Por @ruiz_senior
Si hablamos de elecciones, los dos años que vienen son críticos, las hay muy
pronto en España y en Argentina. ¿Resistirá el frente obamadurista y se
ampliará el poder de los amigos de Irán y supuestos apaciguadores de Putin? ¿Optarán
los votantes por ponerse de parte de la libertad individual o seguirán creyendo
que los regalos de los gobernantes narcocomunistas los pagan otros? Ésa es la
elección, entre aspirar a prosperar con el propio esfuerzo o acomodarse a la
mendicidad endulzada con buenas intenciones y adorno moral, esperando que otros
paguen la factura, y compartiendo los objetivos políticos de élites criminales
a cambio de la recompensa.
La experiencia muestra que este bando parasitario, sólo una rémora de la España
antigua, cuenta con las mayorías en todos nuestros países, y sólo es razonable
cuando lo acosa el hambre. Por eso los demagogos como Pedro Sánchez ganan apoyos
dando regalos. Sólo que Sánchez y los Kirchner —el PSOE, fundado como un
partido marxista, y el peronismo, creado según el modelo fascista— no cuentan
ahora con la mayoría social por la degradación democrática y económica que han causado
sus gobiernos. En ambos países es posible el cambio.
El resultado dará lugar a situaciones distintas, de avance o retroceso de las
blancas o las negras en el tablero esférico porque ya todos prevemos un pulso
entre Estados Unidos y China, país cuya economía podría seguir creciendo hasta
alcanzar a la estadounidense y que más fácilmente concentra sus recursos en operaciones
militares. El resto del mundo vacila, muy pocos países son verdaderos aliados
de Estados Unidos, baste ver al gobierno alemán colaborando en la campaña de
Petro para entender que para las élites europeas los gobiernos
antiestadounidenses en Centro y Sudamérica son deseables. En todo caso, en las
últimas elecciones que ha habido en Europa han tendido a predominar los
conservadores y liberales, y el atlantismo se ha visto reforzado por la
invasión rusa a Ucrania. Puede que el poderío chino despierte ansiedad
occidentalista en Europa y aun en Sudamérica.
Hay muchas otras elecciones y situaciones de cambio en otros países, pero estas
dos son las decisivas, la hegemonía socialdemócrata en Europa quedaría muy
debilitada si aparte de los países de Visegrad tiene en contra a los gobiernos
de Italia y España, y su hermana hegemonía castrista en Iberoamérica también
quedaría cuestionada al perder un país mayoritariamente peronista-comunista,
más a manos de Milei, su peor enemigo. Y en España un gobierno PP-Vox sería
menos complaciente con Maduro y Díaz-Balart.
Más importantes aún serán las elecciones estadounidenses, donde el partido de
Alexandria Ocasio-Cortez busca cuanta oportunidad tenga de reconocer al
narcorrégimen de La Habana, como ya hizo Obama con el resultado de que los
diplomáticos fueron envenenados. El apoyo al actual gobierno colombiano, cuyos
mayores representantes no vacilan en aplaudir al régimen cubano o el golpe de
Estado de Pedro Castillo, deja mucho que pensar sobre el compromiso del partido
del burro con los valores y aun con los intereses estadounidenses. La
continuidad de ese partido al mando significaría un avance irremediable del
narcocomunismo, cada vez más agresivo (baste recordar a Juan Manuel Santos
amenazando con legalizar el narcotráfico sin consenso con otros países), es
decir, de los regímenes antiestadounidenses, que de hecho son aliados del
régimen iraní, así como de los promotores de la dominación ideológica por
discursos cada vez más delirantes y funestos.
Lo que mueve la benevolencia con los regímenes criminales de Iberoamérica y con
el wokismo que se adueña de las escuelas y los medios de comunicación no es sólo
el afán ideológico o de racionalización de libertinos fanatizados sino sobre
todo el interés de camarillas de magnates. Pero los votantes, tanto en España
como en Argentina y Estados Unidos, tendrán que decidir si quieren que los
totalitarios recluten a sus hijos en las escuelas, ya no para los sindicatos
peronistas ni para las guerrillas de Centro y Sudamérica sino para que se
cambien de sexo y amen como si la vida fuera una fantasía, cada vez más
trasplantados al metaverso a través de la propaganda de la diversidad sexual,
de las drogas y del hábito de la pornografía.
