El gobierno de Santos se muestra cada vez más comprometido con la retórica legitimadora del terrorismo y está cada vez más preso de su alianza con los gobiernos de Cuba y Venezuela y sus tropas en Colombia. No se apartará de esa alianza ni suspenderá de ninguna manera la negociación (como cree Alfredo Rangel) porque ello equivaldría a mostrar un fracaso rotundo y porque muchas fuerzas decisivas de la camarilla del poder, como todo lo que rodea al hermano mayor del presidente, buscan a toda costa "cubanizar" a Colombia.
Lo más probable es que Santos le apueste a recibir el Nobel de la Paz haciendo toda clase de concesiones a los terroristas hasta esa fecha, aun al precio de cierto desprestigio en Colombia. Sus expectativas les producen risa a muchos uribistas que no saben nada de ese premio, pero son muy fundadas y yo me atrevería a decir que es uno de los más firmes candidatos. En caso de obtener ese premio, el entusiasmo patriótico le bastaría para ganar en primera vuelta, con el apoyo de la inmensa mayoría de los uribistas y aun del mismo Uribe, que a fin de cuentas recomienda no pedir la cancelación de los diálogos. (El que considere irrisoria esta suposición podría recordar cuántos se opusieron a la negociación de La Habana cuando se anunció y cuántos consideran que antes de exonerar y pedir perdón a Sigifredo López el fiscal debería haber buscado la confirmación técnica de que su voz no es la de la persona del video: menos de uno por cada mil; los uribistas comparten casi todo con el santismo y apoyarían al gobierno de no ser por el ultraje de la deslealtad a su ídolo con nombramientos que desaprobaba.)
Pero si no pueden armar la componenda para festejar la paz el 11 de noviembre, la promesa de la paz será la gran baza electoral y, como recomienda Ernesto Samper, tratarán de formar una mayoría que cree en la paz, para lo cual contarán con que en todo caso Santos pasará a segunda vuelta gracias a la propaganda y a la generosidad que practicarán con los recursos públicos (incluso hay datos que nadie tiene en cuenta ahora, como la inauguración del túnel de la línea) de los que, gracias a la lentitud en la ejecución, disponen en gran cantidad para gastarlos en comprar lealtades y en mostrar resultados de inversión generosa. Los precios de las materias primas y la expansión de la producción petrolera derivada de la seguridad democrática han producido una situación económica amable con el gobierno, gracias a la cual la población no nota todas las atrocidades cometidas en materia de gasto, de creación de empleos parasitarios y demás.
Esa "apuesta por la paz" presupone una confrontación "izquierda"-"derecha" en la que el samperismo tendría un papel aglutinador por su afinidad con el chavismo y con las elites pacifistas. Pero la verdad es que en todas las elecciones desde 1998 se impone una mayoría de más de dos tercios opuestos a los "liberales" y sus socios comunistas. De modo que en lugar de arriesgarse a una confrontación de ese tipo en la segunda vuelta, intentarán a toda costa dispersar a esa mayoría, ya de por sí dispersa y confusa. Si hay una oferta variada, como en las elecciones de 2011 en Bogotá, en la segunda vuelta Santos no haría frente a un uribista sino a un candidato de la "izquierda", es decir, a Clara López, ante quien a lo mejor perdería con gusto (no por galantería senil sino porque el comunismo es la apuesta de su casta desde los tiempos de Alternativa y ahora parece tener mucho futuro, además de que después de un Samper y un Santos es el turno de alguien de la casa López).
¿Cómo conseguirían esa dispersión? Una opción muy práctica sería que Vargas Lleras lanzara su propia candidatura, con grandes opciones de afirmar su protagonismo y obtener muchas curules para personajes leales. No tendría mucho pudor en presentarse como el gran crítico de la negociación, ni tampoco en encontrar quienes le crean: incluso buscaría el apoyo de Uribe, para no obtenerlo, obviamente, pues su candidatura sólo tendría por objeto dispersar los votos de "derecha".
Otra cosa que sin duda harán será reforzar en el conservatismo la opción por una candidatura propia: cuentan con el erario para inflar a los líderes partidarios de esa independencia. Eso no excluye que además lancen la candidatura de Vargas Lleras. Noemí Sanín también podría ser candidata, bien del conservatismo, bien de una opción independiente: los caminos del dinero de la política son inescrutables, y sin refrendar la tarea hecha con una reelección o con un triunfo de la candidata de las FARC el gobierno de Santos sería tal fiasco que los clanes a los que representa tendrían grandes dificultades para conservar el control del país.
