No creo que llegue a leerme y en realidad el escribir una especie de carta es más bien un recurso literario para exponer a los lectores de este blog la situación increíble que usted generó con sus recientes declaraciones sobre la destitución del alcalde de Bogotá, que su gobierno generó al nombrarlo embajador, máxime cuando esas declaraciones fueron divulgadas por medios colombianos de propaganda del terrorismo antes de que se hicieran públicas.
¡Cómo será de grave la intromisión en las decisiones legítimas de un funcionario del Estado colombiano que el propio gobierno amigo del terrorismo le tuvo que contestar! Hasta los mismos partidos de ese gobierno, siempre arrodillados a los gobiernos de su país y siempre interesados en aliarse con el crimen organizado para asegurar la prosperidad de sus líderes.
Esa indelicadeza lo deja ver a usted como un patán que con el pretexto de las buenas intenciones impone el poder de su gobierno sobre la ciudadanía y las instituciones de otros países, y deja ver a su presidente y su servicio exterior como un atajo de mediocres que a fin de obtener una foto de éxito de sus políticas de "poder blando" se prestan a aliarse con sociópatas del nivel de los nazis o el jemer rojo.
Pero la arrogancia y la grosería no tienen ninguna importancia si se piensa en la escandalosa ignorancia que usted exhibe en sus palabras. Sencillamente suscribe una falacia monstruosa de la propaganda de unos terroristas que intercambian cocaína por armas con grupos vinculados a Al Qaeda, cual es la de que intentan imponer una tiranía comunista porque no los dejan participar. La indecencia de todo eso no se explica por la mala fe y la deslealtad con los miles de víctimas del terrorismo, hace falta además ser muy estúpido y frívolo para creer algo así.
En cualquier persona esa opinión sobre la destitución de Petro es burda y ridícula, en un embajador de la primera potencia del mundo es una vergüenza para la especie. La verdad es que los terroristas totalitarios siempre han participado libremente en política y aun en una época en que proclamaban la condición de las FARC de "brazo armado" del Partido Comunista éste participaba en las elecciones.
Las garantías sobre la participación política no existen en Colombia para quienes incomodan a los terroristas: ¿nadie le ha dicho que al expresidente Uribe lo intentaron matar más de diez veces y que hace poco se descubrieron nuevos planes para matarlo? ¿Y que el líder mejor posicionado de la oposición a Santos, Andrés Felipe Arias, estuvo preso casi dos años por acciones que no constituían delito cuando las ejecutaban sus predecesores en el cargo? ¿Y que el candidato que podría ganarle a Santos, Luis Alfredo Ramos, está preso desde hace varios meses por reunirse con unos delincuentes que se estaban desmovilizando en una reunión pública autorizada por el gobierno, mientras que los que se reúnen con los terroristas y conspiran con ellos, como el propio presidente Santos, y aun los autores de miles de asesinatos, son libres y dan clases de moral?
Una lectura rápida a la Wikipedia lo podría orientar sobre la historia reciente de Colombia.
Pero la ignorancia va muchísimo más lejos y afecta a niveles morales profundos, lo que lo describe a usted como un miserable dispuesto a aliarse con asesinos que han violado a miles de niñas y mutilado, reclutado y asesinado a muchos miles de niños de ambos sexos: la historia de cualquier país demuestra que el hecho de premiar los crímenes sólo sirve para que los criminales multipliquen su actividad, como de hecho ha ocurrido en los tres años largos del gobierno de Santos.
Sencillamente, parece que el lobby de "derechos humanos" de los sectores más radicales de la izquierda de su país influye notoriamente en su gobierno, y por ese motivo nombran embajadores como usted, que tal vez intenta emular a personajes como Oliver Stone o Sean Penn y tomarse la foto al lado de esos asesinos para generar un impacto en el público ansioso de aventuras románticas y justicieros tropicales. Eso es ser cómplice del asesinato en masa por motivos mezquinos y frívolos.
Si usted conociera siquiera remotamente la historia reciente de Colombia sabría que el gobierno de Santos no tiene un mandato popular para premiar a los terroristas sino que engañó a los ciudadanos ofreciendo continuidad de la seguridad democrática del anterior gobierno, la única política que consiguió reducir drásticamente todos los indicadores de violencia en el país.