Es lo que traerá el voto por el candidato demócrata, por mucho que la gente
tenga otros móviles. Apoyar al Partido Republicano, sea Trump u otro el
candidato, es oponerse a esa deriva y apostar por reconstruir el país: recuperar
la antigua salud y la antigua determinación. La gran ventaja que tiene Estados
Unidos es que allí «conservador» quiere decir «liberal» y el GOP es el partido
de Abraham Lincoln mientras que el Partido Demócrata es el del Ku Klux Klan. A
los votantes republicanos «no los une el amor sino el espanto», el horror de la
distopía en que los van metiendo, de la que también forma parte la beligerancia
de los enemigos externos del país.
De aquí a dos años quedará claro: la desestabilización global se agravará o
menguará, para saber en qué caso ocurrirá cada cosa, baste comparar los gobiernos
de Obama con el de Trump, o los de Reagan y el primer Bush con los de Clinton.
Los cambios distópicos en las costumbres son parte de esa desestabilización,
nada conviene más a los iraníes o a los chinos que unos occidentales dedicados
a pelear para que sea obligatorio admitir que las mujeres trans son mujeres o
para desaconsejar los métodos anticonceptivos porque en caso de embarazo se
aborta y asunto resuelto. Ahora que no son pobres, los chinos podrán lanzarse a
la batalla de los nacimientos. Ya podrán alimentar a nuevos ingenieros y hacer
crecer aún más su economía. Y mientras tanto en Estados Unidos la población de
origen europeo se va convirtiendo en minoría sin que haya modo de impedirlo.
En el mundo que viene crecerán las amenazas, la posibilidad de invasión de
Taiwán por China será alta, la implicación iraní en Iberoamérica crecerá, el
poder del narcotráfico en la zona andina se afianzará y aun se podrán dar
hambrunas en Cuba, Nicaragua o Venezuela.
El bando wokista en todo Occidente se funda en la mentira y en el despilfarro:
lo que hizo el peronismo es lo mismo que hace Sánchez, y que si pueden harán
los demócratas en Estados Unidos. Consiste en gastar más de lo que se puede para
comprar apoyos políticos y comprometer el futuro del país para asegurarse el
poder. Cada triunfo que consigan, cada persona que vote por ellos, es un paso
hacia la catástrofe.
Ésta podría provenir por ejemplo de una crisis de deuda, habida cuenta de lo
endeudados que están todos los países, o de sacudidas en las regiones más
conflictivas, como África, pero la amenaza que todos ven es la de la
«inteligencia artificial», expresión turbia donde las haya. La automatización
podría entenderse como la creación de autómatas, que cada vez hacen más cosas
por nosotros y que podrían ser la causa de una prosperidad universal. Como
todas las revoluciones tecnológicas, haría cambiar los productos y servicios
que consume la gente y los oficios a que se dedica, cosa que ya ocurre con la
cantidad de personas que ganan dinero como youtubers o en el coaching. Con la automatización, que
lleva décadas expandiéndose, todo será más barato y accesible a todos, algo que
ya se ha visto con internet y la telefonía móvil.
Se teme que dicha «inteligencia artificial» termine dominándonos, que es como
no entender que la humanización es la sumisión a agentes no humanos como Dios,
la ley o la razón. Es curiosa la gente para la que eso puede ser peor que
Putin, los ayatolás o los comunistas chinos amenazando con empezar una guerra
nuclear. Y suponiendo que se quisiera defender la voluntad humana, habría que
empezar por tomarse uno mismo en serio y en lugar de angustiarse por infiernos
imaginarios pensar en hacer algo para resolver los problemas reales.
¿No les llama la atención que Bezos y Musk dediquen grandes fortunas a la
investigación espacial y ni un centavo a limpiar los océanos llenos de
plástico? Eso nadie lo echa de menos, para los wokistas y sus titiriteros sólo
importa hinchar vanidades con esos temas y hacer caja con el dinero público. Hay
gente tan desmedidamente estúpida que se jacta de no consumir plástico, como si
sólo pensaran en su salvación de la culpa (en realidad, sólo piensan en el
prestigio que les da mostrarse así) y gente indiferente. Verdaderos ingenieros
y emprendedores intentando remediar los problemas ambientales más bien no hay,
ni quien los eche de menos.
4 comentarios:
"Unánime", tu argumento es como jugando ping pong pero ninguna objeción a lo escrito.
Es difícil saber si en verdad hay tanta gente estúpida o, como dijo Trump, nos están robando las elecciones.
Jesús Moreno: yo creo que en efecto hubo un fraude en las elecciones estadounidenses, el escrutinio se retrasó extrañamente muchas semanas hasta que aparecieron más votos por los demócratas.
Publicar un comentario