14 jul 2005

Las excusas de la masacre de Londres y nuestros terroristas

La conclusión a la que llega el señor Nieto Loaiza en su artículo en El Tiempo es de una torpeza deprimente: la intervención en Irak alentó a los terroristas.

En tal caso, ¿qué los alentó a atentar contra las torres gemelas?

Las "mentiras" que se usaron para justificar la intervención partían del hecho de que en 1991 se firmó un acuerdo por el que el gobierno iraquí colaboraría con los inspectores de la ONU, y en doce años no hizo otra cosa que humillar a la organización.

La "ilegalidad" es un argumento de los antiamericanos que el columnista acepta sin más: ¿cómo puede ser ilegal un acto que no puede ser declarado tal por ninguna autoridad competente?

Esos principios de no uso de la fuerza por fuera del Consejo de Seguridad y de no intervención vendrían a convertir las resoluciones de la ONU en papel mojado, pues siempre habrá algún miembro permanente dispuesto a vetar las intervenciones, como habría ocurrido con China y Francia si se hubiera pensado en hacer algo para impedir el genocidio en Camboya y Ruanda.

Pero esas retóricas tienen mucha acogida y son plenamente complementarias de las acusaciones contra EE UU por haberse aliado con Sadam y con Bin Laden. ¿Es que no reconoce el mismo articulista que es prácticamente imposible impedir que un terrorista suicida haga de las suyas en una gran ciudad?

Ahora va a resultar que todo el problema es que se les dieron justificaciones para hacerlo, cuando precisamente la única razón profunda de todo eso son los sueños de poder que el control de las reservas de petróleo y el peso demográfico del islam generan en muchas cabezas saudíes y panárabes.

Penoso. La intervención estadounidense en Irak es respaldada por la inmensa mayoría de los iraquíes, y a pesar de la orgía de atentados que han cometido los antiguos miembros de la Guardia Republicana aliados con las huestes de al-Qaeda, no es lo mismo correr el riesgo de un atentado terrorista que sufrir todas las familias la desaparición forzada que practicaba el régimen. Si se tiene en cuenta que en 20 años esas víctimas son alrededor de un millón, la proporción de víctimas mortales en el Irak de hoy es bastante inferior, por no hablar de los derechos políticos, de la mejora rotunda en los ingresos, de la relación abierta con los parientes del exterior (cuatro millones, un 15 % de la población), etc.

Y por no hablar también de los avances que se dan en la democratización de otros países árabes, como los emiratos, Jordania y el mismo Egipto, o del retroceso de los islamistas en un lugar como Arabia Saudí.

Con respecto a los terroristas que masacran a la población de Irak uno se encuentra con el mismo discurso que predominaba hace unos años con respecto a las FARC: "Son invencibles, hay que ceder y ponerse de acuerdo con ellos".

Con el tiempo se demostró que esos razonables apaciguadores más bien recibían favores y en absoluto perdían nada con el ascenso de las FARC. Lo mismo que los partidarios del terrorismo que han comentado esta columna, una rotunda mayoría.

No me preocupa esa gente, ya sé que están ahí y que son en esencia el producto de la universidad colombiana, incluida la del Opus Dei, y en realidad de los valores de la tradición esclavista.

Lo que me preocupa es que la mayoría de la sociedad, esa mayoría amenazada por las FARC y sus partidarios se aferre a la estúpida creencia de que las FARC sólo son unos desharrapados de las selvas.

Sería muy fácil acabar con las FARC si se comprendiera que son en conjunto las universidades y los sectores de descendientes de las castas privilegiadas de la sociedad colonial enquistados en el Estado y aferrados a sus privilegios.

La gente sueña con ser como ellos, son la jerarquía social que los demás aceptan, y cuando los niños esos cometen una masacre, alentados por personajes como Caballero, en realidad la sociedad lo acepta como una reprimenda de la autoridad.

Eso sí que importa, no la gastada fraseología terrorista.

12 comentarios:

Victor Perez dijo...

Cordial saludo:
Realmente disiento por poco convicente el argumento de que la mayoria de los iraquies apoyan la invadio gringa. No creo haber leido ninguna estdistica al resepscto, ni creo que existe. Por el contrario, la experiencia historica siempre ha mostrado que un pueblo invadido, asi seapor las buenas razones que quiera mostrar el invasor, siempre reacciona por instinto, si se quiere, a esa invasion, y no creo que Irak sea la excepcion. Ahora, un articulo como el del periodista del tiempo que ud cita no es mas que un lugar comun, una frase de cajon que venimos oyendo hace mucho y que en mi criterio no amertia ni siquiera un comentario. Saludos

Ruiz_Senior dijo...

Para Vopa:

Respecto a si la mayoría de los iraquíes apoyan la intervención la respuesta es fácil: en las elecciones de hace unos meses hubo una participación que jamás se ha visto en Colombia, y eso a pesar de que votar significaba jugarse la vida.

Con decir que hasta las prácticas religiosas de la comunidad mayoritaria estaban prohibidas y que a dos comunidades importantes el tirano las había masacrado, aun con gases, la idea de que la gente añora a tan amable compatriota es mera audacia.

Lo mismo que decir que hay un "pueblo invadido". Ante todo hay un pueblo liberado que ha visto morir a un millón y medio de compatriotas, que proporcionalmente es como si en Colombia fueran dos millones y medio, a manos del tirano, bien en guerras con sus vecinos, bien asesinados en los campos de exterminio.

