12 jun 2013

¿Adónde va el uribismo?

Por @Ruiz_senior

Gabriel Silva Luján, el inefable exministro de defensa del segundo gobierno de Uribe, denuncia un cambio de rumbo del uribismo
El aislamiento de la oposición en este tema no solo es nacional. A nivel internacional, los líderes de todos las vertientes ideológicas han respaldado contundentemente al Gobierno en la búsqueda de la paz. Incluso, los pares ideológicos de Uribe, la derecha republicana y el conservatismo británico, han manifestado su apoyo. Ante esta realidad, de manera bastante descarada por cierto, el uribismo está tratando de aparecer menos hostil a la paz, acomodándose ante el rechazo generalizado a sus posiciones extremistas. 
Para terminar esta semana tan particular, Enrique Peñalosa anunció que –sin importarle lo que diga el Partido Verde– va ser candidato presidencial. No hay que ser muy perspicaz para ver la mano de Álvaro Uribe detrás de la jugada del exalcalde. 
A renglón seguido, la también candidata uribista Marta Lucía Ramírez propuso que Álvaro Uribe, el Partido Conservador, Mockus, Peñalosa y el Mira hicieran una coalición contra Santos. Además de ser un síntoma evidente de que las cosas no van tan bien como se creía para la oposición, adicionalmente revela cuál es la nueva estrategia del uribismo para las elecciones presidenciales del año entrante. 
Ya sabe la oposición uribista que no hay forma de ganarle a Santos. Ante esa realidad, están inventando candidatos y coaliciones –a diestra y siniestra– para que el Presidente no sea reelegido en la primera vuelta. Con eso por lo menos se les abre la posibilidad de encontrar alguna fórmula, así no sea del querer ideológico de su patrón, para tratar de aguar la fiesta de la reelección. Patadas de ahogado.
Uno no sabe qué pensar ante la idea de mostrarse "menos hostil a la paz". El decálogo del Centro Democrático parecía dejar las cosas claras, pero la verdad es que la coalición de la exministra no es un invento de su dulce sucesor. ¿Ésos eran los que dirigían la lucha contra el terrorismo cuando gobernaba Uribe? ¿En manos de qué clase de gente estaba el país?

Es ciertamente dudoso que la idea de Peñalosa de lanzar su posible candidatura presidencial sea promovida por Uribe, tanto como que Santos pudiera ser reelegido en primera vuelta. Pero precisamente porque empezó anunciando su respaldo a la negociación y su disposición a premiar a las FARC debería considerárselo un elemento hostil a la democracia.

La idea de la exministra, otro personaje que tempranamente manifestó su apoyo a la negociación de La Habana (en cuya mesa encontraba escasa representación femenina) se sustenta en una visión a su manera coherente. Yo diría que es la visión que expresa el fondo del uribismo:
Es el momento de ofrecer a Colombia una alternativa que genere un proyecto de Nación sólida con una visión de futuro que aglutine los valores de nuestros ciudadanos.
Por el lado de esa visión grandiosa y concreta no hay ningún problema, lo que pasa es que Mockus es en la práctica un asesor de las FARC, en cuyas marchas participaba ya en 2008 y para las que hacía campaña ese año explotando la atroz mentira de que los "falsos positivos" eran una política del gobierno (entiéndase, de Santos y Silva Luján).

A ver, no se me entienda mal, realmente no tengo una queja contra esa señora porque entonces debería tenerla contra muchos y terminaría simplemente lamentándome de que la vida es injusta. Ni siquiera es cuestión de Uribe, un señor hecho a la vieja política que como presidente tuvo tan noble colección de ministros de Defensa y está presto a toda clase de componendas. El problema es de los ciudadanos que condenan a Santos pero confían toda la resistencia al expresidente. ¿Alguno de ellos echa de menos una respuesta de Uribe a la propuesta de Martha Lucía Ramírez?

Ninguno. Así son.

Tampoco se puede decir que UNO SOLO haya mostrado dudas siquiera sobre esa propuesta. Esperan el gesto del líder, que para no quedarse aislado seguirá buscando el apoyo de la exministra y de los demás líderes conservadores.

Si ésa es la resistencia que encuentra Santos, se puede dar por descontada su victoria: no porque su infame claudicación ante los terroristas sea tan popular como quieren hacerle creer a la gente, sino porque no habrá nadie en quién creer. Ni ningún motivo serio para apoyar a quienes supuestamente se le oponen.

Claro que la inmadurez de los colombianos los hace manipulables por los medios y que en la elección entre "guerra" y "paz" les resulta irresistible la segunda opción, pero es como quien acude a un hechicero a contratar conjuros para librarse de una enfermedad infecciosa. La negociación de Santos tiene dos salidas, o el triunfo de los terroristas o el empeoramiento de la violencia. El triunfo de los terroristas tampoco será la paz, sino una situación de ventaja absoluta para sus crímenes, tal como ocurrió en Camboya.

¿Es tan complicado entender que al negociar las leyes con criminales se comete una transgresión de la ley y la democracia resulta abolida? Al parecer lo es para la clase de personas que aspiran a toda costa a un puesto público y tuvieron la mala suerte de no estar bien relacionadas con los nuevos amigos de Santos, que buscan una oportunidad contra Santos y ni se enteran de que pierden toda referencia que no sean sus aspiraciones burocráticas.

