13 ago 2014

Colombia en la obra de Obama

Por @Ruiz_senior

El partido del Estado
Ciertos supuestos habituales cuando se habla de política limitan la discusión y a menudo impiden ver lo que son las cosas realmente. Para entender con precisión lo que significa el Partido Demócrata estadounidense habría que prestar atención a esta parte del Zarathustra en que Nietzsche se ocupa del Estado.
El Estado miente con toda frialdad y de su boca sale esta mentira: “Yo, el Estado, soy el pueblo”. 
¡Qué gran mentira! Creadores fueron quienes crearon los pueblos, por la fe y el amor: así sirvieron a la vida. Aniquiladores son quienes ponen trampas a la multitud, y denominan Estado a tal obra: suspenden sobre los hombros una espada, y cien apetitos.
En la tradición estadounidense ese papel de "creación" del pueblo, de representación de los valores étnicos que definen al país, la tiene el Partido Republicano, el de Lincoln, el que defiende la libertad individual y la ideología de los "padres fundadores". El Partido Demócrata es más bien el de la disidencia (tanto los descendientes de los esclavistas sureños como los de los esclavos, los judíos, los socialistas, las minorías, etc.) y los particularismos, por una parte, y el del aumento del gasto público, por la otra: tal como lo describe Nietzsche, algo ajeno al pueblo que lo va reemplazando y sometiendo.

Esa disposición explica la política de Obama: la burocracia no obra por otro interés que el poder concreto de los funcionarios y políticos. Son los "cien apetitos" (o ambiciones, o concupiscencias) de que habla Nietzsche: 
¡Contemplad cómo trepan esos ágiles simios! Trepan unos por encima de otros, arrastrándose así al cieno y a la profundidad.  
¡Todos quieren llegar al trono! Su locura consiste en creer que la felicidad radica en el trono. -Y, con frecuencia, el fango se asienta en el trono, y también el trono se asienta en el fango.
Y con ese fin no vacilan en mentir ni en mostrarse complacientes con los criminales: el único norte moral de esta gente es su ambición y por eso lo esencial se les escapa: habrá un público distraído que se olvide por un momento de lo que son las bandas terroristas colombianas y de su impresionante prontuario, al que se lo podrá embelesar con la "paz" y las buenas intenciones mientras se obtienen apoyos internacionales de los que han hecho carrera precisamente encarnando el odio a Estados Unidos, como los regímenes bolivarianos. Todo para conseguir que la gente crea que los problemas del mundo proceden de los republicanos que podrían quitarles el puesto y no de los distintos enemigos de la libertad y la democracia.

Esa actitud se puede describir muy bien con estas palabras del periodista español Hermann Tertsch (que corresponden a los gobernantes españoles pero podrían aplicarse también a Santos y a Obama):
Cuando no se cree más que en la conveniencia propia con el mínimo esfuerzo y sacrificio, esta equidistancia ofrece mucha ventaja. Se puede cambiar siempre de aliado. Aunque sea fugazmente. Se evita el conflicto en minoría. Siempre con esa mayoría que huye todo conflicto, pero ansiosa del beneficio propio gratuito.
De Carter a Obama
La actuación de Obama parece copiada de la de Carter, un presidente que también llegó al poder representando una oleada de agitación contra la política exterior estadounidense, en aquella ocasión por Vietnam y el servicio militar obligatorio. La disposición a complacer a todos los enemigos para rehuir las dificultades llevó al abandono de toda responsabilidad en Camboya, donde se cometió el peor genocidio del siglo XX en proporción a la población, y a la expansión soviética a Afganistán, Etiopía, Angola, Mozambique y Nicaragua.

La obra de Obama es parecida: Putin envalentonado mutilando a Ucrania, unas guerras civiles sin solución ni límite en Siria y Libia, un retorno de la peor guerra a Irak y un retroceso generalizado de Estados Unidos y la cultura de la libertad en todos los frentes. El mundo que recibió Obama era mucho más seguro y estaba mejor encaminado que el que entregue, y todavía falta para que cumpla la mitad de su segundo mandato.

Es el fruto del buenismo y corresponde a lo que ya expliqué arriba: un administrador de una empresa la arruina pero él particularmente se enriquece, no le importa lo que pase con la plata ajena. Eso es la burocracia estatal respecto de la sociedad, eso es el socialismo en todo el mundo, eso es el gobierno de Obama respecto a los ciudadanos de Estados Unidos, a las víctimas del crimen organizado y el terrorismo en todo el mundo, y a las sociedades abiertas.

