Por Jaime Castro Ramírez
Las buenas maneras en las relaciones interpersonales son reglas de conducta básicas que se deben observar como requisitos elementales con los cuales se construye el talante que identifica los individuos en su comportamiento ante la sociedad. Existe grande diferencia entre tener carácter definitorio inteligente en poder de decisión para afrontar situaciones que así lo requieran, y lo que se llama tener mal carácter, pues esto último lo que genera son maneras inadecuadas e inaceptables que conllevan a un estado de animadversión en las relaciones sociales, y por supuesto que genera rechazo hacia quien así se expresa, pues además está de por medio el sentido del respeto hacia las personas.
Salida en falso del Presidente de la República regañando al Procurador
Se dice con el poder de la razón, por lo que significa en materia de respeto hacia los demás, que cuando se requiere llamarle la atención a alguien en sentido de reprenderle una acción, se debe hacerlo en privado, nunca frente a otras personas, y menos en público. Esto dicho en las relaciones sociales corrientes, ni qué decir entonces frente a la dignidad de personas que representan autoridad.
Pues resulta que el señor Presidente de la República no tuvo inconveniente en salir a la televisión a mostrar una faceta descompuesta respecto a lo que debe ser su manera de actuar, por supuesto una faceta no propia de su condición de jefe de Estado, a regañar en voz alta e irrespetuosa a una autoridad de la república como lo es el Procurador General de la Nación. Hay que decirlo, que frente al país, esta conducta genera pena ajena, y más por venir de parte del Presidente de la República quien es la máxima autoridad y por lo tanto le corresponde dar ejemplo de cordial coexistencia entre sus gobernados, y con mayor veraz impulsar la armonía en la funcionalidad institucional de la república.
Sorprende la actitud soberbia del Presidente al decirle al Procurador “Usted no se meta en lo de la paz”, y desconociendo que la constitución y la ley le obliga al Procurador a salvaguardar los intereses de la sociedad, razón por la cual Ordóñez Maldonado se siente “perplejo” de lo que observa que se está manejando en materia de concesiones a las Farc en la negociación de paz, y no solo el Procurador tiene esa grande preocupación sino que también la tienen la gran mayoría de los colombianos, pues en las condiciones que se conocen, eso no se podría llamar paz sino entrega del país a los victimarios del pueblo colombiano.
El procurador Ordóñez, personalmente le entregó al presidente Santos un cuestionario de la Procuraduría General de la Nación solicitándole respuestas sobre la negociación de paz, y específicamente con el objetivo de darle tranquilidad a los colombianos sobre lo que sucede en la Habana; sin embargo, la única respuesta ha sido ésta en tono irrespetuoso al señor Procurador al decirle “Usted no se meta”.
El deber del Procurador de cumplir con su obligación constitucional, a esto no se le puede llamar “hacer política” (como lo dijo el Presidente), pues si de este calificativo se tratase, se podría entonces invertir el orden de los factores diciendo que se ‘hace política sucia’ en contra de la ley que obliga al Procurador, y en contra de la institucionalidad que este funcionario representa.
Afirmar que hay enemigos de la paz no es más que un vulgar prejuicio de mala intención política, pues nadie está en contra de la paz justa para el conjunto de la sociedad colombiana, lo inaceptable es que no se cumplan un mínimo de condiciones por parte de las Farc, y que sea el Estado de derecho y los colombianos quienes se vean obligados a asumir el total del costo político, económico y social de la llamada paz, que al final no será paz.
Lo anterior no significa mucho pedir por parte del Procurador General de la Nación a nombre de los colombianos, es solo pedir una solución decente a la cual se le pueda llamar paz con propiedad.
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