Leí esta mañana un escrito sobre la guerra de Líbano y la forma en que se informa y se comenta sobre ella en Colombia y me quedé pensando que detrás del halo de misterio que rodea a las religiones y de la negativa a hacer un esfuerzo por entenderlas y a aceptar que en realidad el chiíta o el hassidim son personas bastante parecidas a nosotros hay un juego de representaciones en el que los propios valores y sueños se disfrazan de patriotas libaneses o de imperialistas israelíes. ¡Cuánto se parece el numantinismo del sonriente líder de Hezbolá al del flamante presidente cubano, por no hablar de los jefes de ONG colombianas que buscan la negociación y la aplicación estricta del DIH! ¡Qué poco les cuesta la destrucción de sus países y la muerte de sus súbditos! Se podría decir sin vacilación que hay una sola guerra y siempre hay tras los niños tirapiedra o los indígenas proteccionistas algún Arafat, algún gremio de abimolanos prosperando y dándose aires. ¿Me habré dejado llevar por la fantasía?
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