Respecto al apoyo que tienen los terroristas la respuesta es sencillísima: a pesar de que ha habido muchos miles de muertos por tratar de buscar trabajo en la policía, siguen inscribiéndose. ¿Y qué apoyo puede tener alguien que masacra continuamente a los propios ciudadanos?

Es la vida cotidiana: yo conozco a personas que han estado allí, cuento con datos como las elecciones, sin hablar de las estadísticas de pertenencia religiosa y étnica de los iraquíes. Pero ¿qué van a valer esas cosas ante un prejuicio generalizado y respaldado por personas tan rectas y de miras elevadas como Antonio Caballero, Collazos y Abad Faciolince?

Es lo de siempre: ¿cómo es que el pueblo panameño no se ha rebelado en contra de los invasores y no ha salido a pedir la liberación de su presidente preso? Son nuestros vecinos y ex compatriotas. Curioso, no, un pueblo invadido que por una vez que toca cerca no se rebela contra la invasión. Y eso por no hablar de los italianos, que en lugar de enfrentarse a los invasores mataban a sus gobernantes, de los camboyanos, que, aunque quedaban ya sólo dos tercios, presumiblemente estarían todos rodeando a su gobierno. Y de los ruandeses tutsis, invadidos también por fuerzas de tutsis de otros países. Un pueblo invadido no escucha las razones de su invasor sino que enarbola con orgulla la bandera patriótica.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Y ellos, no

Por Fernando Savater

En cuanto vuelve a producirse otra matanza terrorista, suena de nuevo la acostumbrada y retórica cantinela: ¿libertad o seguridad? Como si fueran incompatibles, incluso contradictorias. Los que más nos alarman previniéndonos contra el posible recorte de libertades democráticas suelen ser precisamente los mismos que, en épocas de bonanza, no escatiman su escepticismo respecto a ellas: cuando todo marcha bien son meramente formales, aparentes, carentes de garantías. Pero, tras las bombas, se vuelven preciosas: el Leviatán estatal aprovechará la menor ocasión para arrebatárnoslas... Lo cierto es que la dialéctica entre libertad y seguridad proviene de mucho antes que el terrorismo contemporáneo. En realidad, ha solido llamarse "progreso social" al recorte de ciertas libertades particulares a fin de conseguir mayor seguridad de bienes para la mayoría. La enseñanza general obligatoria, por ejemplo, o la no menos obligatoria cotización para la Seguridad Social, la velocidad máxima permitida en las carreteras, los impuestos y qué sé yo cuántas cosas más que limitan la libertad de elección de bastantes en nombre de lo que se supone mejor para todos, ante la indignación de neoliberales y de libertarios de derechas. Según el planteamiento digamos "progresista", la seguridad así conseguida permite un uso más eficaz y auténtico de la libertad a quienes de otro modo verían la suya coartada por la incertidumbre o la necesidad.

Soy lo suficientemente viejo como para recordar las épocas anteriores a la oleada de secuestros aéreos que inició las actuales medidas de seguridad en los aeropuertos: en aquellos días felices se subía uno al avión sin muchos más trámites que al autobús... Y en mis primeros viajes a Londres se fumaba tranquilamente en todos los transportes públicos, incluido el metro, hasta que un incendio fortuito en una estación acabó fulminantemente con tan placentera (para unos) y mortífera (para otros) licencia. Es decir: los proyectos sociales igualitarios imponen ciertas coacciones y los abusos o riesgos de la sociedad de masas restringen algunas privanzas, pero resulta bastante exagerado clamar que cada vez vivimos más esclavizados. La seguridad es un ingrediente fundamental de las libertades públicas, lo mismo que sin éstas nadie está realmente seguro frente a las autoridades o entre los demás. Lo importante es que si desaparecen privilegios o se imponen ciertas incomodidades, sea de modo proporcionado y sin afectar nunca a las garantías fundamentales sobre las que se asienta la democracia (como creo que ha ocurrido en Guantánamo, por ejemplo). Y no olvidemos que algunos de nuestros clásicos -sobre todo los que vivieron períodos de inestabilidad y enfrentamientos civiles- van incluso más allá en la recomendación de amplitud al interpretar las leyes. Por ejemplo, Montaigne: "De verdad, cuando se llega a unas situaciones tan apremiantes que no cabe aguantar más, acaso sería más razonable bajar la cabeza para prestarse un poco a recibir el golpe, en vez de llevar la obstinación hasta sus últimas consecuencias y mostrarse inflexible, porque si no se suelta nada, se da pie a que la violencia todo lo pisotee: cuando las leyes no pueden lo que quieren, más valdría obligarlas a querer todo lo que pueden" (Ensayos, I, XXIII).

Hasta ahora, la amenaza comprobada del terrorismo internacional no ha supuesto en las democracias europeas mutilaciones insoportables de libertades fundamentales, aunque es casi seguro que aumentará restricciones y fastidios de nuestra existencia colectiva en el próximo futuro. Pero debería quedar claro en momentos como los que vivimos que los que ponen en jaque nuestra seguridad y nuestra libertad son los terroristas y no las autoridades que pretenden impedir sus fechorías. Tanto lo ocurrido en Madrid como en Londres indica claramente que ha sido una consideración generosa hasta la negligencia de las libertades de expresión y reunión de ciertos grupúsculos lo que ha facilitado los crímenes que ahora deploramos. En España, las medidas de Garzón y otros contra radicales islamistas fueron denunciadas antes del 11-M como abusos autoritarios destinados a agradar a Bush; en Inglaterra, desde hace más de diez años se permite que líderes radicales lleven a cabo actividades de proselitismo y exhorten al exterminio de los adversarios. Por ello no se entiende muy bien el diagnóstico de Gema Martín Muñoz tras los atentados de Londres: "Ha habido un exceso de celo policial que ha llevado al hostigamiento de las comunidades musulmanas y a interpretar en clave de control policial todo lo que se relaciona con el Islam, fomentando el racismo y perniciosos sentimientos de humillación" (en Al Qaeda y la lucha antiterrorista, EL PAÍS). No parece que tal cosa sea cierta ni en España, ni en Inglaterra, ni en Holanda, por citar tres lugares que han sufrido violencia terrorista recientemente y a distinta escala. No es el celo policial lo que provoca los atentados, sino su ausencia lo que permite fraguarlos.

