Por Jaime Castro Ramírez
En política es relevante participar con ideas claras de desarrollo económico para el país, lo que obviamente conduce al logro de beneficio social, pero para esto se requiere como aspecto fundamental que tales propuestas tengan soporte de realidad, es decir, que se conjuguen dentro de un criterio de honestidad política, pues suele ocurrir que en este escenario se presentan algunos fariseos a hacer propuestas que solo llevan el sello del engaño, o lo que también podría llamarse populismo sin contenido político real. Esto es un hecho repudiable por su condición de engañar al pueblo, lo cual es un pecado social grave que atenta contra la dignidad ciudadana.
Los actores del engaño y sus excesos en el poder
La historia es epicentro de ejemplos donde ha habido ausencia de buen gobierno y se han desplegado toda clase de arbitrariedades en el ejercicio del poder político. Estos desafortunados episodios los registra la historia en un círculo determinado de la política universal que es asignado a los gobiernos de izquierda, denominados también gobiernos socialistas.
Estos son gobiernos que llegan al poder a través del engaño populista y valiéndose del bajo nivel instructivo de aquellos estratos de la población que no tienen capacidad de análisis político, a quienes utilizan como fieles engañados haciéndoles promesas incumplibles y creando diferencias de odio entre estas clases sociales y quienes denominan oligarquía. Estos gobiernos han demostrado históricamente ser desprovistos de responsabilidad social, pues su objetivo estatista y populista, arruina la economía privada a través de expropiaciones y confiscaciones, y bien se sabe que este sector económico, a quienes llaman oligarcas, es el que invierte en proyectos productivos creando empresa, aportando al desarrollo, y dando empleo masivo para contribuir al bienestar social.
Un país que arruina su economía por malos manejos políticos de sus gobernantes, la consecuencia es obvia en el sentido de que solo producirá miseria, por lo tanto, es esta la razón por la cual la distribución igualitaria de la ‘riqueza’ de que hablan los socialistas, equivale a la distribución igualitaria de la miseria.
En Colombia existe el ‘Chávez’ colombiano
Cuando la voluntad política del pueblo le otorga a alguien la responsabilidad de gobernar, éste tiene también la oportunidad de dar a conocer su talante político, y por supuesto su condición de gobernante. Es aquí donde se conoce entonces el talento o la ineficacia que soportan el pensamiento político de quien ha recibido una misión pública de servicio como representante de la sociedad. Como se suele decir que “por sus acciones os conoceréis”, es fácil identificar en Colombia a quien representa fielmente el talante político e ideológico chavista por su autoritarismo, al igual que por el desconocimiento de la ley, condiciones con las cuales es un contrasentido ser un gobernante, pues no tiene las condiciones de demócrata para defender la democracia, de la que paradójicamente habla la izquierda con mucho énfasis, pero claro, lejos de sentir su esencia. Ese émulo chavista en Colombia se llama: Gustavo Petro. Este señor, haciendo uso de su culto a la arrogancia que lo identifica, se precia de decir que la Constitución del 91 es una obra maestra impulsada por ellos en la Constituyente (quienes eran el M19).
En dicha Constitución le otorgaron poderes a la Procuraduría General de la Nación para sancionar a funcionarios públicos, así fueran de elección popular; pero resulta que la arrogancia de Petro ahora lo lleva a la contradicción de desconocer la autoridad del Procurador que lo sanciona a él por ser un incapaz de gobernar, por haber expuesto a los habitantes de Bogotá al riesgo de una epidemia de salubridad inundando la ciudad de basuras por su terquedad en quitarle a los contratistas privados la recolección, y por el detrimento económico invirtiendo cantidades de recursos públicos en la equivocada idea de asignarle a la Empresa de Acueducto la recolección de basuras, lo cual esta empresa no tiene ni idea de cómo hacerlo, igualmente trayendo carros compactadores viejos que no sirvieron (67 de estos carros están votados), y no sirvieron porque en EEUU ya estaban fuera de servicio y listos para convertirlos en chatarra. Y por si faltaba, la DIAN afirma que tiene problema jurídico por contrabando al traer esos carros sin cumplir requisitos de ley.
Decide entonces el señor Petro (sin olvidar sus viejas ideas), sublevarse contra la Constitución y la ley y no aceptar la sanción que le impone la Procuraduría, es decir, que la Constitución del 91 la hicieron para aplicársela a otras personas, menos a él, porque se cree la excepción ante la ley. Además se cree la excepción utilizando la audacia mentirosa de decir que lo sancionan es por ser de izquierda, una mentira tan grande como su arrogancia autoritaria. Lo que no menciona en absoluto es la verdad por la cual lo sancionan, porque considera que su ‘defensa’ está fundada en tergiversar la verdad ante la opinión pública.
Este es el perfil de quien aspira dizque a ser presidente de la república, con lo cual seguramente aspirará también a convertir a Colombia en la miseria que su maestro y amigo convirtió a Venezuela.
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