Por la paz en Colombia
Si uno tuviera que describir a Colombia con una palabra, esa palabra sería indigencia. La respuesta de los colombianos a la componenda criminal del gobierno con los terroristas (gracias a la cual quedarán dueños del país, al disponer de una buena parte del territorio exenta de la ley, además de las grandes fortunas del secuestro dedicadas a comprar a todos los funcionarios que convenga hasta imponer su tiranía) deja ver su profunda indigencia intelectual y moral: interesados mayoritariamente en los logros de los deportistas, aceptan sin rechistar las mentiras del régimen, reproducidas sin cesar por la máquina de propaganda y aun reforzadas por el lloriqueo de Uribe y sus seguidores, que aborrecen más a la democracia que a las FARC y ante la imposibilidad de implantar una dictadura tropical se resignan a tener un papel en la negociación.

Las sociedades civilizadas lo son sólo porque no podrían aceptar un desafuero moral semejante. Los ciudadanos estadounidenses que entendieran qué es lo que está ocurriendo en La Habana se indignarían, pero la burocracia demócrata ve otra ocasión de mostrar sus buenas intenciones al precio de reforzar a los enemigos de su país y traicionar a las víctimas de crímenes atroces. Eso explica la disposición del gobierno de Clinton a apoyar la infamia del Caguán, y la mucho más atroz actitud de Obama y su gobierno respecto a la "paz" de Santos.

En la última edición de la revista Semana aparece una entrevista de la portavoz de las FARC María Jimena Duzán al embajador estadounidense en Colombia, Kevin Whitaker. La responsabilidad de sus respuestas deja ver toda la bajeza del gobierno de Obama: su complicidad descarada con unos criminales que hacen negocios con Al Qaeda y una vez en el poder serán enemigos resueltos de su país. (Ya en una ocasión escribí un post sobre su comentario sobre la destitución de Petro.)
M. J. D.: ¿Y cuáles son las razones fundamentales por las cuales su gobierno apoya este proceso de paz? 
K. W.: Yo diría que son varias. La primera es porque somos aliados y amigos del gobierno de Colombia y creemos que después de 50 años de guerra, Colombia merece una paz. Ahora, los pormenores de esta paz, el cuándo, el cómo, es un asunto que solo les compete a los colombianos. Ahora, estoy convencido que si esta paz llega a cristalizarse, este país es imparable. Y para nosotros, que somos sus aliados y sus amigos, ese cambio representaría una ventaja.
No hay que ser muy sutil para darse cuenta de que gracias a la "guerra" los secuestradores resultan tan legítimos como los que tratan de proteger a los ciudadanos, que trata de ocultar que lo que llama "guerra" es sólo la agresión del Partido Comunista y sus satélites para implantar una tiranía y que lo que llama paz sólo consistirá en su triunfo total, cosa que ya ocurre y es evidente.

Lo del "país imparable" es ya el colmo del cinismo: con los terroristas oficialmente al mando, el genocidio se multiplicará (ya ocurre desde que comenzaron las negociaciones de paz) y Colombia pasará a ser esta vez sí y para mucho tiempo, otro Estado fallido. La crisis del chavismo en la región conducirá a Venezuela y a otros países a situaciones de miseria y violencia extremas, aún peores que las actuales, y Colombia se hundirá en ese fango. Todo eso lo doy por seguro, para imaginarse otra cosa habría que conocer AL PRIMERO que se oponga a los terroristas y acepte que Uribe y su séquito pudieron haber hecho o estar haciendo algo mal. Las FARC tomarán todo el poder sin resistencia porque frente a sus eficaces métodos sólo tienen a una multitud de indigentes que aceptan cualquier mentira negándose a ver lo que les viene encima.

Tiene mucho interés la respuesta que da Whitaker a la cuestión de la amenaza que se cierne sobre los terroristas por la actuación de los jueces estadounidenses.
Si esos señores violaron la ley norteamericana, van a ser buscados hasta ser encontrados. Así funciona la Justicia en los estados Unidos. Y de hecho nosotros estamos muy contentos con la forma como ha ido funcionando este instrumento. Hace unos días se ha condenado a alias Diego Rastrojo a 30 años, lo cual es una muy buena noticia para sus víctimas. Ahora, si el gobierno colombiano o cualquier otro decide no extraditarlos es una decisión que nosotros respetaremos.
Es decir, el hombre alienta al régimen de las FARC a no extraditar a los autores de violaciones de las leyes estadounidenses para garantizar la impunidad, dado que respecto a los niños bomba y miles de atrocidades semejantes los colombianos se la ofrecen.

Siempre fascina el hecho de que las mismas víctimas del terrorismo o del régimen chavista que emigran a Estados Unidos votan por personajes como Obama: terminarán convirtiendo a Estados Unidos en otra "democracia" hispanoamericana.

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