Hace mucho tiempo que lo digo: el uribismo no es una solución sino una parte del problema. La propuesta de la exministra y el previsible silencio del Gran Timonel y su sanedrín (que tal vez esperan que cuaje) deja claro que se trata de una corriente política que está más cerca de Santos y su Unidad Nacional que de cualquier noción de defensa de la democracia.

La oposición al régimen terrorista, sea en 2014 o en 2114, que alguna vez habrá de darse, tendrá que descartar cualquier afinidad con esa gente. Cada vez se asemejan más en sus fines y propuestas al MIRA, cuya líder aparecía aplaudiendo la negociación de Santos con argumentos atendibles, vean el video:

5 comentarios:

Anónimo dijo...

hace algún tiempo Ruiz dijo que sin dudarlo un segundo, votaria por el procurador Ordoñez para las proximas elecciones. Pero ese señor Ordoñez si que recuerda al gran hermano del que tanto se hablaba aquí en otro tiempo. Por ejemplo me encanta esta columna de Semana:
http://www.semana.com/opinion/articulo/caceria-brujas/345762-3
caba de liberar de toda culpa al senador conservador Roberto Gerlein por haber insultado a los homosexuales. Gerlein, opositor del proyecto de ley que permitía el matrimonio entre parejas del mismo sexo, defendió su posición en el Congreso no con la altura que le imponía su investidura sino con la bajeza del insulto. “Me produce repulsión el catre compartido por dos varones”, dijo. “Su sexo es sucio, asqueroso, es sexo excremental”.
En cualquier país democrático estas declaraciones hubieran ameritado por lo menos una sanción o incluso su destitución. Aquí, no. El procurador, que es el defensor de las minorías, apoyó a Gerlein con la tesis de que los congresistas tienen inmunidad para expresar sus opiniones personales… Sobre todo, agregaría yo, si son conservadores como Ordóñez y comparten su odio por los homosexuales como Gerlein. Si piensan como Alonso Salazar, el alcalde de Medellín, que fue destituido por el procurador, la tesis no funciona. Otro conservador que resultó ungido por su varita mágica fue el exdirector de la Dirección Nacional de Estupefacientes, Carlos Albornoz, acusado de ser la cabeza de un escándalo que según la Fiscalía es tres veces mayor que el carrusel de la contratación de Bogotá. Albornoz es muy cercano a los congresistas conservadores que fueron los jefes de debate de la reelección del procurador, como Eduardo Enríquez Maya, Miriam Paredes y Hernán Andrade. Y desde hace tres años, cuando estalló este escándalo, tampoco se ha vuelto a saber en qué van las investigaciones disciplinarias.

Anónimo dijo...

¿Ésos eran los que dirigían la lucha contra el terrorismo cuando gobernaba Uribe? ¿En manos de qué clase de gente estaba el país?
Bueno, pues eran uds los primeros en defender a Uribe durante ocho años. y los primeros en estar de acuerdo con la reeleccion.

Ruiz_Senior dijo...

Es falso que en ningún país democrático fuera destituido un senador por expresar opiniones como las de Gerlein, otra cosa es que no las hiciera ninguno: no hay ninguna norma que imponga esa destitución. Se nota que el anónimo sufre de colombianidad, esa distancia del diccionario que hace que cualquier adjetivo agradable sirva para cualquier fin conveniente. ¿En qué parte de la noción de democracia está la obligación de destituir a un representante popular por ofender a un grupo de ciudadanos? Allí donde las cabecitas son subhumanas y conciben objetos y nociones amoldables a cada circunstancia.

No sé nada de la destitución de Salazar. ¿Expresó alguna opinión molesta para alguien? Lo dudo.

No sé nada de los líos de los funcionarios godos de la DNE pero ciertamente las declaraciones de la Fiscalía son muy sospechosas. Llevo un buen tiempo preguntándome en qué se diferencia el fiscal de Romaña y sólo encuentro la alopecia y la desfachatez del funcionario como rasgo importante. Dudo mucho de que Romaña hubiera despreciado tanto a los colombianos como para dejar impune de forma tan descarada a Sigifredo López.

Así como se inventan los significados de las palabras, también se inventan las acciones ajenas: defendí al gobierno de Uribe porque se planteaba aplicar las leyes y no premiar el crimen y me opuse resueltamente a la segunda reelección desde que se empezó a sospechar que Uribe la buscaría.

Anónimo dijo...

Y mientras el uribismo va a ninguna parte (bueno, en realidad va al ladito de los que promocionan los asesinatos), los justicieros que cobran los asesinatos son los que piden que el resto se responsabilice de las masacres. Hablar en plural no lo hace muy distinto, ¿o alguien duda que este genio no tiene nada que ver con los asesinatos?

Ruiz_Senior dijo...

Anónimo 12.12 Muchas gracias por el enlace, es verdaderamente una joya.

No creo que el uribismo vaya al ladito de los que promocionan los asesinatos, sólo es la incapacidad de dar respuestas por parte de la gente lambona y la desorientación del líder, que al parecer sigue soñando con otra reelección.