En su primer discurso tras los crímenes de Londres, flanqueado por todos los líderes del G-8, Blair pronunció una frase cuya aparente redundancia me resultó especialmente expresiva: "Nosotros ganaremos; y ellos, no". Algunos habituales de este tipo de alharacas han reprochado al premier británico reincidir en el enfrentamiento entre civilizaciones, monopolizar etnocéntricamente valores universales, etc. Pero a mi juicio dijo algo a la vez obvio, sensato e importante. El "ellos" que utilizó no se refería a los miembros de una etnia o a los fieles de una religión, sino a los terroristas islamistas. Pero lo que quiso subrayar es que "nosotros", es decir, los ciudadanos de sociedades democráticas, debemos ganar, y que para ello los terroristas no pueden ser ignorados o considerados un fenómeno antropológico, sino que han de ser derrotados. Por supuesto, el terrorismo islamista tendrá sus causas, como todos los aconteceres de este mundo. Algunos pensadores nos han brindado las más profundas: el capitalismo salvaje, la arrogancia de Occidente, la injusticia universal, etc. Me extraña que nadie haya mencionado el Pecado Original, que también tuvo mucho vicio. Por cierto, el nazismo y el estalinismo tampoco carecieron de causas, quizá a fin de cuentas compartieran alguna con el terrorismo actual. En cualquier caso, lo urgente ahora es defendernos de sus ataques y proteger los mejores logros de nuestras sociedades frente a ellos. Algunos recomiendan que hagamos examen de conciencia, ejercicio siempre beneficioso; pero, en las trágicas circunstancias actuales, se diría que quienes más urgentemente deben practicarlo son los miembros de comunidades islámicas que desean vivir compartiendo esos valores democráticos que por fin deben ser reco-nocidos como universales y no eurocéntricos. Son ellos los más interesados en preguntarse por qué parece que su mayor aportación contemporánea a la modernidad política es Al Qaeda y cómo modificar la mala fama que tal parentesco puede propiciarles. Sin duda, nuestros países pueden y deben modificar muchos aspectos de su política exterior, luchar contra la miseria y la ignorancia en cualquier parte de nuestro globalizado horizonte, etc. Pero no precisamente para convencer a fanáticos ávidos de poder y venganza, a los que nunca faltarán justificaciones mientras les sobren armas, sino por razones políticamente más nobles.

Porque es precisamente con la política democrática con lo que quiere acabar el terrorismo. Lo ha señalado Michael Ignatieff en su interesante y polémico ensayo El mal menor: "El terrorismo es una forma de política cuya meta es la muerte de la propia política". Y es tal exterminio el que debemos evitar, desde la cordura de nuestras convicciones pero también desde la firmeza en mantenerlas. Lo más importante intelectualmente hoy no es tanto comprender los motivos de los terroristas, sino los nuestros para resistirles sin emplear sus propias armas. Tengamos claro por qué es imprescindible que en todo el mundo se abran paso los valores democráticos, y ellos, no.

Anónimo dijo...

STRANGE FRUIT
by DAVID MARGOLICK
Southern trees bear a strange fruit,
Blood on the leaves and blood at the root,
Black body swinging in the Southern breeze,
Strange fruit hanging from the poplar trees.

Pastoral scene of the gallant South,
The bulging eyes and the twisted mouth,
Scent of magnolia sweet and fresh,
And the sudden smell of burning flesh!

Here is a fruit for the crows to pluck,
For the rain to gather, for the wind to suck,
For the sun to rot, for a tree to drop,
Here is a strange and bitter crop.

Esta canciòn es muy representativa de los que sucedìa en USA hacia los años 40. La violencia y la injusticia que debìan padecer los afroamericanos. Parece ser igual a la violencia que sufrieron los sunitas a manos de Hussein o la que sufren los campesinos a manos de quienes "defienden"la construcciòn de una sociedad "mejor" con la polìtica de El fin justifica los medios.

Fiona

Ruiz_Senior dijo...

Copio estos comentarios al artículo de Alfredo Rangel, sobre el mismo tema, hoy en El Tiempo.

El nivel de los columnistas de prensa en Colombia siempre es lo que se dice manifiestamente mejorable, pero cuando hablan de asuntos internacionales se vuelve inmejorable, absoluto, un triste retrato de nuestro retraso.

No hace mucho leí a una columnista (no diré su nombre por el debido respeto a las damas a que obliga la bizarra nobleza de nuestra condición) que seriamente concebía a Alá como un enemigo de Dios.

Hoy sale Rangel tratando a los musulmanes como damas, con bobalicona condescendencia, aludiendo a "su respetable y pacifista fe religiosa". ¡Pero si es la sacralización de la conquista! No sólo el Corán sino los dichos del Profeta son todo un programa de dominio del mundo, algo muy frecuente en muchas religiones antiguas.

