Disensiones en el "Uribe Centro Democrático"
Las agresiones entre dirigentes del uribismo por las listas al Senado y después por la selección del candidato suben de tono día a día y generan entre los activistas y seguidores toda clase de inquinas y maledicencias. En mi opinión más que de la perversidad o deslealtad de uno u otro dirigente se trata de la cultura política local y de los valores que la definen. Intentaré comentar los rasgos de esa cultura y los efectos que tienen sobre el destino del país.
Guerra de camarillas
La carta en que Óscar Iván Zuluaga le pide a José Obdulio Gaviria que renuncie a estar en la lista cerrada al Senado no obedece, claro está, al pretexto que alega (Fernando Londoño también remite a los malos modales en las respuestas a Pastrana, personaje que siendo expresidente debería sustentar sus acusaciones y no basar sus agresiones en que alguien es primo de otro: deja ver que hasta los presidentes del país son patanes de patio de prisión). Se trata de un forcejeo por el poder entre diversas camarillas ("roscas"), que intentan desplazarse mutuamente y entretejen toda clase de intrigas que dejan muy mal las lealtades y patriotismos que invocan sin cesar.
"Centralismo democrático"
La resuelta hostilidad que encuentra José Obdulio Gaviria también tiene relación con su estilo de dictador al interior de las organizaciones de que forma parte, cosa de la que ya se hablaba cuando era asesor presidencial. Todo eso tiene que ver con la inexistencia de órganos de decisión sólidos y de estructuras organizativas definidas, pero también con la trayectoria personal e intelectual de Gaviria, que según lo que aparece en la prensa se formó en los grupos de izquierda radical de los años setenta. Es decir, en la cultura del leninismo que siempre determina las dictaduras internas que definían a todos los partidos comunistas y que se conocen como "Centralismo democrático".
Historia y vida
Esa trayectoria tiene mucho interés porque podría explicar muchas cosas del uribismo, y aun de la historia colombiana reciente. Por ejemplo, ¿es verdad que tenía relación con el Partido Comunista de Colombia Marxista-Leninista? La única parte de este partido maoísta que contaba era el EPL. Según leí en KienyKe ahí debería haber conocido al joven Diego Murillo, que llegaría a ser alias Don Berna (la revolución es el comienzo del crimen, la carrera de un gran capo mafioso es como el paraíso en la Tierra para un revolucionario). Pero es que él mismo reconoce que al final de los setenta formaba parte del movimiento Firmes, que era el brazo legal del M-19. Muy curioso: en el libro Razones de vida Vera Grabe cuenta esto:
Guerra de camarillas
La carta en que Óscar Iván Zuluaga le pide a José Obdulio Gaviria que renuncie a estar en la lista cerrada al Senado no obedece, claro está, al pretexto que alega (Fernando Londoño también remite a los malos modales en las respuestas a Pastrana, personaje que siendo expresidente debería sustentar sus acusaciones y no basar sus agresiones en que alguien es primo de otro: deja ver que hasta los presidentes del país son patanes de patio de prisión). Se trata de un forcejeo por el poder entre diversas camarillas ("roscas"), que intentan desplazarse mutuamente y entretejen toda clase de intrigas que dejan muy mal las lealtades y patriotismos que invocan sin cesar.
"Centralismo democrático"
La resuelta hostilidad que encuentra José Obdulio Gaviria también tiene relación con su estilo de dictador al interior de las organizaciones de que forma parte, cosa de la que ya se hablaba cuando era asesor presidencial. Todo eso tiene que ver con la inexistencia de órganos de decisión sólidos y de estructuras organizativas definidas, pero también con la trayectoria personal e intelectual de Gaviria, que según lo que aparece en la prensa se formó en los grupos de izquierda radical de los años setenta. Es decir, en la cultura del leninismo que siempre determina las dictaduras internas que definían a todos los partidos comunistas y que se conocen como "Centralismo democrático".
