Hay una cosa que debería meterse en la cabeza cualquier persona que desee que nuestra región cambie y se encamine hacia la democratización y la integración en Occidente, y es que el protagonismo de Chávez y Maradona no puede ser una mala cosa, por cuanto toda la gente resulta forzada a tomar partido y a pensar si está con el demagogo que malgasta en armas y en intromisiones en otros países los recursos de una Venezuela cada día más miserable y con esa especie de gladiador liberto que se cree Espartaco cuando las curas de desintoxicación o de adelgazamiento le permiten creer en sí mismo, o si puede entender la enseñanza del siglo XX. ¡Que cada mexicano, que cada latinoamericano resuelva si quiere quedarse en ese mundo fósil o tomar el rumbo del desarrollo! El incidente diplomático tiene la virtud de sacudir las conciencias y confrontar las identificaciones, y así puede ser que en algún momento resulte claro que las rutinas antiamericanas sólo responden a complejos que unos cuantos vividores saben explotar hábilmente.
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