Ya lo de menos es que la causa sea la invasión de Irak: ¿por qué no convertirnos todos al islam y así evitar que nos maten? Siempre habrá un agravio que puedan explotar.

En una ocasión, Carlos Alberto Montaner, que seguro lee más prensa gringa que Rangel, explicaba que los atentados del 11 de septiembre eran el resultado de la inacción del gobierno de Clinton, que había permitido mil desmanes en Afganistán al tiempo que la escalada terrorista avanzaba en todo el mundo: bombas en Kenia y Tanzania, hundimiento de un buque de mil millones de dólares en el golfo, etc.

¡Ahora por la invasión de Irak tienen campos de entrenamiento, pero antes del 11 de septiembre el hecho de tenerlos en Afganistán por lo visto no servía en absoluto a los terroristas, puesto que esta clase de necios sólo buscan sus posibles justificaciones!

La causa del terrorismo islamista, igual que la causa del surgimiento del islam en su día, es la prosperidad fabulosa del petróleo (entonces la inexistencia de un imperio que dominara la región y la prosperidad del comercio), que alimenta sueños de gran potencia para el país que al mismo tiempo es capital de esa confesión.

Las motivaciones personales de los terroristas pueden ser muchas, así como los mecanismos psíquicos de adoctrinamiento, pero lo que cuenta es la base social en las clases altas árabes.

La respuesta estadounidense en Afganistán e Irak ha abortado por completo esos sueños de poder: en ninguna parte habrá por lo pronto gobiernos islamistas, y aun sociedades como la misma saudí han reaccionado al ascenso islamista.

¡No faltaría más sino dejarlos sin respuesta, conquistando Pakistán y amenazando al mundo con sus armas nucleares! En comparación con ese ascenso, las posibles bombas con algunas decenas o cientos de muertos son poca cosa. La Segunda Guerra Mundial se llevó a 60 millones de personas, una guerra islamista con verdaderos ejércitos de hashishín formados en sus territorios podría ser muchísimo peor.

Pero en Colombia, donde a fin de cuentas el antiamericanismo es entre las clases acomodadas más o menos igual que en Arabia Saudí, las razones de los terroristas siempre predominarán en la prensa.

De momento hay unas fuerzas estadounidenses controlando a Irak, y no van a irse sin asegurar al menos algunas bases militares que permitan controlar la región. La catástrofe anunciada no tendrá lugar, por mucho que en Europa gasten continentes de papel y océanos de saliva en soñar con el deseo.

Y en Colombia seguirán pontificando, cómicamente, de repente convertidos en superiores morales y estratégicos a los vencedores de todas las guerras modernas. (La de Vietnam fue un episodio de la Guerra Fría, que terminó ganando EE UU.)

Ruiz_Senior dijo...

Y como el tema suscita muchos argumentos, también comento el artículo de Eduardo Posada Carbó, en El Tiempo.

Señor Posada, a riesgo de parecer estar haciendo algún tipo de sociología mágica, yo tengo la firme convicción de que el sustento de esos crímenes es el apoyo que tienen. No en el mundo musulmán, sino en el Reino Unido.

¿Cuántos colombianos cree que han justificado plenamente esos atentados? Yo estoy seguro de que entre los que han pasado por una universidad colombiana al menos el 80 %. ¿Lee usted los comentarios a las columnas de El Tiempo?

Por ejemplo los que aparecieron ayer a la columna de Rafael Nieto. Pero ¿cuántos europeos aplaudieron los atentados del 11 de septiembre?

No fueron pocos, y eso tiene su impacto también en el Reino Unido, donde la cultura de la tolerancia está muy mezclada de multiculturalismo, donde el gobierno participa en la invasión de Irak pero salen cientos de miles de manifestantes a aplaudir a los terroristas que masacran iraquíes.

El terrorista suicida es un héroe de su comunidad, y ésta se aferra a esos signos de identidad porque de ellos obtiene algún poder dentro de la sociedad británica, o lo obtienen algunos musulmanes dentro de su comunidad (los hombres sobre las mujeres, los viejos sobre los jóvenes, los tradicionales sobre los asimilados al Occidente, los gregarios sobre los indivindualistas, etc.).

Con lo que el terrorismo cuenta con algún tipo de legitimidad, que no procede de la adhesión de las masas árabes sino del antiamericanismo predominante en Europa.

También la guerrilla en Colombia sería otra cosa sin el apoyo europeo, sin la bendición de la autoridad reconocida, que no sólo son los europeos sino también los patricios colombianos.

En resumen, Arabia Saudí, la gran potencia petrolera, empezó desde hace años a usar sus petrodólares para promover la religión en todo el mundo árabe y musulmán: es la otra baza que tiene, aparte del petróleo, para convertirse en líder regional pese a su insignificancia demográfica e intelectual al lado de países como Egipto o Turquía.

Ese sueño compartido por los poderosos del país se manifiesta de diversas maneras, en el caso de Bin Laden lo que cuenta es la audacia y la oportunidad: se le permitió hacer y deshacer en Afganistán y cometer terribles atentados en África, el paso siguiente para cohesionar a la población de los países musulmanes, eso esperan, es atacar a EE UU.

La gente que sufre el islam los rechaza y se aparta de ellos, pero los europeos encuentran al nuevo Che Guevara, al nuevo Lumumba, al nuevo Mao que acabará con la hegemonía de su aliado.

