuna le parece una muestra de "civilización" e integración.
Ya convencieron a la gente de la parte más difícil. Lo que sigue es definir los detalles del abuso.
Anónimo, esa percepción de unanimidad en torno a la retórica terrorista es muy típica de Bogotá y de las clases acomodadas, la gente más modesta y sobre todo la de otras regiones no come cuento tan fácilmente.
Lo que no hay es un partido decente, un programa, una propuesta, unos líderes. De eso no hay nada. Es eso lo que falla. Mayorías hace mucho tiempo que hay en el rechazo al terrorismo, pero todo lo encauza el uribismo hacia alguna forma de complicidad con las camarillas politiqueras. Basta ver que promueven a Francisco Santos, que apoya la negociación, o a Angelino Garzón, que además fue jefe de las FARC.
Se necesita mucha mala fe o daño cerebral si todavía se tienen dudas acerca de que esta vez vienen por todo con mucho más ímpetu y mucho menos recato.
http://www.eltiempo.com/politica/mininterior-dice-que-uribe-es-una-amenaza-para-la-paz_12718032-4
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