Por Clemencia Plata
En los últimos años los mercaderes de la justicia en Colombia en complicidad con políticos corruptos, le siguen afilando las uñas al sistema judicial a favor de las mafias y el crimen organizado, ante la indiferencia de un pueblo en donde parece que los principios y derechos se han tergiversado al punto de tenerlo anestesiado.
Somos un país descuadernado, que gira en torno al Socialismo del Siglo XXI, siguiendo los pasos de Venezuela tan “próspera” como Cuba, Nicaragua, Uruguay, Argentina y Bolivia, gracias a su doctrina social. El mundo para ellos, debe aceptar la impunidad por crímenes atroces de lesa humanidad, en aras de la “paz”, que se abre paso entre la institucionalidad y la democracia de la República, para arrastrarnos por el camino de la esclavitud y miseria a la que nos quieren condenar los narcoguerrilleros.
Han pasado tres días después de la noticia difundida por los medios sobre el permiso que un juez otorgó al señor Manuel Nule para viajar a Cartagena con el fin de asistir a la Primera Comunión de su hija. Han sido ellos muy acuciosos al difundir la noticia tan escueta como escandalosa. Podríamos aceptar que se trata de un gesto humanitario jamás demostrado por algún mercader de la justicia, si los gastos, que según nos cuentan ascienden a cinco millones de pesos, fueran pagados con el fruto de su trabajo y demás arandelas que suelen colgarse al mismo. El juez de la causa debió conmoverse al verlo de rodillas, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas, pidiendo perdón e implorando clemencia, por un crimen atroz contra una ciudad en la que muchos de sus habitantes si comen una vez al día tienen suerte y carecen de servicios básicos como el de salud, educación, acueducto, electricidad y aseo.
Estamos condenados los habitantes de la ciudad de Bogotá a vivir entre la mugre de sus muros y la basura acumulada en los huecos de sus calles y alcantarillas, mientras los delincuentes de cuello blanco salen de la cárcel a pasear, tomarse unos traguitos, bailar, comer rico y darse un chapuzón en la playa. Ojalá no haya payasos para que no lo confundan, ni mago para que no lo desaparezca. ¿Cuáles serán las razones por las cuales el juez humanitario, generoso y caritativo, ha mostrado tanta solidaridad hacia el personaje en cuestión y su familia?
En el caso del coronel Luis Alfonso Plazas Vega, quien por orden del presidente Belisario Betancur recuperó el Palacio de Justicia, tomado a sangre y fuego por el M19 que además asesinó a magistrados y civiles, los medios que una vez lo proclamaron junto con el pueblo héroe de la patria, iniciaron muchos años después una campaña de desprestigio encabezada por la revista Semana para convertirlo en villano, basados en las denuncias de un individuo que quiso pasar como representante de las víctimas y resultó del M19.
El señor Nule, delincuente de cuello blanco, conocido por sus faenas espectaculares y fantásticas con los dineros de los bogotanos, a quien no se le allanó la casa para buscar evidencias sobre los contratos multimillonarios en que participó, se da el lujo de no asistir a las audiencias públicas programadas a su antojo y a las que asiste se desarrollan en completa calma, sin víctimas que griten arengas en su contra por haber estafado y robado a Bogotá. Lo increíble es que como premio a sus habilidades delictuosas, se le permita viajar a Cartagena a una fiesta familiar, con el dinero de nosotros los contribuyentes.
Al coronel Luis Alfonso Plazas Vega le allanaron su casa sin motivo y cuando de buena fe quiso colaborar con la justicia entregando un video que recopilaba notas periodísticas de los medios que cubrieron los hechos, en escandalosa y malévola noticia, los medios informaron que en el allanamiento a su casa, habían encontrado un video inédito que constituía una evidencia contra él.
Cuando el mencionado coronel ingresaba al juzgado, las supuestas víctimas del Palacio de Justicia, formaban una horda de dolientes enfurecidos, lanzando arengas en su contra con el fin de generar reacciones para la prensa; luego se descubrió que eran pagados; no es necesario especular mucho sobre el particular.
El coronel Plazas Vega, en algún momento de su largo viacrucis, tuvo que ser internado en el Hospital Miliar por razones de salud; repentinamente en forma clandestina, inhumana y cruel, en la noche, fue trasladado a la cárcel, sin respetarse el fuero militar a que tenía derecho. ¿Qué razones oscuras y malintencionadas tuvieron para hacerlo de esa forma?
Al coronel Plazas Vega, una juez le negó el permiso de visitar a su padre en su lecho de muerte. Aberrante y canalla negarle a un hijo dar el último beso, regalar la última mirada de amor a un padre que jamás volvería a ver. El coronel Plazas Vega, después de casi treinta años, desarmado en su dignidad y sin siquiera un fósforo en el bolsillo, fue convertido en un reo peligroso para la sociedad.
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