Por Jaime Castro Ramírez
La efectividad y credibilidad son consecuencias de la realización oportuna de los actos que conllevan hacia la consecución de un objetivo. Las acciones extemporáneas pierden algún grado de rigurosidad en cuanto al sentido de la verdadera intención con que se requiere actuar, y a su destinatario le crea un matiz de alguna desconfianza respecto a la realidad expresada en la materialización del hecho. Actuar a tiempo en apoyo a una buena causa gana gratitudes y el reconocimiento justo y sincero a la oportuna acción.
Los compatriotas deportados de Venezuela
El gobierno del vecino país, cumpliendo órdenes expresas de su presidente el señor Nicolás Maduro, procedió a materializar una agresión desmedida de violación de derechos humanos y deportación en contra de colombianos residentes en Venezuela, personas que por largo tiempo le han aportado trabajo para bien de los intereses económicos de ese país. Este perverso episodio lo montó Maduro como cortina de humo para tratar de atenuar ante los venezolanos y ante el mundo la severa crisis interna política y económica que ha conducido que ha conducidoa crisis polel país a la miseria, y por supuesto lo ha conducido a él mismo a su propia decadencia como caudillo responsable de la dictadura.
Para tratar de justificar su perversidad con los colombianos, Maduro les inventó un fantasma generalizado de ‘paramilitarismo’, lo cual es falso, pues la realidad es que el verdadero paramilitarismo en Venezuela son los grupos civiles de matones armados por el régimen, llamados “colectivos”. Además, es conocido que en su patio opera el narcotráfico a través del llamado ‘cartel de los soles’. El ignominioso procedimiento contra los colombianos es un pataleo como consecuencia del temor político ante lo que espera el régimen dictatorial frente a la oposición en las próximas elecciones legislativas de diciembre de 2015.
Es denigrante contra la dignidad humana lo hecho por la fuerza pública venezolana sacando a los colombianos de sus casas dejando todos sus bienes y enseres, y luego procediendo a demoler sus casas, subirlos en buses y votarlos en la frontera expulsándolos de donde han hecho su vida, su familia y su patrimonio.
Pero un hecho muy diciente fue la respuesta tardía y débil, al igual que equivocada del gobierno de Colombia ante el oprobioso comportamiento del gobierno venezolano. Lo primero que debió haber hecho el presidente Santos fue haber denunciado de inmediato ante los organismos internacionales tal circunstancia, y esa denuncia debió ser ante la ONU, la OEA, y la Corte Interamericana de Derechos Humanos (lo cual no ha hecho); pero resulta que, aparte de extemporánea, acudió ante la UNASUR, solicitando una reunión de cancilleres de los países que conforman esta inútil organización, la cual tiene como antecedente haber sido creada en su momento justamente atendiendo la propuesta del gobierno venezolano de Chávez, con el objetivo de aislar a la OEA, y de paso aislar a dos de sus miembros: Estados Unidos y Canadá. De ahí que Maduro vocifera diciendo que ‘fuera’ la OEA de tener que ver con su país.
Entonces, lo que hizo Santos equivocadamente fue pedir que se reúnan en la primera semana de Septiembre de 2015 los amigos del tirano Maduro para que resuelvan ésta delicadísima situación, es decir, para que todo siga igual, pues con seguridad no condenarán la actitud totalmente inamistosa de Maduro, y por consiguiente no harán nada a favor de los intereses de estos colombianos maltratados y expulsados de Venezuela. Acudir a UNASUR será tan inútil como la reunión en Cartagena de la canciller venezolana con la canciller colombiana para tratar el mismo tema, donde ésta última, sumisamente aceptó la arrogancia y las imposiciones de su visitante interlocutora.
Peor aún será la instancia de recurrir a UNASUR si allá está enquistado como secretario general un personaje de ingrata recordación, que por conocidas razones históricas de la forma como llegó a ser presidente de Colombia, y consecuentemente como ejerció el cargo, se convirtió en una vergüenza para el país: Ernesto Samper. Pero además se sabe que este individuo está al servicio de Maduro, tanto que se ha pronunciado acolitándole la falsa acusación generalizada de paramilitarismo a los colombianos, incluido el insolente irrespeto a la dignidad de un expresidente de la república de Colombia.
La atención humanitaria es obvio que le corresponde al gobierno colombiano
Esta situación de la crisis humanitaria en la frontera es otro asunto diferente a la infame agresión del gobierno de Maduro. Le corresponde al gobierno colombiano atender esta emergencia con asistencia humanitaria a los colombianos expulsados de Venezuela en condiciones humanamente lamentables.
Este es otro evento donde también actuó extemporáneamente el presidente Santos, pues solo apareció en el escenario de los hechos, es decir en Cúcuta, cinco días después de iniciado el problema, y quizás lo hizo obligado por las circunstancias políticas que rodearon su pasividad, y en consecuencia lo presionaron a tener que abordar el cumplimiento de su responsabilidad en este complicado inconveniente para el país.
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