Por Jaime Castro Ramírez
Las obsesiones que se apoderan de la voluntad y a las cuales se llega sin el raciocinio requerido sobre lo que pueden significar los elementos que configuran su dinámica, también pueden marcar una trascendencia negativa de sometimiento del espíritu al vaivén de un ritmo descontrolado del pensamiento, y entonces se concluye que lo que mal empezó por falta de cimientos razonables en su estructura filosófica, pues tiene suficientes riesgos de fracasar en cuanto al resultado final.
Es cuestión de simple sensatez de criterio aplicar lo razonable para encontrar el camino adecuado en la orientación de procesos que conlleven a buen destino, pues de lo contrario, durante el desarrollo de la acción se encontrarán los inconvenientes conexos a las malas decisiones que se hayan adoptado desde la iniciación del proyecto.
Jefe negociador del gobierno dice que proceso de paz terminará pronto, bien o mal
Ha sorprendido al país lo planteado por Humberto De La Calle Lombana, jefe de la delegación de plenipotenciarios del gobierno Santos en las negociaciones de paz con las Farc, al expresar que el proceso terminará pronto, BIEN o MAL. Esta posición deja ver a las claras que ya existe un desgaste inaguantable propio de la extensión de los diálogos por más de tres años y sin conseguir aún acercarse a un acuerdo definitivo.
Significa que en esta instancia del proceso quizás ya se hacen presentes las consecuencias de los errores por parte del gobierno aceptando la forma como quedaron diseñados los cinco puntos de la ‘agenda de negociación’, o ‘Acuerdo general para la terminación del conflicto’, consecuencias que hacen que las Farc no tengan afán en terminar los diálogos hasta tanto consigan todas las concesiones que pretenden.
Los errores comenzaron por el primer punto de tal agenda, que consiste en negociar la política de desarrollo agrario integral, que es parte fundamental del modelo económico del país, punto del cual se desprende la concesión de las llamadas ‘zonas de reserva campesina’ que quedarán en poder de las Farc, y lo cual significaría la disgregación de la unidad del territorio nacional. Entre otros, también fue error someter a discusión el tema del narcotráfico con quienes son los mayores beneficiarios de ese negocio.
De la forma como fue diseñada esa agenda se desprenden por parte de las Farc las exageradas exigencias de concesiones, como las siguientes: No pagar ni un día de cárcel por los delitos de lesa humanidad, es decir, impunidad total, y como complemento concederles elegibilidad política entregándoles curules regaladas en el congreso de la república, asambleas departamentales y concejos municipales; exigir el cumplimiento de un adefesio para la paz que consiste en no entregar las armas; exigir la entrega de las mencionadas zonas de reserva campesina; exigir una asamblea constituyente para incluir en la Constitución de la república sus exigencias en la negociación, y para renovar a su manera la institucionalidad colombiana y por supuesto apoderarse del país (significa la entrega del país por parte del gobierno), etc.
Lo que dice el gobierno no se puede creer, pues lo mismo es decir SÍ que decir NO. Primero había dicho Santos que lo que firmara con las Farc sería sometido a refrendación en las urnas y que por lo tanto la última palabra la tendría el pueblo, luego echó para atrás lo dicho; también dijo en repetidas ocasiones que de ninguna manera aceptaría la solicitud de las Farc sobre la constituyente, sin embargo, ya dijeron que el tema se puede discutir. Estas posiciones ambivalentes carentes de seriedad solo crean desconfianza pública en el proceso de paz.
En este orden de ideas, lo que se pone de presente es que no se daría lo que dice Humberto De La Calle en el sentido de que el proceso terminará BIEN o MAL, pues él se refiere a que terminará bien si se firma el acuerdo, y terminará mal si no se llega al acuerdo; pero la realidad es que de todas maneras terminaría mal, fírmese o no se firme la supuesta paz. Es claro que, como van las cosas, el peor escenario sería la firma del acuerdo de la entrega del país con el nombre de paz.
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