Lo más probable es que Santos le apueste a recibir el Nobel de la Paz haciendo toda clase de concesiones a los terroristas hasta esa fecha, aun al precio de cierto desprestigio en Colombia. Sus expectativas les producen risa a muchos uribistas que no saben nada de ese premio, pero son muy fundadas y yo me atrevería a decir que es uno de los más firmes candidatos. En caso de obtener ese premio, el entusiasmo patriótico le bastaría para ganar en primera vuelta, con el apoyo de la inmensa mayoría de los uribistas y aun del mismo Uribe, que a fin de cuentas recomienda no pedir la cancelación de los diálogos. (El que considere irrisoria esta suposición podría recordar cuántos se opusieron a la negociación de La Habana cuando se anunció y cuántos consideran que antes de exonerar y pedir perdón a Sigifredo López el fiscal debería haber buscado la confirmación técnica de que su voz no es la de la persona del video: menos de uno por cada mil; los uribistas comparten casi todo con el santismo y apoyarían al gobierno de no ser por el ultraje de la deslealtad a su ídolo con nombramientos que desaprobaba.)
Pero si no pueden armar la componenda para festejar la paz el 11 de noviembre, la promesa de la paz será la gran baza electoral y, como recomienda Ernesto Samper, tratarán de formar una mayoría que cree en la paz, para lo cual contarán con que en todo caso Santos pasará a segunda vuelta gracias a la propaganda y a la generosidad que practicarán con los recursos públicos (incluso hay datos que nadie tiene en cuenta ahora, como la inauguración del túnel de la línea) de los que, gracias a la lentitud en la ejecución, disponen en gran cantidad para gastarlos en comprar lealtades y en mostrar resultados de inversión generosa. Los precios de las materias primas y la expansión de la producción petrolera derivada de la seguridad democrática han producido una situación económica amable con el gobierno, gracias a la cual la población no nota todas las atrocidades cometidas en materia de gasto, de creación de empleos parasitarios y demás.
Esa "apuesta por la paz" presupone una confrontación "izquierda"-"derecha" en la que el samperismo tendría un papel aglutinador por su afinidad con el chavismo y con las elites pacifistas. Pero la verdad es que en todas las elecciones desde 1998 se impone una mayoría de más de dos tercios opuestos a los "liberales" y sus socios comunistas. De modo que en lugar de arriesgarse a una confrontación de ese tipo en la segunda vuelta, intentarán a toda costa dispersar a esa mayoría, ya de por sí dispersa y confusa. Si hay una oferta variada, como en las elecciones de 2011 en Bogotá, en la segunda vuelta Santos no haría frente a un uribista sino a un candidato de la "izquierda", es decir, a Clara López, ante quien a lo mejor perdería con gusto (no por galantería senil sino porque el comunismo es la apuesta de su casta desde los tiempos de Alternativa y ahora parece tener mucho futuro, además de que después de un Samper y un Santos es el turno de alguien de la casa López).
¿Cómo conseguirían esa dispersión? Una opción muy práctica sería que Vargas Lleras lanzara su propia candidatura, con grandes opciones de afirmar su protagonismo y obtener muchas curules para personajes leales. No tendría mucho pudor en presentarse como el gran crítico de la negociación, ni tampoco en encontrar quienes le crean: incluso buscaría el apoyo de Uribe, para no obtenerlo, obviamente, pues su candidatura sólo tendría por objeto dispersar los votos de "derecha".
Otra cosa que sin duda harán será reforzar en el conservatismo la opción por una candidatura propia: cuentan con el erario para inflar a los líderes partidarios de esa independencia. Eso no excluye que además lancen la candidatura de Vargas Lleras. Noemí Sanín también podría ser candidata, bien del conservatismo, bien de una opción independiente: los caminos del dinero de la política son inescrutables, y sin refrendar la tarea hecha con una reelección o con un triunfo de la candidata de las FARC el gobierno de Santos sería tal fiasco que los clanes a los que representa tendrían grandes dificultades para conservar el control del país.
