Por Jaime Castro Ramírez
La dignidad es un derecho propio del ser humano que lo hace acreedor a la condición de individuo respetable dentro de su fuero interno y dentro del conjunto de la sociedad. Un digno ciudadano hace recíproca la actitud de su digna conducta para asociarse a la visión común que representa el pensamiento ordenado conducente al respeto social. En este escenario es dignificante observar el sentido de prudencia que enaltece la condición humana.
Si el respeto a la dignidad ajena es un valioso principio en las relaciones dentro del común de la sociedad, con mayor veraz lo tiene que ser respecto al pueblo dentro de la órbita de las relaciones que les corresponde manejar a quienes ejercen el poder. En consecuencia, un gobernante, de suyo le debe respeto a la dignidad de la voluntad popular que lo ha llevado al poder.
Sociedad colombiana ha sido engañada y se intenta seguir engañándola
La relación del actual gobierno de Colombia con el pueblo ha sido desafortunada en la medida de no haberle cumplido con las expectativas creadas en compromisos adquiridos electoralmente para poder llegar al poder, lo cual se llama pecado grave de engaño a la sociedad.
Se podría construir una relación de eventos que evidencian tal comportamiento inadecuado del presidente Santos con el pueblo colombiano:
1. Como lo que mal empieza mal termina, resulta que para lograr ser elegido presidente de la república en 2010, se valió de prometerle a los colombianos que continuaría con las políticas del anterior gobierno, lo cual desde el primer día de presidente en ejercicio hizo exactamente lo contrario, pues de inmediato le vendió el alma al diablo entregándose simultáneamente a la voluntad de Hugo Chávez y por extensión a la voluntad de las Farc, con lo cual desapareció la seguridad para el país, seguridad que se había ganado con la firmeza de defender la patria, volvieron las Farc a los territorios de donde habían sido desterrados, y ante la debilidad presidencial, las Farc quizás entendieron que tenían arrodillado al presidente de la república, y la consecuencia fue tener que sentarse a negociar con ellos cuanta concesión se les ocurra exigir sobre el país y sobre el Estado de derecho. Significaría entonces que los ganadores hasta ahora han sido las Farc porque desde la Habana ya están haciendo cumplir sus exigencias. Así Engañó Santos a quien le aportó su capital político y lo hizo presidente de la república, y engañó también a los 9 millones de colombianos que en base a la mencionada promesa lo elegimos presidente. Engañar al pueblo es conducta indigna para cualquier gobernante en cualquier parte del mundo.
2. Durante varios meses del inicio de su primer gobierno negó estar hablando con las Farc, hasta que las circunstancias lo delataron y entonces no tuvo más alternativa que reconocer que sí era cierto que llevaba seis meses hablando con ellos.
3. Desde el inicio de los diálogos en Cuba repitió públicamente una y otra vez que lo que él firmara con las Farc lo sometería a refrendación en las urnas y que por lo tanto sería el pueblo colombiano quien aprobaría o no ese acuerdo. Pues resulta que no solo se echó para atrás con esta promesa al pueblo sino que ahora en entrevista con RCN Radio (Agosto 2015) dijo que él no se había “montado” en eso del referendo, o sea que no solo no sostiene lo que prometió, sino que, peor aun, lo niega.
4. También desde el inicio de esos diálogos las Farc exigieron que lo acordado tenía que llevarse a una Constituyente, lo cual fue refutado muchas veces por el presidente Santos afirmando que de ninguna manera accedería a tal exigencia. Después apareció un mensaje enviado con el ministro del interior diciendo que el tema de la Constituyente se podía discutir (reversazo a lo prometido), pero ante la crítica razonada sobre este tema peligroso para la estabilidad democrática del país, posteriormente es el mismo Santos quien propone como una especie de ‘alternativa suplementaria’ la conformación de un “Congresito” para reformar la Constitución, lo que equivale a lo mismo de la Constituyente, es decir, para darle vía constitucional a las pretensiones de las Farc. Tanto es así que Santos propone que parte de los miembros de ese Congresito sean de las Farc. Además de ser inconstitucional la desafortunada idea del tal ‘Congresito’, es un atentado contra la legitimidad del Congreso de la República.
5. En julio de 2015 dijo que daba cuatro meses de plazo para terminar el proceso de paz, respecto a lo cual habrá que decir que eso tampoco será cierto, pues con seguridad que al término de tal plazo dirá que el proceso continúa, y continuará indefinidamente después de más de tres años de estar dialogando.
Es lamentable este estilo de gobierno de incertidumbre, de imposturas por falta de certeza en lo que le dice al país, pues lo único que ha conseguido con esta forma de actuar es crear un alto grado de desconfianza pública en su gobierno y en el proceso de paz.
Obligada reflexión: ¿Para dónde llevará el presidente Santos al país con este rumbo incierto en sus decisiones en cuanto hoy dice SÍ y mañana NO, o viceversa? Un gobernante debe distinguirse por su don de estadista, y esto se logra ejerciendo el poder con inteligencia y actuando con firmeza en sus actos de gobierno.
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