30 oct 2013

Las trampas de la lealtad

Por @Ruiz_senior

La convención uribista terminó como muchos temían y otros anhelaban, con la designación de Zuluaga, que probablemente habría perdido en una consulta abierta. Algún malicioso señaló que la idea de la consulta abierta se planteó para favorecer a Ramos, pero que una vez encarcelado éste el resultado sería un triunfo seguro de Francisco Santos, cosa que Uribe no deseaba. Yo añadiría otra sospecha: al no haber consulta del UCD, los votantes uribistas podrían participar en la consulta conservadora y así impedir que se imponga un candidato conveniente al interés de Santos de dispersar el voto de oposición. Por ambas razones me parece un acierto de Uribe.

La posibilidad que tenía Francisco Santos de ganar en una consulta se debía a la promoción que sin mucho pudor le hacían los medios controlados por el gobierno: sería un candidato fácil de destruir a punta de chistes y aun de maltratar en un debate abierto. También tenía el apoyo de muchos activistas y de un sector del uribismo. Pero esas palabras son confusas: ¿qué es un activista? Muchas personas dedican una parte de su tiempo libre a promover sus ideas, pero muchas otras están pensando en acceder a puestos de poder, o en que accedan personas con las que tienen parentescos o relaciones personales que podrían favorecerlas, según una tradición muy arraigada en Colombia. Y un "sector" no corresponde a determinada facción definida ideológicamente sino más bien a una conjura dirigida por una camarilla poderosa.

Por eso es muy llamativo todo el malestar que dejó la decisión final de elegir a Zuluaga. Los que esperaban que el candidato fuera Francisco Santos suelen ser los más entusiastas uribistas, lo que hace pensar que a la vez que elogian sin cesar al líder pretenden imponerle decisiones, conducta que hace pensar en la adulación interesada. ¿Qué era lo que distinguía el "sector" partidario de Francisco Santos del de Zuluaga? El contenido de esas diferencias es desconocido, y se podría decir que no existían más allá de las redes de relaciones personales de los afines al candidato malogrado.

Claro que mucha gente se indignará con la idea de que la convención era "amañada", pero eso sólo hace pensar en la ausencia de una buena educación, que ante todo consiste en imbuir el respeto de uno mismo. ¿A quién representaban los asistentes? ¿Quién quiso que acudieran ellos y no otros? Si hay un partido cuya base sea un programa, un ideario y unos estatutos, los que acuden a una convención representan a los afiliados, pero a ningún uribista le ha parecido necesario que haya algo así, o que se deba echar atrás la mayor parte de los cambios del 91 (no para volver a la Constitución de 1886 sino para implantar una norma liberal). Lo que promueven, sobre todo los que querían hacer candidato a Francisco Santos, es precisamente el culto de la personalidad y la adhesión ciega al líder. Parece que mientras puedan controlarlo, cosa que suponían que podrían hacer con su candidato.

Pero además Francisco Santos como representante de un ala radical es casi un chiste. Además de su trayectoria como "socialbacán" y persona afín a la "izquierda" que dirigía su primo Enrique, es muy llamativo que siendo vicepresidente contratara a personas tan dignas de confianza como León Valencia o Gonzalo Sánchez para que conformaran el Grupo de Memoria Histórica, autor del inefable documento cuyo contenido analizamos en este video (lo pongo porque podría haber lectores que no lo hayan visto).


Más preocupantes son las respuestas que dio a María Jimena Duzán en una entrevista de septiembre de 2012 que he analizado en este blog varias veces (1-2). Por ejemplo, sobre la resistencia al proceso de La Habana.
M.J.D.: Pero si es cierto que Uribe también quería la paz, ¿por qué él se opone al proceso de manera tan integral?

F.S.: Es que eso tiene que ver con que la pelea entre Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe no es una pelea por la paz, sino una disputa política. 
M.J.D.: ¿Pero no es un poco mezquino que el expresidente Uribe esté utilizando la paz para conseguir réditos políticos? 
F.S.: ¿Y cuándo la política no ha sido mezquina? Pero además le digo: Santos también ha sido inmensamente mezquino con el expresidente Uribe. Pudo haber construido su gobierno sobre lo construido, pero no quiso. Si no hubiera tenido la mezquindad en varios nombramientos en los que no vale la pena entrar, Uribe estaba montado en la paz al lado del presidente Santos.
"Disputa política" no quiere decir "sobre el gobierno", sino sobre la rapiña por los puestos y las rentas, por el control del Estado como fuente de poder y negocios para algunas personas. Si el líder de los "leales" concede todos los supuestos de la segunda pregunta de la "periodista", o es un canalla o es un idiota, y no se puede decir que podría haber cambiado al cabo de un año.

Ése es el nivel, la política no obedece a valores sino a redes de relaciones y servidumbres, tras las que se ocultan intereses más bien turbios. La propia idea de la "lealtad" remite al mundo de El cartel de los sapos (y la dificultad de confiar en los amigos). De hecho, recuerda poderosamente el mundo de la mafia siciliana u Onorata società ("sociedad honorable"), cuyos miembros son los "hombres de honor" (es decir, asesinos disciplinados y leales a sus jefes y no simples malhechores desesperados). Es obvio que en la política hay intereses y lealtades personales (es típico de idiotas suponer que los políticos no deben pensar en el dinero, mientras los ciudadanos sí, como si a los dentistas se les exigiera que sólo pensaran en nuestras caries). Pero cuando no hay con los votantes una relación de respeto en torno a valores e ideas, de lo que se trata es sólo de forajidos.

A lo mejor algún día se publican las verdaderas diferencias entre los dirigentes del uribismo y las causas de tanta amargura y resentimiento. Mi experiencia es que casi todos los "pachistas" que protestan con "un mes de silencio" corresponden al activismo político que describí en una entrada de hace unos meses: la clase de gente que busca pretextos para estar contra el gobierno y realmente se opone a la "paz" por los motivos que señala Francisco Santos en las respuestas citadas. Da lo mismo que le quiten tres ceros al peso o que le entreguen el país a las FARC en La Habana, aunque lo mejor es el mar de San Andrés (no creo que muchos colombianos sepan dónde está San Andrés como para situar las ISLAS en un mapa, no hablemos de las rocas remotas que definen los límites marítimos), gracias al cual se le sale el patriota a muchos. Esos mismos, en casi todos los casos, fueron defensores del increíble Sigifredo López (nada podría desarmar la componenda criminal de Santos y las FARC más eficazmente que una denuncia contra el prócer ante la CPI y a la vez una denuncia por prevaricato contra el fiscal, sería tarea de niños sacar adelante ambas denuncias).

El futuro colombiano es desesperado y podría enderezarse un poco si los uribistas consiguen ganar las elecciones, para lo que creo que necesitarán la alianza con los conservadores. La democratización real del país requerirá, como ya he señalado otras veces, otra generación que rompa con esa cultura de la lealtad personal y las bajezas inagotables de la rapiña por los cargos públicos: que al menos exija saber qué es lo que hace preferible a un candidato sobre otro, más allá de la recomendación del amigo bien relacionado.

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