La respuesta de Bush debilita todas las aspiraciones islamistas en sus países y despierta el rechazo al islamismo en la misma sociedad saudí, pero moviliza el antiamericanismo europeo.

Los suicidas sufren toda clase de presiones sectarias y aun de adoctrinamiento (a fin de cuentas, nadie ha demostrado que los fieles a nuestra gente no vayamos a estar atendidos en el trasmundo por ninfas viciosas), pero la legitimidad de su acto la encuentra en el Guardian y en el ambiente de la gente con la que trabaja (por ejemplo el que era maestro).

No era un demente ni nada parecido, pero ¿no debería hacer alguien algo cuando el gobierno británico va y masacra a los iraquíes y allá hay cientos de valerosos resistentes que se inmolan contra esa invasión?

Bueeeeeeno, es como yo lo veo: el terrorista suicida que se inmola en un vagón de metro me da menos miedo que cualquiera de los asquerosos que aplaudía ese acto, por ejemplo en los comentarios a la columna de Rafael Nieto Loaiza.

Y si pienso que hay muchas decenas de millones de personas así en toda Europa y Latinoamérica, el futuro es estremecedor.

No se trata de islamismo ni de kamikazes delirantes, sino de los valores predominantes en medio mundo.

Anónimo dijo...

Todo depende desde que lado lo miremos.
Por ahi dicen que la historia la escriben los que ganan las batallas.

Por ahi tambien he escuchado:
Hay tres realidades:
La que uno cree
La que el otro cree
Y la que realmente es.

Para nosotros los Colombianos, nuestros antepasados se revelaron contra los españoles y terminamos "ganando". Pero ellos lo ven como ua perdida tremenda de territorios en la cual el pueblo se revelo. Quien esta en lo correcto?

Lo unico que se es que ningun o persona deberia tratar de imponer sus ideales sobre otros paises o personas. es la unica manera de acabar con las guerras y terrorismo.

Estados Unidos no tiene nada que hacer por alla en Irak. Lo unico que esta logrando es crear mas destruccion y odio hacia ellos. En 20 años otro atentado como el de las torres gemelas se va a repetir, y la gente se va a preguntar que por que?
Tan ilusos!

Atrabilioso dijo...

Lamento utilizar este espacio pero es totalmente necesario el uso. Me parece desafordunado haber sido involucrado de manera directa en la disputa que usted mantiene con Mary T en el blog de Crítico de Colombia. Pero ante la mención de Atrabilioso, no puedo menos que dejar MUY CLARAS LAS POSICIONES que se manejan en mi blog.
Con relación a las palabras de MaryT: "O sea, Mr Ruiz me veto de su blog, el gana, lo mismo que el de Atrabilioso. Lastima".
Con todo respeto,le he solicitado a Mary T que rectifique esta frase, pues da a entender que ATRABILIOSO la vetó y eso, en ningún momento se ajusta a la verdad. De igual forma le he manifestado que si el veto proviene de Jaime Ruíz, pues que lo considere un forista más que no podría decidir establecer una censura en Atrabilioso.
En cuanto a las afirmaciones de Jaime Ruíz, también quiero dejar mi voz de protesta. Estimado Jaime, que desde su perspectiva vea como una concesión el hecho de encontrar elementos comunes y de identidad en una idea, NO SIGNIFICA QUE LOS FORISTAS SEAN CONDESCENDIENTES. La prueba está, por ejemplo, si hablamos de mujeres, que en varias oportunidades he sido especialmente duro con dos foristas habituales, Fiona y Jazz, al punto que una de ellas decidió no volver a participar. Entonces, su teoría de la condescendencia queda desvirtuada, porque además, me parece abusivo de su parte que pretenda conocer las intenciones íntimas de los que participamos en Atrabilioso, afirmando además que
"la mayoría de los que participan en Atrabilioso, es de condescendencia. ¡No se ofende a las damas! En realidad ni se las escucha".
No se cual será su posición frente a los comentarios de una dama, pero a mi me merecen el mismo respeto y consideración que las de un hombre. Esto es una pelea de género sin ningún sentido, pues además asegura que no las escuchamos.
¿Será que Mary T no ha sido escuchada en Atrabilioso? ¿Será que sus dudas no han sido oportunamente aclaradas? ¿Será que en algunas oportunidades no hemos estado en desacuerdo y se lo he manifestado con repespeto y convicción?
Entonces, es una ligereza el adjudicarle a Atrabilioso estos dos males: el de la complacencia y el de la sordera.
Ofrezco disculpas por usar el espacio para esta defensa, pero el nombre de Atrabilioso, como blog, lo haré respetar con todas mis energías y no permitiré que sea utilizado con malas interpretaciones, pues finalmente el único capital que se ha logrado con esfuerzo es la credibilidad que la mayoría de lectores sienten por Atrabilioso y comentarios dañinos afectan una credibilidad construida en la buena fe, en el reconocimiento de cualquier lector (sin género) como un interlocutor válido que merece respeto al aprobar o rechazar sus opiniones.
Finalmente, con el nombre y la credibilidad de Atrabilioso NO SE JUEGA.

Ruiz_Senior dijo...

Respuesta a Atrabilioso:

Hay algo en lo que usted tiene razón, y es en el error de atribuir actitudes a una "mayoría" que es imposible evaluar. Digamos que hay una tendencia que manifiestan la mayoría de los comentaristas de su blog que hacen pensar eso, pero se caería en el error típico de quien oye "Tu prima Juana se va a casar con un negro" y entiende que se va a casar con un pobre. Bueno, la mayoría de los negros son pobres, pero el del cuento podría ser un potentado.