Historia y vida
Esa trayectoria tiene mucho interés porque podría explicar muchas cosas del uribismo, y aun de la historia colombiana reciente. Por ejemplo, ¿es verdad que tenía relación con el Partido Comunista de Colombia Marxista-Leninista? La única parte de este partido maoísta que contaba era el EPL. Según leí en KienyKe ahí debería haber conocido al joven Diego Murillo, que llegaría a ser alias Don Berna (la revolución es el comienzo del crimen, la carrera de un gran capo mafioso es como el paraíso en la Tierra para un revolucionario). Pero es que él mismo reconoce que al final de los setenta formaba parte del movimiento Firmes, que era el brazo legal del M-19. Muy curioso: en el libro Razones de vida Vera Grabe cuenta esto:
Los mágicos (mafiosos) nos ayudaban y nos cuidaban. Era más bien una relación de ellos hacia nosotros: nos ayudaban pero jamás pedían un favor a cambio … Nos prestaban sus casas y fincas, espacios cómodos, con billar, piscina, jardines, televisores y salones gigantes, dónde hacíamos las reuniones de la dirigencia M-19-EPL en Antioquia. Nos ayudaron a trasladar y curar a compañeros heridos que venían del Valle” (citado por Mauricio Rubio.)
De modo que había algún tipo de conexión entre el M-19 y el EPL y por tanto entre sus aparatos políticos, es decir, entre el PCC-ML y el movimiento Firmes. Muy interesante.
La facción del movimiento Firmes de Gaviria terminó en el "Sector Democrático", que era entonces la disidencia del Partido Liberal que dirigía Uribe. Eso era a mediados de los ochenta y de entonces viene la relación política de ambos personajes. Del "Sector Democrático" Uribe pasó al "Poder Popular", de Ernesto Samper. Como líder político que aspira a cargos, sus miras siempre han tendido a ser de corto plazo y por eso, para poner un ejemplo, cuando el escándalo de los "narcocasetes" defendió a Samper.
La visión estratégica corría más bien por cuenta de Gaviria, que, al ser su jefe la cabeza del bando antiterrorista para las elecciones de 2002, le dio alguna elaboración teórica al discurso y se dispuso a desbaratar las falacias de la prensa terrorista, como la del "delito político".
Límites de la ideología
Como asesor, Gaviria aportaba ideas más modernas que las puramente godas de un Fernando Londoño y que sin duda fueron muy importantes para articular en términos ideológicos el respaldo popular a Uribe. Pero al ser sus nociones aprendidas en el marxismo también determinó el rumbo funesto que llevaría el país tras su segundo triunfo en 2006. A pesar del éxito clamoroso del primer gobierno y del apoyo popular masivo, no se pensó nunca en convocar una Constituyente que deshiciera el engendro de 1991. Eso tenía que ver con que el propio Uribe había apoyado dicho proceso, tal como después había sido ponente de una ley que confirmaba la impunidad del M-19. Ese cambio en la ley fundamental debería haber sido el punto central del programa de un Partido de la Libertad que permitiera organizar la respuesta a la conjura terrorista. Me sorprendió releer un escrito mío de 2004 en el que ya planteaba la necesidad de una Constituyente. Los uribistas no han visto todavía esa necesidad.
Cultura democrática
La noción de democracia ya es complicada en cualquier parte, mucho más en Colombia, donde todo código flaquea y nadie quiere usar las palabras siguiendo el sentido del diccionario: un señor en Twitter llegó a afirmar tranquilamente que las leyes de Núremberg y el despojo de los judíos eran "democráticos" porque se supone que los aprobaba la mayoría. Para la inmensa mayoría de los uribistas ese mismo criterio permite suponer que la reelección vitalicia de Uribe habría sido también perfectamente democrática (se certificaba por el triunfo en las urnas, como los tenían Porfirio Díaz, Stroessner o Somoza). ¿Qué es democrático? Lo contrario al terrorismo totalitario. Todavía es rarísimo el que concibe otra solución que no sea el retorno de Uribe a la presidencia. Los estrategas del uribismo no estaban para corregir eso porque su formación era maoísta, de ahí que Gaviria sacara del sombrero la perla del "Estado de opinión" y que ante la "hecatombe" que podría sobrevenir en 2010 no tuvieran mejor idea que buscar otra reelección de Uribe, como si las cortes surgidas del 91 no fueran manifiestamente afines a los terroristas (el candidato del Partido Comunista en 2006, Carlos Gaviria Díaz, había sido presidente de la Corte Constitucional). La coherencia entre las proclamas democráticas y el anhelo de reelección vitalicia corresponde a esas nociones burdas de democracia, pero también a la lógica del gato de Cheshire: es democrática porque surge de los demócratas, que es como se llaman ellos (a pesar de no ser del "Polo Democrático").
