El patriarca en su mala hora

¿Qué pensará García Márquez cuando ejerce de anfitrión del proyecto de conversaciones de La Habana? Sería muy torpe suponer que su aparición tenga que ver con ansias de figuración, que hoy en día no le interesarán especialmente. Y menos con ilusiones de que haya mejoras para los colombianos gracias al reconocimiento que espera obtener el ELN, pues quien conoce la situación cubana y la historia de las guerrillas no puede hacerse muchas ilusiones al respecto.
______Yo creo que el escritor participa porque quiere animar al ELN a negociar: alentarlos a sentarse a buscar una salida es en cierta medida admitir que la continuación de la lucha armada no promete resultados. Claro, al mismo tiempo, otorgarles ese reconocimiento, pero quien conozca un poco la biografía del personaje sabe que no se puede esperar de él una condena tajante.
______Yo casi diría que García Márquez trata de lavar su imagen, pues es indudable que el desprestigio derivado de su papel de amigo de un sátrapa criminal como Castro y de antiguo impulsor de las guerrillas en todo el continente lo afecta. No entre los colombianos, entre quienes el crimen es prestigioso, pero sí entre los intelectuales del primer mundo, cuya opinión probablemente le interese más. Todo el mundo sabe que figuras muy célebres en una época —como muchos literatos, filósofos, científicos y artistas de los años treinta— caen en el ostracismo a causa de actitudes que a menudo guardan poca relación con su trabajo.
______Al mismo tiempo, albergará poquísimas esperanzas de que las conversaciones lleguen a alguna parte. Hoy en día todo el que ha vivido lo suficiente sabe que la lógica de la violencia atrapa a quienes se someten a ella, que si por ejemplo algún dirigente de las FARC llegara a la conclusión de que lo mejor sería negociar y cesar el terrorismo, lo que haría sería guardarse su opinión y seguir en la escalada perpetua de asesinatos, porque el negocio del narcotráfico sigue produciendo muchos millonarios que conservan alguna influencia dentro de la guerrilla pero que viven a salvo de cualquier riesgo. Es decir, si mañana «Alfonso Cano» pensara en negociar, los intelectuales de Anncol y compañía, varios miles de personas en las ciudades colombianas y en el exterior, alentarían las ambiciones de algún dirigente de menos rango pero más determinación.
______El caso es que el novelista resulta un poco patético, pese a su buen humor. ¡Ahora el fundador de la revista Alternativa se dedica a promover la concordia, como si no hubiera sido uno de los principales promotores del catecismo del odio del Che Guevara, de la transformación del país tras una guerra civil y de una tiranía que acabara con las libertades ciudadanas! Como si alguna vez hubiera tenido al menos la decencia de pedir a las FARC y al ELN que cesaran de buscar imponer la esclavitud y de masacrar colombianos con tal fin.
______Yo estoy convencido de que los colombianos del futuro serán menos complacientes con el escritor. Más o menos como que haber pertenecido a una organización guerrillera será algo vergonzoso y no como ocurre todavía, que es el blasón que miles de doctores honran como lo mejor del patrimonio familiar. Basta con comparar las opiniones de los colombianos de la diáspora con la de quienes no han salido de Colombia. Por eso a García Márquez le interesa presentarse como el oficiante del acto de concordia, por mucho que sepa que no habrá ninguna negociación seria. De lo que se trata es de su papel.