8 feb 2005

En Colombia no hay políticos serios

Por Wilfredo Moreno

En Colombia se está volviendo costumbre lanzar acusaciones sin pruebas, acusaciones que a su vez encuentran eco en los medios de comunicación. Pero después, cuando llaman a los acusadores para que sustenten lo que han dicho, responden con evasivas, como ocurrió hace poco con Peñalosa, o bien exhiben como pruebas recortes de medios de prensa que ellos mismos han alimentado. Ése fue el caso de Horacio Serpa, que aseguraba tener pruebas de vínculos del entonces candidato Uribe con el paramilitarismo y el narcotráfico.

El caso de Peñalosa es lastimoso porque se le tenía por un político serio con muchas posibilidades de llegar al poder en un futuro cercano. Ya antes hubo acusaciones peores, por ejemplo, las de Gustavo Petro, el cual afirmaba que el gobierno de Uribe era "paramilitar" o las de Piedad Córdoba, que dice que el Congreso de la República es un Congreso “paraco”.

Todos esos vendavales cuentan con la complacencia de los medios de comunicación, que se encargan de ponerles altoparlantes esperando sacar provecho de cualquier debate que se pueda suscitar. No les importa estar convirtiéndose en prensa amarilla, pues ya que no hay respeto por la política, ¿por qué no tratarla como se merece? Los mismos columnistas de opinión explotan el circo, tanto es así que dan como un hecho cualquier percepción de algún político de bajos instintos que está esperando la ocasión de hacerse sentir. Así fue como Yidis y Teodolindo se convirtieron en pruebas andantes de la supuesta compra del Congreso por parte del gobierno para que saliera aprobada la reelección.

Lo curioso es que los mismos columnistas se quejan de que Uribe no ayude a reforzar los partidos políticos. Este argumento les sirve para explotar el “mesianismo” del presidente.

En fin, no hay respeto por la política, pues se pueden hacer acusaciones sin fundamentos. Las pruebas son lo de menos: lo importante es dañar lo más posible al contendor. Pero el circo ha llegado tan lejos que ya le está haciendo daño al país en aspectos ajenos a la política, como ocurre con los debates suscitados por el Plan Vial, que llegará a los sitios más olvidados y apartados de Colombia llevando esperanza a sus pobladores. La estrategia de los opositores es acusarlo sin cesar de politiquero hasta obligar al gobierno a posponerlo por ser políticamente inconveniente.

En un escenario así aparece el nombre de quien es considerado el politico más serio de la izquierda: Navarro Wolf; o bien el de un ex ministro de Hacienda.

Valdría la pena preguntarse si ésa seguirá siendo la forma de hacer política en Colombia; de ser así, no nos queda otra opción que esperar que las intrigas, mentiras y odios vengan con la menor cantidad posible de veneno.

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