En la revista Semana organizaron un chat sobre el papel de los medios, pero los invitados eran tan leves y ajenos a una discusión seria que ni siquiera el asesor presidencial José Obdulio Gaviria dijo nada interesante. Todos hablan sobre si se da demasiado espacio a las declaraciones de los guerrilleros, si se informa demasiado sobre los crímenes, si se da una buena imagen de las guerrillas.
Pero los problemas que de verdad importan no los abordan: la difusión de mentiras y la corrupción del lenguaje que favorecen el narcoterrorismo, que en realidad está dirigido por los mismos dueños de los medios.
Hoy tenemos un ejemplo maravilloso en estas declaraciones de Jan Egeland recogidas por El Tiempo: "Egeland consideró 'preocupante' el hecho que hayan aumentado los secuestros en los dos últimos dos o tres años en Colombia, después de que el número disminuyera considerablemente".
Pero es que en los dos o tres últimos años es cuando ha disminuido considerablemente el secuestro, lo cual sin duda tiene muy preocupado al señor Egeland, que nunca ha ocultado su deseo de alentar a las FARC. La frase da por sentado que los secuestros han aumentado, lo cual es una mentira flagrante, pero forma parte de la típica campaña de calumnias y mentiras de ese periódico.
En realidad todo el futuro de Colombia se cifra en esa pregunta: ¿conseguirán en los próximos años los dueños de El Tiempo, Semana, El Espectador, Cromos, etc., imponer su propaganda y estructurar toda la trama de masacres, sobornos, mentiras y leguleyadas o la sociedad podrá responder recurriendo a la evidencia de los sentidos y a la información que no está mediada por estos agentes de la opresión?
Va a ser muy difícil porque aparte de los recursos, de las tropas de niños y la adhesión de las elites intelectuales cuentan con la pereza mental de la gente, que le presta más atención a lo que ve legitimado por sus amos de toda la vida.
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