Lo más triste de la campaña electoral ni siquiera es la orgía de calumnias y crímenes de la oposición, que cada día se destapan más, desde la probable participación de un concejal del PDA en la masacre de Rivera hasta la relación de Rafael García con Piedad Córdoba, Gustavo Petro y otros agentes de Chávez, en medio del silencio de César Gaviria y Rafael Pardo. Pero no, todo eso era previsible, como los actos terroristas que todavía habrá para reforzar la denuncia de la seguridad democrática por parte del candidato promovido por el periódico Voz y Anncol. Lo que en cambio impresiona es la indigencia de los candidatos opositores, que cuando no son penosos promeseros de telenovela resultan grotescos por su ignorancia y torpeza, por no mencionar el entorno moral de sus pretensiones.
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