15 oct 2013

Paz que no es paz

Por Jaime Castro Ramírez

La paz justa, por principio filosófico es un derecho propio del ser humano. El hecho de considerarse paz justa, implica el reconocimiento de equilibrio para que las razones que hacen posible consolidar el patrimonio social de tranquilidad que se denomina paz, logre el resultado esencial: que sea duradera y con igualdad de condiciones.

Un esquema de esta naturaleza requiere primero que todo de la sindéresis de las partes involucradas en el proceso de aplicación de los postulados que conllevan a establecer el entendimiento social. Aplicaciones diferentes, es decir, sin atender el necesario equilibrio de razonabilidad en el tratamiento de los temas afines a la paz (por ejemplo ventajas de impunidad a victimarios), pues difícilmente obtendría el resultado esperado, y por lo tanto concluiría en un fallido proceso porque conllevaría a una paz débil en su concepción política e ineficaz en la convivencia social.

La paz que se negocia el gobierno colombiano en la Habana
La poca información que se conoce (valga reiterar que por parte de las FARC, porque el gobierno no informa), traslada el análisis de un eventual acuerdo de paz a los siguientes escenarios que infunden temor, desconfianza y pesimismo en el pensamiento de los colombianos:

1. Impunidad total, pues los jefes de las FARC expresan que no están dispuestos a pagar ni un día de cárcel por sus crímenes. Este estropicio al ordenamiento judicial lo ‘argumentan’ diciendo con excesiva dosis de cinismo que las “víctimas son ellos”, lo que conlleva a que no reconocen a sus verdaderas víctimas; es decir, que por parte de ellos no habrá verdad, justicia, ni reparación, elementos estos indispensables para poder lograr conciencia de pacificación a través del mencionado entendimiento social.

2. Concederles a las FARC poder político por medio de curules regaladas en el congreso de la república. Este punto crea mucha resistencia a ser aceptado por parte de los colombianos, pues nadie entendería que no solo se les conceda impunidad, sino que aparte se les premie políticamente regalándoles curules. Distinto sería que creen su propio movimiento político y que lleguen al Congreso a través del requisito de la democracia que son los votos en las urnas.

3. Las zonas de reserva campesina. Este tema es demasiado polémico por cuanto las FARC exigen estos territorios libres de injerencia del Estado, entiéndase libres en el sentido de que quienes quieren ejercer el poder de mandar y administrar esas zonas son justamente las FARC (pero que sea con presupuesto del Estado), con el agregado de que la fuerza pública no tenga acceso. Pues significa ni más ni menos que una figura representativa de una especie de repúblicas independientes que disgregarían políticamente la unidad geográfica del país.

4. No entrega de las armas. No es posible concebir un acuerdo de paz sin entrega de las armas por parte de los victimarios en un conflicto armado. Sería simplemente un remedo de paz porque el elemento material de violencia, que son las armas, quedarían en poder de los ejecutores de la violencia. La no entrega de las armas refleja lo que sucedería en materia de inseguridad ciudadana en las zonas de reserva campesina donde piensan ejercer el poder las FARC, y por supuesto la inseguridad en el vecindario que quedaría como unidad de país. Esto explica también el juego de palabras que utilizan en el sentido de que ‘dejan’ las armas, pero que no las ‘entregan’, es decir que las guardan para retomarlas en el momento que quieran sorprender. Y sorprender para las FARC puede ser pensar en que el país debilitado en su unidad política y geográfica, les facilite su sueño de tomárselo por la vía armada, y ahí si volverlo a unificar en manos de un poder totalitario comunista.

Y falta ver hasta dónde llegarán las FARC con la exigencia de negociar el modelo económico y modificar las estructuras del Estado de Derecho.

Además queda en el ambiente la duda en cuanto a la integridad de la paz, pues los beneficiarios de las concesiones del Estado serán los jefes de las FARC, y viene entonces la pregunta obvia en el sentido de saber qué va a pasar con los supuestos ocho o nueve mil guerrilleros rasos. ¿Será que al no ser beneficiados directamente por los convenios del acuerdo de paz terminarán integrando las consabidas bandas criminales? Muy importante conocer la respuesta por parte del gobierno.

Se concluye entonces en que los anteriores elementos constituyen una serie de dificultades para la democracia colombiana, y lo único que podrían generar sería una extraña figura de paz, no compatible con los cánones de la verdadera identidad de la paz.

En últimas, la palabra la tiene el presidente Santos si es que está dispuesto a firmar un acuerdo de paz con los mencionados sesgos que afectan la democracia y la confianza de los colombianos en la paz. Para negociar la paz debe haber concesiones de ambas partes, aunque aquí parece que solo las debe hacer el Estado, pues las FARC saben que negocian con un presidente débil, pero que además ha incurrido en el error de convertir el tema de la paz en instrumento político de reelección, y por eso le exigen más y más concesiones.

2 comentarios:

martha de restrepo dijo...

lo q me tiene preocupada es q.si bien tenemos claro el panoramadel negociado de santos en la habana.escucho xon mucha frecuencia q esro tiene.q ser.asi.q.porque.estamos en un "nuevo orden " q lw da a castro el poder total....me perdi...q hay.fuerzas oscuras no hay.duda pero aparte de.eso un nuevo orden .....hacia el.fracaso a quienes.beneficia? quiza.a muchas potencias pero en.esa caida.podemos.acabar con todos los ordenes no con el nuevo unicamente....

Unknown dijo...

Si entendemos bien, este "proceso de paz" es una estrategia de Santos para buscar la reelección,y que empezó cojo, al no obligar a estos bandidos a dejar las armas para empezar el proceso.



El día de hoy el Congreso aprobó el Referendo para la Paz, lo que con seguridad hará que los bandidos de las farc y eln y cuantos bandoleros vivan y vivirán en Colombia, tendrán que estar sometidos a este Referendo.



Para que este Referendo sea efectivo y se empiecen a ver resulatdos, se haría necesario "Referendo para aprobar la pena de muerte" para guerrilleros, paramilitares, pandilleros, secuestradores, extorsionistas, asesinos y corruptos, con retroactividad desde el momento de aprobación y que las penas existentes, se aumenten en un porcentaje del 180% para evitar que las basuras salgan a la calle, por rebajas de penas, que en la mayoría de los casos llegan al 75%, pagando por crímenes de horrendos hasta 5 años de cárcel.



Lograr que estas bestias que están en la cárcel empiecen a trabajar, mediante la creación de microempresas, donde ellos serán los empleados para que paguen su alimentación y servicios públicos en la cárcel y sostengan a las familias que dejan en las calles.



Estamos a la puerta de hacer muchas cosas, que honestamente no cuestan mucho, y nos garantizarán que la criminalidad en Colombia, disminuirá y los bandoleros pensarán dos veces antes de cometer un crímen.



Otro punto a considerar es que como la mayoría de los delincuentes utilizan menores de edad, estos menores al cometer esos crímenes, en el momento en que terminen en la cárcel de menores, pasen como adultos a las cárceles a acabar de pagar sus penas. Las investigaciones científicas sobre personalidad han demostrado que la rehabilitación de criminales y ladrones no es viable; de los delincuentes rehabilitados sólo un 5% logra la rehabilitación, por lo tanto, ese 95% hay que administrale la penitencia de cárcel con trabajo, para que le paguen a la sociedad el daño, pues no es justo, que dañen la sociedad, y sea esa misma sociedad los tenga que mantener recluidos en una cárcel.