El candidato del Centro Democrático tendría así muchos competidores "vendiendo" una mercancía parecida. Ese candidato será sin duda Francisco Santos, al que por ahora promueven los medios para que se imponga sobre sus rivales pero ridiculizarán y "ningunearán" en época de campaña (en las elecciones de 2002 la visibilidad de Uribe en El Tiempo fue unas ocho veces menor que la de Luis Eduardo Garzón, que a la postre obtuvo ocho veces menos votos, y aun la mayoría los obtuvo gracias a la masacre de Bojayá, que aleccionó al electorado sobre el peligro de la "guerra").
El gobierno y los terroristas, que en la práctica son lo mismo, intentarán dispersar a la mayoría y no vacilarán en crear grupos criminales de "extrema derecha" para reforzar sus aspiraciones. No obstante, su gran baza es la confusión y dispersión de esa mayoría. En términos de activismo y conciencia, esa mayoría es "uribista" y sigue al expresidente, pero ¿qué quiere él? Dada la frecuencia con que sus partidarios añoran su gobierno y proponen sin dudar que vuelva, es forzoso pensar que espera que el caos le abra las puertas a un retorno a la presidencia. De otro modo estaría aplicado a unir a esa mayoría para impedir la continuidad de Santos. Por ejemplo, habría pensado en cuál es el candidato con mejores opciones y le ayudaría a preparar la campaña, a elaborar un programa de gobierno, etc.
Tal como están las cosas, la oposición al santismo sólo puede aspirar a pasar a segunda vuelta si se consigue una alianza del conservatismo con el uribismo y se lanza un candidato único. Dada la atracción que tiene el gobierno y sus gabelas sobre los políticos conservadores, la única forma de forzar una ruptura sería apoyar a un candidato godo comprometiendo por ejemplo a Pastrana (a fin de cuentas, ha sido más certero en sus críticas a la infamia de La Habana que la mayoría de los líderes uribistas). Es decir, las perspectivas de tener efectivamente presidente propio podría atraerlos más que las tentaciones promovidas por el hampa gobernante.
¿Es eso posible? Claro, sería facilísimo: los precandidatos que no van a representar al CD apoyan esta idea y renuncian a su aspiración en favor de Luis Alfredo Ramos, que puede exhibir su paso exitoso por la gobernación de Antioquia. Eso forzaría un cambio del conservatismo y del CD porque significaría grandes posibilidades de pasar a segunda vuelta con un candidato al que no podrían destruir con acusaciones de corrupción ni de connivencia con el paramilitarismo y que cuenta con una gran base de votos en Antioquia. Ante una opción refrendada por Uribe y por la mayoría de los godos, las candidaturas "dispersantes" tendrían poco futuro y al gobierno sólo le quedaría el asesinato como recurso para no perder el poder.
¿Es eso posible? Claro, sería facilísimo: los precandidatos que no van a representar al CD apoyan esta idea y renuncian a su aspiración en favor de Luis Alfredo Ramos, que puede exhibir su paso exitoso por la gobernación de Antioquia. Eso forzaría un cambio del conservatismo y del CD porque significaría grandes posibilidades de pasar a segunda vuelta con un candidato al que no podrían destruir con acusaciones de corrupción ni de connivencia con el paramilitarismo y que cuenta con una gran base de votos en Antioquia. Ante una opción refrendada por Uribe y por la mayoría de los godos, las candidaturas "dispersantes" tendrían poco futuro y al gobierno sólo le quedaría el asesinato como recurso para no perder el poder.
Sería facilísimo si no hubiera toda clase de presiones, de inercias, de servidumbres, de mezquindades y sueños infundados que impedirán que ocurra: el candidato del uribismo será Francisco Santos y en el caso muy improbable de que pasara a segunda vuelta perdería ante su primo, al que apoyarían todas las maquinarias y clientelas y los grandes capitales ocultos de la "izquierda democrática", además del probable Nobel de la Paz y la eficacísima explotación del miedo. A fin de cuentas, ya advertí lo que pasaría con la segunda reelección y con la candidatura de Petro, las cosas tienen una dinámica propia y no basta ver que algo está a punto de rodar por un precipicio para impedir que pase.
2 comentarios:
¿Leí muy rápido, o es un mal chiste?: ¿Luis Alfredo Ramos es "el último dique"?
El último dique es una alianza entre uribistas y godos que fuerce la cohesión de ese partido y dé posibilidades de pasar a segunda vuelta. El candidato que más parece útil para ese fin es Ramos.
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