Noción de democracia
La democracia en el lenguaje político moderno es el régimen que impera en los países de Europa occidental y Norteamérica, siempre a partir del ejemplo de Estados Unidos, que también inspiró la Revolución francesa. En los países de Hispanoamérica siempre se ha tendido al poder concentrado en un hombre, siguiendo una tradición que Octavio Paz atribuye a un legado árabe. Tras crisis violentas con amenazas comunistas surgen sectores mayoritarios que se identifican con programas drásticos y regímenes concentrados en un líder: eso fueron los seguidores de Franco, de Pinochet y de Fujimori. Eso mismo son la mayoría de los uribistas pero se niegan a reconocerlo. La clave está en que el estratega del uribismo y su think tank no son demócratas, no buscan un régimen como el de las democracias sino el poder a toda costa, y por eso no pensaron en un partido cabal (Alfredo Cristiani lo sacó de una organización de trayectoria criminal). Es decir, en una asociación de ciudadanos que cotizan una cantidad al mes, adhieren a un programa, a un ideario y a unos estatutos y reconocen unos órganos de dirección. Más sencillo les parecía, al igual que hicieron Fujimori y Chávez, multiplicar la presencia del líder en la televisión y fomentar una especie de "culto de la personalidad", para el que estaban bastante predispuestos por las lecturas juveniles del Libro rojo.
De fracaso en fracaso
Esa lógica daría sus frutos: como de alguna parte había que sacar congresistas, ¿qué mejor que aliarse con la clase política de siempre y crear un partido clientelista y de componendas? A fin de cuentas todo parecía ir bien contando con el poder ejecutivo. A ninguno se le ocurrió preguntar qué sería la Unidad Nacional que pregonaba el nuevo partido, ni recelar de la trayectoria del muñidor. Así, la mayoría que rechazaba a las FARC y a los políticos ligados a los gobiernos de las décadas anteriores terminó votando por personajes que hoy en día son casi unánimemente socios del terrorismo. Como no existe la crítica sino el servilismo y a menudo el interés mezquino de acceder a puestos, a nadie se le ha ocurrido pensar que podría haberse hecho algo mal. La mayoría que se oponía al terrorismo totalitario fue llevada por esos líderes a elegir a toda la vieja hampa de la política, sin que se haya oído la primera voz que dude de que se les sale a deber a esos líderes. (De nuevo, parece que el promotor de Juan Manuel Santos dentro del gobierno de Uribe era el mismo José Obdulio Gaviria.)
El hombre que pone los votos
Ese vacío de identidad fue particularmente visible durante las elecciones de 2011, cuando en lugar de oponerse al "nuevo rumbo" de Santos Uribe acompañó a "su" partido en las elecciones, aplicado a la tarea de demostrarles a los congresistas y al gobierno que era él quien ponía los votos. Si se hubiera presentado a la Alcaldía de Bogotá probablemente habría ganado y resultaría más difícil para Santos contar con todo el poder del segundo cargo del país en manos de una de sus fichas. Pero al menos debería haber un candidato que siguiera las directrices de un partido. No lo hubo: Peñalosa había estado el año anterior contribuyendo a las calumnias de la campaña de Mockus, y a Santos y el Foro de Sao Paulo (es decir, a los terroristas y Chávez) les bastó promover otras campañas que permitieran dispersar los votos de rechazo al PDA para hacer elegir a Petro. Tampoco funcionó la bendición del Gran Timonel en Medellín, y entre tanto se lo vio haciendo campaña por el hijo de Roy Barreras y muchos otros personajes del PSUN. A nadie se le ocurrió que se podría haber cuestionado el santismo, para la mayoría de lambones bastaba con que lo decidiera el Gran Timonel para que estuviera bien, y obviamente se le salió a deber y no se podía pensar que algo se podría haber hecho mal. Si no reinaran la deshonestidad y el servilismo, alguien podría reconocer que Santos estaba ya claramente aliado con las FARC y que se proponía premiarlas. Oponerse a tal infamia no estaba en las cuentas del Gran Timonel ni de su estratega ni de ninguno de los que aspiran a sucederlo. Mucho menos van a pensar en mostrar al mundo la relación entre el poder judicial, las bandas terroristas y el gobierno de Santos que se evidencia en la impunidad de Sigifredo López, personaje convertido por los medios en héroe al que los líderes uribistas siempre han visto como posible aliado, lo mismo que al vicepresidente que va a agradecerle a Fidel Castro en nombre de Colombia su aporte a la "paz".
