19 mar 2005

Garzón: imagen y realidad

Por Wilfredo Moreno

La pregunta obligada después de ver una encuesta que muestra al alcalde de Bogotá con una popularidad que roza el 70 % es, ¿cómo puede contar con semejante apoyo alguien tan inepto y que no ha demostrado liderazgo para solucionar ningún problema (por pequeño que sea) de los muchos que aquejan a la ciudad?

La primera respuesta que encontrarán muchos será que las encuestas están arregladas para beneficio del personaje llamado “Lucho”. Percepción que no es del todo descabellada, pues aunque no se manipulen las cifras sí se hay un sesgo en la forma en que se presentan las prioridades. Por eso la mayor parte del cuestionario consiste en preguntas relacionadas con los programas-bandera del señor alcalde, mientras que los ámbitos en que hay una percepción generalizada de que tiene problemas aparecen maquillados y envueltos en promesas de pronta solución. Tal es el caso del espacio público, la movilidad, la malla vial o la seguridad.

Últimamente Garzón ha sumado a su estrategia la estigmatización de los descontentos para frenar a la parte de la sociedad que tiene el valor de manifestar su inconformidad. Eso hace pensar que al no tener soluciones a los problemas se dirige en esa vía. Fue lo que pasó cuando llamó "hipócritas paracos" a los que piden respeto por el espacio publico. Y después de que los taxistas se quejasen por el asesinato de muchos de sus compañeros, coincidencialmente en City TV, aliada ideológica del alcalde, corría una campaña para desprestigiar la labor de los taxistas, incluso comparándolos con asesinos en potencia, con el único objetivo de disminuir el impacto de las protestas. Ese suceso tendría poca transcendencia si el señor alcalde no estuviera usando esa actitud peligrosa para mantenerse en las encuestas. Cuando un joven fue atacado por sus seguidores por llevar una pancarta que pedía su renuncia, él se mantuvo en silencio, aplaudiendo lo que veían sus ojos. ¡Si él mismo insite en exterminar a quienes lo contradicen! ¿No lo han oído llamar paracos hipócritas a los que piden un grado de respeto?

Los medios que están a su favor justificaron lo sucedidos con frases como “En la cueva del lobo”. Peligrosa actitud que está llevando a la cuidad a una polarización aún más fuerte, que se inició cuando Garzón fue elegido como alcalde, cosa que no parece quitarle el sueño porque sabe que las políticas de la izquierda primitiva no están hechas para satisfacer ni unir a toda la sociedad y la polarización división y estigmatización son los únicos factores que mantienen en el poder a la gente de esa marca, aún más cuando sabe que los padrinos que lo respaldan son gente que concentra mucho poder. Por eso todo pasará por alto y afectará poco su imagen en las encuestas, posiblemente bajará un poco, algo así para mantenerse con el 52%, cifra suficiente que le dará mas tiempo para crear nuevas estrategias.

Otro factor que le ayuda a mantenerse en las encuestas es que sus programas-bandera se presentan en la vitrina publica como de alto impacto social y lo peor, prioritarios para el buen funcionamiento de la ciudad. Aunque carezcan de un estudio que les dé alguna veracidad. En estos momentos se desconocen los beneficios que prestan a la comunidad programas como Bogotá sin Hambre y El Médico en su Casa y mucho menos el impacto que tendrán en el futuro, todo se limita a explotar la imagen del hombre “bondadoso” que se acordó de que había pobres y que por lo tanto no se podía seguir construyendo ciclorrutas y demás obras faraónicas que siguieran “dividiendo” más a las dos capas sociales que comparten la ciudad. Había que buscarle solución a los problemas de los más pobres y ése es exactamente el cuento que le está vendiendo Garzón y su partido a Bogotá, un cuento muy fructífero para obtener réditos de popularidad y futuro electoral, pero que a su vez le pondrá cadenas a la hora de buscar verdaderas soluciones que integren a todos los habitantes de la gran urbe, lo cual sólo será posible en un ciclo de prosperidad.

El tema de la pobreza es el que más réditos produce a la hora de hacer el balance administrativo, mientras se siguen vendiendo los programas de corte populistas (Bogotá sin hambre, El Médico en su Casa, etcétera) como la solución a la pobreza que a su vez califica la gestión del alcalde.

Los programas de verdadero impacto social son expuestos como simple monumentos al egocentrismo de anteriores administraciones. La mejora de la movilidad que aumenta la productividad y por lo tanto disminuye la pobreza y mejora la integración social se presenta como solución a problemas de ricachones que se quejan por llegar tarde a sus citas y demás reuniones. Eso dirán D'artagnan y Daniel Samper, por eso Trasmileneo no pesa y las ciclorrutas (invento para que los hijos de los ricos paseen) tampoco pesan a la hora de calificar una buena gestión. La misma vara de medir se usa para el espacio publico, su invasión no sólo restringe la movilidad sino que también impide que se normalice la economía, lo que en definitiva es un factor importante a la hora de crear empleo y disminuir la miseria.

Pero el cuento que se vende es aquel que reza que quienes se quejan son los ricachones que no pueden pasear con sus perros y además son hipócritas con doble moral porque mientras le compran a los vendedores ambulantes se quejan de ellos y quieren premiar los crímenes atroces.

Los colegios en concesión según él era un instrumento diabólico sacado del capitalismo más salvaje para hacer negocios con la educación y no lo que realmente significaban: buena educación para los hijos de los pobres, educación de primera, cosa que FECODE no garantiza y que realmente sí ayuda a integrar a los pobres. No seguiré hablando del beneficio social de los parques, las bibliotecas y demás programas que en realidad sí estaban hechos para abrir camino a los más humildes, porque las encuestas que califican la gestión de Garzón se limitan a medir la percepción de los programas “sociales” que Garzón a mala hora implantó engañando a todos.

Ya Bogotá Cómo Vamos se olvidó de la objetividad que utilizó a la hora de mostrar cifras y cifras y mas cifras que comprobaban la existencia de la pobreza en Bogotá, hoy esa pobreza parece estar borrada gracias a Bogotá sin Hambre y El Médico en su Casa, o por lo menos esa “objetividad” se dirigió a apoyar esos programas como verdaderos salvadores de los pobres.

Los estudios serios no importan porque los programas en gestión no pasarían una mínima inspección, ya que no están construyendo ni tejido social ni nada. Perdón, sí están construyendo algo, más gasto en burocracia, más dinero al bote de la basura (amigos de Garzón) y que como siempre prometen ríos de leche y miel y lo que realmente llevan es la frustración colectiva.

Al mismo tiempo que el ciudadano que se centra en Bogotá, califica de buena la gestión del alcalde, no niega su disgusto porque el progreso sea cosa del pasado, ese síndrome contradictorio que se está apoderando de la ciudad sólo tiene una explicación: las encuestas son un complemento de la campaña que va dirigida a que el bogotano se mande la mano al corazón a la hora de responder el cuestionario imaginándose a Garzón como un limosnero que pide que le ayuden. ¿Después de dar una lismona uno no se siente bien? Todo sustentando en programas como Bogotá sin Hambre y El Médico en su Casa, programas que por el objetivo que fueron diseñados(sumar popularidad no importa que no resuelva el problema de la miseria) atrasarán a Bogotá, la destruirán. Una lástima porque era una ciudad que iba tan bien y hasta se había convertido en ejemplo a seguir no sólo en Colombia sino también en muchas partes del mundo.

1 comentario:

Mauricio Silva dijo...

califique la gestión del alcalde jugando http://www.aulajuego.com/humor/tortas2/