1 jun 2019

¿Es posible sacar a Colombia del narcorrégimen?

Por @ruiz_senior


Hacia 2008 las bandas terroristas colombianas parecían derrotadas pero bastó una década para que resultaran triunfando completamente. ¿Cómo pudo ocurrir? En este blog hemos registrado ese proceso casi en absoluta soledad: nadie que no estuviera con los terroristas se opuso a que Uribe buscara otra reelección ni denunció la complicidad de su bando político con el proyecto de Santos. Ahora aumentan las voces que expresan descontento con el Centro Democrático y el gobierno de Duque, pero no se ve que asome por ninguna parte una alternativa política que permita implantar un régimen democrático y derrotar al crimen organizado.

El pueblo lloriqueante
Tiene muchísima gracia la forma en que el gobierno Duque afronta hechos como la impunidad de alias Santrich: primero deja que las cortes decidan como si no supiera que desde 1991 dichas cortes se dedican a proteger el negocio de la cocaína, más con la JEP, que es un tribunal nombrado por los criminales para que los exculpe. Después, ante los hechos consumados, protesta y lloriquea. Los estudiantes crean una campaña en Twitter para calumniar a Uribe y los que no apoyan a las FARC y a Petro salen a defenderlo y a "rodear" al presidente. El lloriqueo les basta. Así fueron los ocho años de Santos y nada afectó la popularidad de Uribe. De ese modo no hubo nunca resistencia a la negociación de La Habana y la gente no sentía que se estaba fraguando la destrucción de todo vestigio de democracia y estado de derecho. Todo se arreglaba maldiciendo al traidor Santos, como alguien que nunca barre su casa y maldice a las cucarachas enviadas por el demonio para fastidiarle la vida.

Endemismos
Esa inclinación puede servir de ejemplo de lo que define a Colombia: es un endemismo más, algo propio del país que en otras partes no se ve, como la noción de delito político (como atenuante de un delito, por lo que el asesinato sumado a la rebelión tiene menos pena que otros, algo que bastaría para incluir a Colombia en una humanidad diversa), como la "acción de tutela" (en todas partes hay recursos de amparo para proteger derechos fundamentales, pero como mecanismo típico al que se dedica la mayor parte del trabajo de los juzgados, anulando así los códigos y los contratos, sólo se ve en Colombia), como la parafiscalidad (una infamia gracias a la cual se reducen los salarios para financiar servicios, de modo que cuanto peor gane el empleado menos contribuye su patrón, sean cuales sean sus ingresos), o como la convicción universal de que los problemas se resuelven con un decreto (he malgastado cientos de tuits explicándole a una tuitera que el remedio a la "corrupción" no es decretar la pena de muerte para los corruptos, cosa que obviamente no se concibe en ningún país democrático). Si algo debe saber quien quiera apartar a Colombia del narcorrégimen es eso: que todo lo que hace falta y es posible hacer es asimilar al país a las democracias modernas. Más que a la mafia o al totalitarismo hay que hacer frente al endemismo. El poder de la mafia no es más que la manifestación de la situación de aislamiento y el pasado de esclavitud del país.

Transversalidad

Hablar de izquierda y derecha siempre hace pensar en escaso rigor y en escasa honradez intelectual. El hampa se llama "la izquierda", pero también "la decencia", "la liberación nacional", "el progresismo", etc. ¿Alguien puede entender que si Colombia deja de ser un país miserable, bárbaro y violento tampoco puede estar entre los más desiguales del mundo? Lo que define esa desigualdad es la ventaja de los empleados estatales, la obra de "la izquierda" (que en la definición del diccionario debería ser la que combatiera esa desigualdad. El peor de todos los endemismos es la corrupción sistemática del lenguaje, algo que hace que todo lo que se diga sea mentira porque nadie sabe a qué se alude). De izquierda debería ser un reparto equitativo de los recursos, pero eso desespera a los derechistas, casi siempre godos ansiosos de volver al siglo XVIII y a la esclavitud (que practicaban los propios hermanos Arboleda, fundadores del Partido Conservador). El esfuerzo de sacar a Colombia de la condición de delincuente global y matadero sin remedio no puede ser una tarea de sectarismo en torno a banderas falaces.

Doma
El cinismo con que los jóvenes defienden a alias Santrich o a Petro, o en general a las bandas narcoterroristas, y calumnian a Uribe lleva a pensar en el sentido real de lo que llaman "educación". ¿Qué les falta para dedicarse a secuestrar gente? Nada, la "educación" los ha convertido en criminales, a medias zombis y a medias patanes sin escrúpulos. Pero ¿alguien en Colombia se plantea cambiar eso? Nada demuestra hasta qué punto el uribismo es una parte del narcorrégimen como esa certeza de los uribistas de que el desarrollo del país consiste en producir muchos diplomas. Si alguien se plantea sacar a Colombia del narcorrégimen necesita pensar en cerrar las universidades públicas y tratar a las privadas como a cualquier empresa. Pero para eso no hay nadie. Para lo que hay muchos, tanto defensores como detractores de Duque, es para proclamarse de derecha, convirtiendo a Tornillo y toda su banda en un sector político legítimo. Esa doma monstruosa que tiene lugar en los establecimientos educativos colombianos es la mayor amenaza a la libertad que afronta el país.

Programa
Los puntos anteriores deberían ser la base de un programa político que de llevarse a la práctica redimiría a Colombia. Pero nadie se va a apartar de Uribe ni va a pensar que el país mejora graduando sociólogos y politólogos (Sólo en Bogotá hay ahora más egresados de universidades que en toda la historia de la humanidad antes de 1900; que prácticamente ninguno escriba una frase correcta es un corolario natural de esa "productividad"), ni que la solución de los conflictos mediante "tutelas" es la abolición de la ley, ni que importa favorecer la inversión y el empleo acabando la parafiscalidad, ni que falta una Asamblea Constituyente democrática que suspenda las cortes y ordene procesar a los criminales que han estado ejerciendo de magistrados, replanteando los acuerdos con el crimen organizado que han tenido lugar desde los años ochenta. Son cosas que decimos desde hace quince años, cuando apareció este blog, y que no afectan en absoluto a Colombia, donde la máxima aspiración del que no se alía con los terroristas es lloriquear y sentirse bien así.


3 comentarios:

Clipping Path Service dijo...

I really like and appreciate your post.Thanks Again. Keep writing.

Hugo Carranza dijo...

Estimado Sr Ruiz, usted no esta solo, yo he estado siguiendo este blog y el de atrabilioso casi desde el 2006 si no estoy mal y conozco bastante bien los problemas que usted plantea.

No opino tan seguido aqui, pero acostumbro a leer sus planteamientos.

No siempre coincido, claro esta, pero siento que tenemos un objetivo comun.

Continue en su labor de informar al publico.

Siempre ha sido un placer leer lo que aqui se publica

Ruiz_Senior dijo...

Señor Carranza, gracias por su comentario. Seguiremos haciendo lo posible.