Por Jaime Castro Ramírez
Las actitudes de las personas puestas en el espacio de las disculpas para querer justificar situaciones difícilmente justificables, suelen ser directamente proporcionales al nivel de las circunstancias que los rodean en hechos que implican responsabilidad individual, es decir, que no siempre son la sinceridad y el realismo los elementos que se esgrimen como argumentos. Si tal responsabilidad le corresponde a un gobernante, pues por supuesto que es grande el impacto que causa porque se convierte en engaño al pueblo.
Significa entonces que los valores que enseña la axiología se evaden al ritmo que se evaden las responsabilidades, y obviamente generando consecuencias que solo contribuyen a conformar un escenario social de difícil comportamiento para los intereses comunes.
En Colombia cese al fuego bilateral lanzado en términos de desescalamiento
El gobierno ha entrado a compatibilizar con el idioma de las Farc, y entonces ahora utiliza expresiones como: cese al fuego bilateral (antes de firmar el acuerdo definitivo), desescalamiento del conflicto, ‘dejación’ de armas, el gobierno ya no habla de terroristas, ni de secuestro, pues según el presidente Santos hay que ‘desescalar el lenguaje’, como ocurrió con el ministro de defensa Luis Carlos Villegas, para quien el subteniente del ejército Cristian Moscoso no fue secuestrado por las Farc sino que prefirió decir que lo tienen “indebidamente en su poder”. El entreguismo que se observa, tanto conceptual como de acción, es sorprendente.
Según Santos, ¿cómo habrá que decirles ahora a los terroristas?, pues mientras no se desmovilicen y ENTREGUEN las armas, hasta que eso ocurra no se han ganado la benevolencia de cambiarles el concepto de lo que son. Los colombianos dicen NO a la farsa de DEJACION de armas pero sin entregarlas, porque obviamente a eso no se le puede llamar paz.
Los conflictos armados se deben arreglar conservando el equilibrio, sin mostrar debilidad a la contraparte, pues si así fuere, el débil siempre perderá haciendo concesiones indignas, y por consiguiente quedará en el escenario de la rendición. Todo parece indicar que por este camino de la debilidad anda el Estado colombiano en el proceso de negociación con las Farc. Hay que darle la bienvenida a la paz, pero a la verdadera paz, a una paz digna.
Como la mayoría de los colombianos no aceptan el cese al ‘fuego bilateral’ porque es la forma de desproteger al país en materia de seguridad, entonces el presidente Santos le acepta a las Farc la figura de ‘desescalamiento del conflicto’, lo que equivale exactamente al cese al fuego por parte del ejército, y entonces termina Santos metido en un atolladero sin salida para tratar de explicar lo inexplicable, diciendo que desescalamiento no es igual al cese al fuego bilateral. Pero cómo no va a ser igual si se trata de inmovilizar a la fuerza pública para que no persiga a las Farc, y entonces éstos quedan en libertad de hacer lo que quieran en diferentes zonas del país en cuanto a sus actividades de narcotráfico, extorción, minería ilegal, y tráfico de armas.
Este intento del presidente de la república de tratar de establecer diferencia entre desescalamiento y cese al fuego bilateral, es como una especie de salida en falso que el pueblo la entiende como la manera de pretender engañar a la opinión pública. El pueblo tiene capacidad de pensamiento para discernir entre la verdad y el engaño.
La única manera que el invento del tal desescalamiento funcionaría sería con concentración de las Farc (sin armas), en un sitio, o sitios, donde pueda ser verificable que no están cometiendo acciones criminales como las aquí mencionadas, sin embargo, las Farc no aceptan la idea de la concentración de sus miembros, de tal manera que la situación se torna completamente desigual en contra de los intereses del país.
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