Ese tono condescendiente hacia las mujeres es algo tan típico de Colombia que no hay foro de internet en el que no lo haya encontrado.

En fin: no puedo demostrar que no me apresuré a juzgar esa actitud de la mayoría a pesar de que leí algún comentario de ese estilo.

Pero en lo que sí yerra Atrabilioso es en entender que lo ataco a él o a su blog. Si tuviera un reproche serio que hacerle no hablaría de los comentaristas en abstracto sino que lo mencionaría directamente. ¿Desde cuando el patrón de un blog es responsable de lo que puede escribir cualquiera? En todo caso sería responsable de lo que publica en la sección de posts "oficiales", como esta hermosa frase del post de hoy:

"A la luz de estos hechos, me parece que el tal desarrollo sostenible es una retórica vacía, un abuso lingüístico que viene a sumarse a los excesos a los que ya ha sido sometido el término terrorismo y al intento por borrar la expresión conflicto armado del lenguaje diplomático. Un engaño que no se sostiene, y que, cuando mucho, podría aspirar a ser leído como un ambicioso proyecto literario por afirmar la supremacía de las palabras."

No lo sé, es algo que despide cierto tufillo. Pero en absoluto voy a atribuir esos razonamientos a Atrabilioso, quien simplemente publica un escrito sobre un tema interesante y no presta mucha atención al aspecto calumnioso de ir señalando la adjudicación en alquiler a una empresa turística de cuatro kilómetros de línea litoral como una forma de premiar a las AUC, SÓLO PORQUE COINCIDEN LAS FECHAS. Sin muchas pruebas, claro. Sólo con base en el amor del colombiano al patrimonio natural, mucho mayor que a la generación de empleo y por supuesto indiferente a la continua expansión de los narcocultivos por los abusivamente señalados como terroristas.

Esas playas arrendadas las conozco y pese a su potencial turístico sólo son un infierno de mosquitos y carencia de servicios. La guerra contra los que van a proveer empleos regulares a la gente de la región sólo es otra faceta de la resistencia del statu quo a la civilización. No creo que la modesta industria turística que se pueda desarrollar ahí vaya a tener ningún grave impacto ambiental, como por ejemplo la indolencia de la gente a la hora de reciclar el vidrio o el papel (me refiero sólo a la gente rica de Bogotá, unánimemente enemiga del turismo).

En fin: puse como ejemplo a la mayoría de los participantes en su blog, y tal vez fuera injusto. En todo caso sin rigor. Pero en ningún momento me referí a usted.

Ruiz_Senior dijo...

Respuesta a Juan:

Acerca de si alguien puede imponer algo a otros, figúrese que ahora los iraquíes pueden elegir a sus gobernantes y hace unos años ni siquiera podían celebrar sus ritos religiosos. ¿Por qué me suena ese razonamiento como el de un padre que hace vida conyugal con las hijas? ¡Que nadie vaya a tu casa a decirte como debes vivir!

Ahora, está bien: no debe haber imposiciones de nadie sobre nadie, "es la unica manera de acabar con las guerras y terrorismo". ¿No es eso lo que significa para la mayoría de los iraquíes y afganos la intervención estadounidense, el fin de la tortura y de la desaparición forzada, por ejemplo del 5 % de la población en los últimos 20 años? ¡Ahora nadie va a sacar de su casa a cualquier ciudadano por opinar contra el gobierno para asesinarlo! Entiendo por tanto que usted está a favor de la intervención, ¿o es que cree que estaba bien que asesinaran a tal cantidad de personas, que continuamente se estuvieran emprendiendo guerras contra los países vecinos, que los niños de los clanes que alguna vez se habían opuesto al tirano se murieran de hambre y enfermedades fácilmente curables porque los recursos del programa Petróleo por Alimentos se los robaba Sadam Husein aliado con un pariente de Kofi Annan?

Eso: ¡tan iluso! ¡Claro que usted está a favor de los torturadores y desaparecedores! ¿Puedo suponer que se "formó" en una universidad colombiana? ¡Claro que se "formó" en una universidad colombiana! Ya expliqué arriba, en el comentario al artículo de Posada Carbó, que los terroristas suicidas sólo responden al clamor de amplias masas de canallas en Europa y en Latinoamérica, las mismas que aplaudieron a Hitler y a Stalin, y a Pol Pot y a Mao, las mismas que se ilusionan con Chávez y Bin Laden.

"Estados Unidos no tiene nada que hacer por alla en Irak."

USTED, USTED, USTED es el guía que necesita ese país, pues desde su modesto lugar en este mundo de repente descubre que en su interior florecen pensamientos luminosos, providenciales, incuestionables. Pero esos necios gringos en lugar de pensar en alguien con una visión tan lejana optan por un imbécil que se llama nada menos que Jorge Arbusto.

Pero es que ¿acaso tenían algo que hacer en Europa hace 60 años? ¿Sabe que hubo un millón de estadounidenses muertos en la guerra en Europa? ¿Y en Vietnam? 58.000 muertos, sin contar los mutilados? Y ya no sé cuántos en Corea. ¡Sólo falta preguntarle a los coreanos del sur si les gustaría estar adorando a Kim Jong-il y pasando hambre y frío para ver si EE UU tenía algo que hacer por allá. Porque el secreto de los antiamericanos es la superioridad moral de quien deja que el mundo lo dominen otros, de quien henchido de orgullo patrio pone de ejemplo a su país, con problemas y dificultades, claro, pero sin la culpa de arrojar bombas atómicas ni atravesársele en el camino a Hitler o a los soviéticos.

