La elección en 2004 de José Luis Rodríguez Zapatero gracias a una masacre y el posterior rumbo que ha tomado su gobierno son hechos que se pueden considerar con optimismo, pues quiere decir que España no abandona sus raíces y se va acercando a Latinoamérica. Rodríguez es el representante peninsular de la misma corriente de Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo Morales, por mucho que su aspecto sonriente y su tono de logopeda hagan pensar otra cosa, y su gobierno de retóricas antioccidentales y antisemitas se plantea por una parte mantener la crispación de las dos Españas y por otra asegurarse el poder permanente a costa de acabar con la Constitución vigente y establecer una mascarada de democracia en la que los independentistas catalanes y vascos operan como Estados separados pero de todos modos votan en las elecciones españolas.
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