Deriva letal
Lo mismo se puede decir de toda la deriva posterior: ¿está el uribismo a favor o en contra de la negociación de La Habana? Casi todos los precandidatos la aplaudieron y en algunos casos le encontraron defectos consistentes claramente en que no les dieron un puesto. Naturalmente nadie piensa en crear un partido cabal sino que el nuevo embeleco se llama "Centro Democrático", cosa concebida con el genial propósito de negar que sean la extrema derecha (parece que la inclusión de un asesino del M-19 en las listas al Senado tiene el mismo objetivo de "adecentar" las listas, Colombia es el Reino del Revés). La idea de lanzar varios precandidatos podría ser también idea de Gaviria, esta vez para negar que el candidato es el que decida Uribe (como si alguien se propusiera votar por alguien que el Gran Timonel no aprobara, como si tuviera prohibido apoyar a algún candidato). El resultado es que por los cálculos que sean se terminó favoreciendo al primo de Santos, personaje que apoyó el Caguán hasta el final y que se entusiasmó con la negociación de La Habana. Es el candidato del citado Gaviria, y los medios no tardaron en darle un protagonismo incesante gracias al cual ganaría cualquier consulta: a fin de cuentas fue el que contrató al Grupo de Memoria Histórica y encargó el infame informe. Una cosa es que no sea culpable de lo que hacen sus primos, otra cosa que se empeñe en llevarlos a la prisión en la que deben estar.
La generación siguiente
No se sabe si Santos y las FARC conseguirán su objetivo o si habrá una respuesta de la mayoría de los colombianos, lo que sí es seguro es que no puede haber democracia donde no hay demócratas. Las probabilidades de triunfo electoral de un candidato uribista (todas las demás opciones son disfraces de la conjura terrorista) me parecen escasas, dada la confusión de sus discursos y valores. La creación de un Partido de la Libertad parece tarea de la generación siguiente, pero debe empezar por la siquiera vaga noción de que el asesinato no debe ser la forma correcta de hacer carrera política (los uribistas comparten eso y aplauden a Everth Bustamante, a tal punto que uno me pidió en Twitter muestras de que hubiera delinquido después de dejar la "insurgencia"). El uribismo es un fruto combinado de las viejas tradiciones clientelistas y de las doctrinas leninistas y aun si triunfara sería incapaz de fundar una verdadera democracia.
Como asesor, Gaviria aportaba ideas más modernas que las puramente godas de un Fernando Londoño y que sin duda fueron muy importantes para articular en términos ideológicos el respaldo popular a Uribe. Pero al ser sus nociones aprendidas en el marxismo también determinó el rumbo funesto que llevaría el país tras su segundo triunfo en 2006. A pesar del éxito clamoroso del primer gobierno y del apoyo popular masivo, no se pensó nunca en convocar una Constituyente que deshiciera el engendro de 1991. Eso tenía que ver con que el propio Uribe había apoyado dicho proceso, tal como después había sido ponente de una ley que confirmaba la impunidad del M-19. Ese cambio en la ley fundamental debería haber sido el punto central del programa de un Partido de la Libertad que permitiera organizar la respuesta a la conjura terrorista. Me sorprendió releer un escrito mío de 2004 en el que ya planteaba la necesidad de una Constituyente. Los uribistas no han visto todavía esa necesidad.
Cultura democrática
La noción de democracia ya es complicada en cualquier parte, mucho más en Colombia, donde todo código flaquea y nadie quiere usar las palabras siguiendo el sentido del diccionario: un señor en Twitter llegó a afirmar tranquilamente que las leyes de Núremberg y el despojo de los judíos eran "democráticos" porque se supone que los aprobaba la mayoría. Para la inmensa mayoría de los uribistas ese mismo criterio permite suponer que la reelección vitalicia de Uribe habría sido también perfectamente democrática (se certificaba por el triunfo en las urnas, como los tenían Porfirio Díaz, Stroessner o Somoza). ¿Qué es democrático? Lo contrario al terrorismo totalitario. Todavía es rarísimo el que concibe otra solución que no sea el retorno de Uribe a la presidencia. Los estrategas del uribismo no estaban para corregir eso porque su formación era maoísta, de ahí que Gaviria sacara del sombrero la perla del "Estado de opinión" y que ante la "hecatombe" que podría sobrevenir en 2010 no tuvieran mejor idea que buscar otra reelección de Uribe, como si las cortes surgidas del 91 no fueran manifiestamente afines a los terroristas (el candidato del Partido Comunista en 2006, Carlos Gaviria Díaz, había sido presidente de la Corte Constitucional). La coherencia entre las proclamas democráticas y el anhelo de reelección vitalicia corresponde a esas nociones burdas de democracia, pero también a la lógica del gato de Cheshire: es democrática porque surge de los demócratas, que es como se llaman ellos (a pesar de no ser del "Polo Democrático").