"Lo unico que esta logrando es crear mas destruccion y odio hacia ellos."

POR EL AMOR DE DIOS, ¿QUÉ LE HAN HECHO A USTED? El odio de todos los que mandaban antes, los que tenían esclavos, varias mujeres, privilegios de todo tipo contra la modernidad está mucho antes de que se haga algo por contenerlos. En realidad el problema es hacerse respetar de esos enemigos, pues la benevolencia sólo llevó a Hitler a apropiarse de medio mundo y a Bin Laden a lanzar el ataque contra las Torres Gemelas. USTEDES ya están llenos de odio contra la democracia y la libertad, no hace falta sino que les den la oportunidad de masacrar gente para que se pongan a hacerlo. A fin de cuentas, las víctimas de los terroristas son sobre todo los iraquíes (y los colombianos, los que no se "forman" en las universidades, claro). Si fuera por lo que siente la mayoría de la gente respecto a EE UU, basta con ver los resultados de las elecciones iraquíes, o con hacer una encuesta en Corea del Sur o Japón. O en los países de Europa central que sufrieron el comunismo. Los que los odian son otros.

"En 20 años otro atentado como el de las torres gemelas se va a repetir, y la gente se va a preguntar que por que?"

En veinte años se producirán por lo menos otros cien atentados como los de las Torres Gemelas, y la gente se va a preguntar por qué. Y yo desde ahora le respondo: porque hubo gobiernos en EE UU se lanzaron a contener el ascenso del imperio islámico.

Me recuerda un episodio de Condorito, en que un hombre ve al antihéroe barriendo el suelo y le pregunta: "Pero ¿cómo has podido llegar tú a esto?". Y Condorito sin inmutarse le contesta: "Es que mi primo está ahora en el ministerio".

¡Tan ilusos! Tan ilusos de creer que son imposibles los genocidios y masacres que en veinte años, caso de convertirse la potencia islámica en una verdadera amenaza, aliada con los decadentes europeos y los herederos del Che Guevara, podrían afectar a 400.000.000 de personas, más o menos como el comunismo en el siglo XX ya significó el asesinato de unos cien millones.

Al lado de eso los 400.000 de cien atentados como ésos son un precio razonable. Todo el problema es que los genocidas tienen muuuuuchos, muuuuuuuuuuchos partidarios, sobre todo entre los "formados" en las universidades colombianas.

Atrabilioso dijo...

Gracias Jaime por su aclaración. Con respecto a lo del Tayrona, pues está el foro abierto, porque me parece que la discusión puede ser una oportunidad para aclarar algunos asuntos sobre el particular.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

¿Qué piensan los terroristas?

Por Enrique Krauze

"Nunca debe subestimarse la fuerza de las ideas", decía Isaiah Berlin. Se refería, por supuesto, a las ideas políticas o, más bien, a las ideologías políticas que heredaron el espacio intelectual de Occidente luego de la "Era de la Razón", cuando el ocaso de las religiones tradicionales parecía tan definitivo como la marcha incesante del progreso y la perfectibilidad asequible del género humano. Berlin, que sobre este último punto tenía sus serias dudas, estudió el funcionamiento de las ideologías revolucionarias, esas "doctrinas armadas" (como las llamó Edmund Burke): socialismo, comunismo, nacionalismo, populismo. Frente a ellas vindicó al liberalismo clásico que es, en cierta medida, una idea sin ideología, o una idea contra las ideologías: la defensa de la persona individual frente a los poderes colectivos de la Historia. Pero con toda su sabiduría, Berlin (que murió en 1997) no alcanzó siquiera a entrever la fuerza con que una vieja idea, una milenaria ideología, se decantaría en odres nuevos y marcaría de manera traumática e impredecible los comienzos del siglo XXI. Esa ideología no es social ni económica ni étnica ni nacional, ni siquiera política, porque sus causas, conjeturas, justificaciones y proyectos (en la medida en que los tiene) no corresponden a la matriz habitual en las revoluciones de Occidente. La nueva idea, la nueva ideología, es esencialmente religiosa, fundamentalista, apocalíptica: el radicalismo islámico.

Los atentados del 7-7 en Londres son una señal más de que esa vieja y nueva ideología se reproduce como un cáncer con metástasis planetarias. Aunque el número de víctimas fue menor al del 11-9 neoyorquino o el 11-3 madrileño, la naturaleza del acto es, si cabe, aún más preocupante. Detrás de la destrucción de las Torres Gemelas estaba Al Qaeda, una corporación internacional más elusiva que un Estado, pero que al menos tenía ciertas características que la acotaban: un territorio hospitalario (Afganistán), un jefe visible aunque evanescente (Bin Laden), una red de financiamiento sutil, profusa, pero relativamente susceptible de ser controlada. El crimen colectivo de Atocha agregó un elemento de complejidad a la ecuación, porque, a diferencia de los terroristas suicidas de Nueva York, los de España (si bien ligados a Al Qaeda) eran en buena medida inmigrantes marroquíes. En esas dos categorías cabía insertar también a los autores de otros atentados atroces, como el de Bali. Pero las bombas suicidas de Londres dan una vuelta más a la tuerca porque, como ahora se sabe, los terroristas no eran turistas del terror ni inmigrantes recientes, sino ciudadanos británicos, algunos de segunda generación. Estos hombres actuaron por su cuenta o coordinándose en células pequeñas y casi autosuficientes, con poco o nulo contacto directo (financiero, logístico) con Al Qaeda, pero intensamente motivadas por la ideología del radicalismo islámico globalizado a través de una vía de comunicación, Internet, que apenas comenzaba a desarrollarse en el ya remotísimo siglo XX.

