Ése fue el título que le pusieron a una Entrevista con Enrique Krauze y me quedé pensando en lo que entenderá un colombiano al leer ese título.
Nada puede ser más apremiante que recuperar el lenguaje pero nada es más difícil que hacer entender a un colombiano que eso tiene importancia. Las palabras son gratis, ¿qué importa qué nombre se les dé a las cosas?
En la misma época de Sócrates y el Buda, Confucio expresaba esa preocupación. "Un gobernante debe proponerse restituir los nombres, ya que con los nombres restituidos todo funcionará con razón."
En el contexto de la entrevista, Krauze alude a las raíces liberales de la izquierda mexicana y no vale la pena extenderse sobre ese tema en este blog colombiano. Lo interesante es el sentido de esas palabras, izquierda, liberal con las que todos los días uno se encuentra. Cuando se trata de Colombia siempre se falsean, nunca corresponden a lo que definiría el diccionario.
En el contexto de la entrevista, Krauze alude a las raíces liberales de la izquierda mexicana y no vale la pena extenderse sobre ese tema en este blog colombiano. Lo interesante es el sentido de esas palabras, izquierda, liberal con las que todos los días uno se encuentra. Cuando se trata de Colombia siempre se falsean, nunca corresponden a lo que definiría el diccionario.
IZQUIERDA 10. (Por la posición que ocupaban los componentes en las asambleas de la Revolución francesa). f. En las asambleas parlamentarias, conjunto de los representantes de los partidos no conservadores ni centristas. 11. f. Conjunto de personas que profesan ideas reformistas o, en general, no conservadoras.
Para los tuiteros colombianos uribistas, "izquierda" es un montón de asesinos, o de supuestos intelectuales que proveen falacias a los asesinos, con lo que, "vivos" al fin, gentuza, colombianos, en resumen, resultan descalificando toda una tradición política gracias a lo que el crimen organizado ha popularizado con sus formidables medios de propaganda.
En general esos uribistas son gente brutal que quisiera que no hubiera instituciones ni urnas sino un caudillo vitalicio con pantalones bien ajustados que impusiera la autoridad sin vacilación. Pero para que haya cultura democrática tiene que haber discusión de ideas y esa fricción entre los conservadores y los renovadores o reformistas. La descalificación de la "izquierda" que hace esa gente es el mayor favor que puede hacerse a los terroristas y sus mentores universitarios, que gracias a eso pueden convencer a todo el mundo de que buscan la verdadera democracia (que para cada colombiano es el paraíso donde todo le conviene) contra unos fanáticos intolerantes.
Si uno piensa en las raíces de la izquierda y en lo que significaba cuando se empezó a llamar así esa facción política, viene a significar lo mismo que liberalismo, y en Colombia resultaría representado por Antonio Nariño, el que tradujo la Declaración de los Derechos del Hombre, mientras que la derecha conservadora estaría representada por el régimen colonial.
En la época en que nacía el liberalismo la izquierda era la defensa de los valores ilustrados contra el oscurantismo, la inquisición, la esclavitud, los privilegios de cuna y toda forma de opresión. Las personas que alegremente se afilian a la "derecha" les regalan a los asesinos de las universidades colombianas la bandera del progreso y la justicia. Los legitiman de la manera más penosa.
Lo mismo pasa con "liberalismo", que en Colombia se asocia con unas camarillas de malhechores actualmente dedicados a representar al hampa chavista. No tiene ninguna relación con el diccionario ni con la tradición que representó la modernización del mundo en el siglo XIX.
Ni la izquierda colombiana ni el liberalismo colombiano tienen nada que ver con izquierda ni con liberalismo. En esencia, la izquierda colombiana es una casta sacerdotal que hereda las viejas ventajas de sus antepasados encomenderos y explota a la sociedad con toda clase de industrias criminales. Mientras que el liberalismo es un hampa apegada a las corruptelas funcionariales que ahora ve el negocio en la representación de la industria de la cocaína y la extorsión.
Pero esa casta criminal, hoy hegemónica en el gobierno, no tiene respuesta. No es la izquierda a la que se debe contraponer la derecha, sino el hampa de embaucadores, tinterillos, asesinos y oligarcas que defienden un orden primitivo y opresor, al que se debe oponer la democracia, que sólo es en sentido recto el tipo de organización política que predomina en los países avanzados.
En general esos uribistas son gente brutal que quisiera que no hubiera instituciones ni urnas sino un caudillo vitalicio con pantalones bien ajustados que impusiera la autoridad sin vacilación. Pero para que haya cultura democrática tiene que haber discusión de ideas y esa fricción entre los conservadores y los renovadores o reformistas. La descalificación de la "izquierda" que hace esa gente es el mayor favor que puede hacerse a los terroristas y sus mentores universitarios, que gracias a eso pueden convencer a todo el mundo de que buscan la verdadera democracia (que para cada colombiano es el paraíso donde todo le conviene) contra unos fanáticos intolerantes.
Si uno piensa en las raíces de la izquierda y en lo que significaba cuando se empezó a llamar así esa facción política, viene a significar lo mismo que liberalismo, y en Colombia resultaría representado por Antonio Nariño, el que tradujo la Declaración de los Derechos del Hombre, mientras que la derecha conservadora estaría representada por el régimen colonial.
En la época en que nacía el liberalismo la izquierda era la defensa de los valores ilustrados contra el oscurantismo, la inquisición, la esclavitud, los privilegios de cuna y toda forma de opresión. Las personas que alegremente se afilian a la "derecha" les regalan a los asesinos de las universidades colombianas la bandera del progreso y la justicia. Los legitiman de la manera más penosa.
Lo mismo pasa con "liberalismo", que en Colombia se asocia con unas camarillas de malhechores actualmente dedicados a representar al hampa chavista. No tiene ninguna relación con el diccionario ni con la tradición que representó la modernización del mundo en el siglo XIX.
Ni la izquierda colombiana ni el liberalismo colombiano tienen nada que ver con izquierda ni con liberalismo. En esencia, la izquierda colombiana es una casta sacerdotal que hereda las viejas ventajas de sus antepasados encomenderos y explota a la sociedad con toda clase de industrias criminales. Mientras que el liberalismo es un hampa apegada a las corruptelas funcionariales que ahora ve el negocio en la representación de la industria de la cocaína y la extorsión.
Pero esa casta criminal, hoy hegemónica en el gobierno, no tiene respuesta. No es la izquierda a la que se debe contraponer la derecha, sino el hampa de embaucadores, tinterillos, asesinos y oligarcas que defienden un orden primitivo y opresor, al que se debe oponer la democracia, que sólo es en sentido recto el tipo de organización política que predomina en los países avanzados.
Para defender eso no hay nadie. Sólo enemigos de la "izquierda" que no se preocupan nunca por mirar el diccionario.
1 comentario:
En Cuba la "izquierda" sería la "derecha" colombiana.
Bueno, siempre puede uno volver a Ortega y encontrar algo de sensatez.
Lo chistoso es que decirse de "izquierda" y "acusar" al otro de ser de "derecha" es el argumento favorito de los hampones de los que usted habla. Es una manera de mostrar sensibilidad y conciencia "social".
Con respecto al liberalismo, vale la pena leer esta entrada de Carlos Alberto Montaner (y esta otra, si se dispone de tiempo).
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