Noción de democracia
La democracia en el lenguaje político moderno es el régimen que impera en los países de Europa occidental y Norteamérica, siempre a partir del ejemplo de Estados Unidos, que también inspiró la Revolución francesa. En los países de Hispanoamérica siempre se ha tendido al poder concentrado en un hombre, siguiendo una tradición que Octavio Paz atribuye a un legado árabe. Tras crisis violentas con amenazas comunistas surgen sectores mayoritarios que se identifican con programas drásticos y regímenes concentrados en un líder: eso fueron los seguidores de Franco, de Pinochet y de Fujimori. Eso mismo son la mayoría de los uribistas pero se niegan a reconocerlo. La clave está en que el estratega del uribismo y su think tank no son demócratas, no buscan un régimen como el de las democracias sino el poder a toda costa, y por eso no pensaron en un partido cabal (Alfredo Cristiani lo sacó de una organización de trayectoria criminal). Es decir, en una asociación de ciudadanos que cotizan una cantidad al mes, adhieren a un programa, a un ideario y a unos estatutos y reconocen unos órganos de dirección. Más sencillo les parecía, al igual que hicieron Fujimori y Chávez, multiplicar la presencia del líder en la televisión y fomentar una especie de "culto de la personalidad", para el que estaban bastante predispuestos por las lecturas juveniles del Libro rojo.
De fracaso en fracaso
Esa lógica daría sus frutos: como de alguna parte había que sacar congresistas, ¿qué mejor que aliarse con la clase política de siempre y crear un partido clientelista y de componendas? A fin de cuentas todo parecía ir bien contando con el poder ejecutivo. A ninguno se le ocurrió preguntar qué sería la Unidad Nacional que pregonaba el nuevo partido, ni recelar de la trayectoria del muñidor. Así, la mayoría que rechazaba a las FARC y a los políticos ligados a los gobiernos de las décadas anteriores terminó votando por personajes que hoy en día son casi unánimemente socios del terrorismo. Como no existe la crítica sino el servilismo y a menudo el interés mezquino de acceder a puestos, a nadie se le ha ocurrido pensar que podría haberse hecho algo mal. La mayoría que se oponía al terrorismo totalitario fue llevada por esos líderes a elegir a toda la vieja hampa de la política, sin que se haya oído la primera voz que dude de que se les sale a deber a esos líderes. (De nuevo, parece que el promotor de Juan Manuel Santos dentro del gobierno de Uribe era el mismo José Obdulio Gaviria.)
El hombre que pone los votos
Ese vacío de identidad fue particularmente visible durante las elecciones de 2011, cuando en lugar de oponerse al "nuevo rumbo" de Santos Uribe acompañó a "su" partido en las elecciones, aplicado a la tarea de demostrarles a los congresistas y al gobierno que era él quien ponía los votos. Si se hubiera presentado a la Alcaldía de Bogotá probablemente habría ganado y resultaría más difícil para Santos contar con todo el poder del segundo cargo del país en manos de una de sus fichas. Pero al menos debería haber un candidato que siguiera las directrices de un partido. No lo hubo: Peñalosa había estado el año anterior contribuyendo a las calumnias de la campaña de Mockus, y a Santos y el Foro de Sao Paulo (es decir, a los terroristas y Chávez) les bastó promover otras campañas que permitieran dispersar los votos de rechazo al PDA para hacer elegir a Petro. Tampoco funcionó la bendición del Gran Timonel en Medellín, y entre tanto se lo vio haciendo campaña por el hijo de Roy Barreras y muchos otros personajes del PSUN. A nadie se le ocurrió que se podría haber cuestionado el santismo, para la mayoría de lambones bastaba con que lo decidiera el Gran Timonel para que estuviera bien, y obviamente se le salió a deber y no se podía pensar que algo se podría haber hecho mal. Si no reinaran la deshonestidad y el servilismo, alguien podría reconocer que Santos estaba ya claramente aliado con las FARC y que se proponía premiarlas. Oponerse a tal infamia no estaba en las cuentas del Gran Timonel ni de su estratega ni de ninguno de los que aspiran a sucederlo. Mucho menos van a pensar en mostrar al mundo la relación entre el poder judicial, las bandas terroristas y el gobierno de Santos que se evidencia en la impunidad de Sigifredo López, personaje convertido por los medios en héroe al que los líderes uribistas siempre han visto como posible aliado, lo mismo que al vicepresidente que va a agradecerle a Fidel Castro en nombre de Colombia su aporte a la "paz".