Occidente sigue perplejo ante el fenómeno. No sabe cómo explicarlo. Dejemos a un lado las necedades de grandes artistas como Karlheinz Stockhausen, para quien la destrucción de las Torres Gemelas fue la "mayor obra de arte imaginable en el cosmos". Olvidemos también (aunque es menos fácil) los sofismas de los farsantes como Dario Fo, para quien los miles de muertos del terrorismo nada significan porque la economía globalizada "mata de pobreza a decenas de millones". A pesar de la notoriedad de estos opinantes, hay otros análisis más insidiosos. Pueden leerse, por ejemplo, en diarios londinenses como The Independent. Algunos de sus articulistas han encontrado el fácil expediente de culpar a Blair de todo lo ocurrido. "En su intervención pública antes de la elección presidencial estadounidense de 2004 -apunta Nick Cohen en The Observer, 10 de julio de 2005-, Bin Laden alabó a Robert Fisk, de The Independent, cuyo periodismo admiraba. 'Lo considero neutral', dijo Bin Laden; así que supongo que todos debemos cuidarnos de usar el Tube a menos que podamos sentarnos al lado de Fisk". Fisk representa una corriente de opinión que, olvidando la cronología (el 11-9 fue anterior a Irak), responsabiliza por entero a los gobiernos de Bush y Blair del terrorismo internacional. Este freudiano desplazamiento del verdugo, esta distorsión de los hechos, es -no nos engañemos- una corriente poderosa, sobre todo en Europa continental, donde los manifestantes equiparan con frecuencia a Bush con Hitler, pero no se atreven a salir a la calle con una pancarta levemente adversa a Bin Laden. "Tu enemigo es nuestro enemigo", parecen querer decirle; a lo que Bin Laden, como Lenin en su tiempo, podría replicar: "Son los idiotas útiles".

Los estudiosos serios (los franceses Oliver Roy y Gilles Keppel, el inglés Jason Burke, el español Antonio Elorza, entre otros) han insistido en la importancia capital que la ideología religiosa fundamentalista tiene en el fenómeno. Más que el desempleo o la marginación social, lo que alienta decisivamente a los jóvenes islámicos en el corazón de Europa es una sensación de agravio cósmico (anterior al 11-9) cuya única salida es la autoinmolación asesina. Es claro que la solución difícil pero no imposible del conflicto palestino-israelí reduciría el agravio. Es claro también que la ocupación permanente de Irak lo ha alentado. Pero aun si ambas encrucijadas se resolvieran de improviso, el terrorismo de este nuevo cuño no desaparecería, porque su fuerza -como vio Berlin- reside en el poder de las ideas apocalípticas.

Para probar este punto decisivo no basta consultar la prensa diaria, menos en México, donde los hechos nos parecen absolutamente ajenos. (No lo son, y esperemos que nuestros servicios de seguridad y la Divina Providencia nos salven de que un terrorista cruce a Estados Unidos por nuestro territorio, provocando un cierre de fronteras o la erección de una muralla china). Es verdad que cualquier persona interesada en el terrorismo cuenta con los buenos reportajes y análisis que aparecen en los principales diarios europeos y estadounidenses, pero esa apreciable oferta no es suficiente, porque no refleja de modo suficiente la mentalidad de los propios musulmanes. ¿Qué piensa, en definitiva, el orbe islámico, tanto en Europa como en sus vastos dominios, desde Marruecos hasta Indonesia?Por suerte, una respuesta está en Internet, esa red por la que pueden transitar lo mismo recetas de cómo hacer una bomba casera o mensajes apocalípticos sobre la restauración universal del Califato, que información que facilita el conocimiento. En el caso específico de la ideología fundamentalista, hay un sitio muy útil. Lo edita The Middle East Media Research Institute (MEMRI), una organización independiente y no lucrativa que traduce y analiza los medios en el Oriente Próximo. Su dirección electrónica es www.memri.org. En esa página el lector encuentra la voz del mundo islámico, no sólo la de los órganos oficiosos, oficiales y los medios (televisión, radio, periódicos, revistas), sino hasta los sermones del viernes en las mezquitas de diversas ciudades. Aunque con frecuencia la lectura de esas páginas provoca repulsa y vértigo, sorprende la variedad y volatilidad de muchas posturas, un haz de opiniones en el que caben desde las ideas moderadas y aun liberales hasta las irreductibles.

El 11 de julio se podía leer en las páginas de MEMRI la carta desesperada del prisionero político iraní Akbar Ganji, que languidece en la mazmorra donde se le tiene confinado: "Quizá moriré, pero el amor a la libertad, la sed de justicia política, nunca morirá". Al día siguiente, la misma agencia publicó estas opiniones del doctor Hani Al-Siba'i, director del Centro de Estudios Históricos Al-Maqreze, de Londres: "No hay 'civiles' en la Ley Islámica. (...) Las bombas son una gran victoria para Al Qaeda. (...) Hizo que las ocho naciones más poderosas del mundo frotaran sus narices en el lodo". Un debate intenso ocurre dentro del orbe islámico, un debate sobre su lugar en el siglo XXI. De su resultado depende buena parte de nuestro destino. Si poco podemos hacer para influirlo, al menos vale la pena conocerlo, entenderlo, seguirlo.