Deriva letal
Lo mismo se puede decir de toda la deriva posterior: ¿está el uribismo a favor o en contra de la negociación de La Habana? Casi todos los precandidatos la aplaudieron y en algunos casos le encontraron defectos consistentes claramente en que no les dieron un puesto. Naturalmente nadie piensa en crear un partido cabal sino que el nuevo embeleco se llama "Centro Democrático", cosa concebida con el genial propósito de negar que sean la extrema derecha (parece que la inclusión de un asesino del M-19 en las listas al Senado tiene el mismo objetivo de "adecentar" las listas, Colombia es el Reino del Revés). La idea de lanzar varios precandidatos podría ser también idea de Gaviria, esta vez para negar que el candidato es el que decida Uribe (como si alguien se propusiera votar por alguien que el Gran Timonel no aprobara, como si tuviera prohibido apoyar a algún candidato). El resultado es que por los cálculos que sean se terminó favoreciendo al primo de Santos, personaje que apoyó el Caguán hasta el final y que se entusiasmó con la negociación de La Habana. Es el candidato del citado Gaviria, y los medios no tardaron en darle un protagonismo incesante gracias al cual ganaría cualquier consulta: a fin de cuentas fue el que contrató al Grupo de Memoria Histórica y encargó el infame informe. Una cosa es que no sea culpable de lo que hacen sus primos, otra cosa que se empeñe en llevarlos a la prisión en la que deben estar.
La generación siguiente
No se sabe si Santos y las FARC conseguirán su objetivo o si habrá una respuesta de la mayoría de los colombianos, lo que sí es seguro es que no puede haber democracia donde no hay demócratas. Las probabilidades de triunfo electoral de un candidato uribista (todas las demás opciones son disfraces de la conjura terrorista) me parecen escasas, dada la confusión de sus discursos y valores. La creación de un Partido de la Libertad parece tarea de la generación siguiente, pero debe empezar por la siquiera vaga noción de que el asesinato no debe ser la forma correcta de hacer carrera política (los uribistas comparten eso y aplauden a Everth Bustamante, a tal punto que uno me pidió en Twitter muestras de que hubiera delinquido después de dejar la "insurgencia"). El uribismo es un fruto combinado de las viejas tradiciones clientelistas y de las doctrinas leninistas y aun si triunfara sería incapaz de fundar una verdadera democracia.
3 comentarios:
Terminó usted coincidiendo plenamente con María Jimena Duzán...
¿Encontró alguna justificación de las FARC? ¿Alguna mentira? ¿Alguna manipulación? ¿En qué coincido con esa portavoz del terrorismo? ¿No será como coincidían Gandhi y Hitler en no comer carne?
Me parece acertado su comentario, en gran medida si uno presenta discrepancias con alguna directriz de uribe puede ser tachado de desleal.. yo diria q uno de los aspectos claves en los q uribe erro y q pocos reconocen es haber involucrado a venezuela y a teodora en los dialogos con narco farc, eso definitivamente fue un error mayusculo. El tema de JMS es mas complicado, evidentemente fue el ungido por Uribe por ende al no haber mas candidatos pues habia que votar por el. Creo q Uribe es conciente de ello y busca ajustar el error. Me parece eso si lo de la extrema derecha e iizquierda es mandado a recoger.. aqui o se esta a favor de la democracia y el libre mercado o se es patrocinador del terrorismo. El resto es ideologia trasnochada de la guerra fria q infortunadamente hasta llega a nosotros. saludos
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