¡Cómo será de grave la intromisión en las decisiones legítimas de un funcionario del Estado colombiano que el propio gobierno amigo del terrorismo le tuvo que contestar! Hasta los mismos partidos de ese gobierno, siempre arrodillados a los gobiernos de su país y siempre interesados en aliarse con el crimen organizado para asegurar la prosperidad de sus líderes.
Esa indelicadeza lo deja ver a usted como un patán que con el pretexto de las buenas intenciones impone el poder de su gobierno sobre la ciudadanía y las instituciones de otros países, y deja ver a su presidente y su servicio exterior como un atajo de mediocres que a fin de obtener una foto de éxito de sus políticas de "poder blando" se prestan a aliarse con sociópatas del nivel de los nazis o el jemer rojo.
Pero la arrogancia y la grosería no tienen ninguna importancia si se piensa en la escandalosa ignorancia que usted exhibe en sus palabras. Sencillamente suscribe una falacia monstruosa de la propaganda de unos terroristas que intercambian cocaína por armas con grupos vinculados a Al Qaeda, cual es la de que intentan imponer una tiranía comunista porque no los dejan participar. La indecencia de todo eso no se explica por la mala fe y la deslealtad con los miles de víctimas del terrorismo, hace falta además ser muy estúpido y frívolo para creer algo así.
En cualquier persona esa opinión sobre la destitución de Petro es burda y ridícula, en un embajador de la primera potencia del mundo es una vergüenza para la especie. La verdad es que los terroristas totalitarios siempre han participado libremente en política y aun en una época en que proclamaban la condición de las FARC de "brazo armado" del Partido Comunista éste participaba en las elecciones.
Las garantías sobre la participación política no existen en Colombia para quienes incomodan a los terroristas: ¿nadie le ha dicho que al expresidente Uribe lo intentaron matar más de diez veces y que hace poco se descubrieron nuevos planes para matarlo? ¿Y que el líder mejor posicionado de la oposición a Santos, Andrés Felipe Arias, estuvo preso casi dos años por acciones que no constituían delito cuando las ejecutaban sus predecesores en el cargo? ¿Y que el candidato que podría ganarle a Santos, Luis Alfredo Ramos, está preso desde hace varios meses por reunirse con unos delincuentes que se estaban desmovilizando en una reunión pública autorizada por el gobierno, mientras que los que se reúnen con los terroristas y conspiran con ellos, como el propio presidente Santos, y aun los autores de miles de asesinatos, son libres y dan clases de moral?
Una lectura rápida a la Wikipedia lo podría orientar sobre la historia reciente de Colombia.
Pero la ignorancia va muchísimo más lejos y afecta a niveles morales profundos, lo que lo describe a usted como un miserable dispuesto a aliarse con asesinos que han violado a miles de niñas y mutilado, reclutado y asesinado a muchos miles de niños de ambos sexos: la historia de cualquier país demuestra que el hecho de premiar los crímenes sólo sirve para que los criminales multipliquen su actividad, como de hecho ha ocurrido en los tres años largos del gobierno de Santos.
Sencillamente, parece que el lobby de "derechos humanos" de los sectores más radicales de la izquierda de su país influye notoriamente en su gobierno, y por ese motivo nombran embajadores como usted, que tal vez intenta emular a personajes como Oliver Stone o Sean Penn y tomarse la foto al lado de esos asesinos para generar un impacto en el público ansioso de aventuras románticas y justicieros tropicales. Eso es ser cómplice del asesinato en masa por motivos mezquinos y frívolos.
Si usted conociera siquiera remotamente la historia reciente de Colombia sabría que el gobierno de Santos no tiene un mandato popular para premiar a los terroristas sino que engañó a los ciudadanos ofreciendo continuidad de la seguridad democrática del anterior gobierno, la única política que consiguió reducir drásticamente todos los indicadores de violencia en el país.
En lo único en que tiene razón es en la confianza con que obra al humillar de forma tan repugnante a las víctimas de esos sociópatas y a los demás colombianos: se trata de una gente servil que no es capaz de manifestarse para exigir al gobierno no reconocerlo a usted como embajador. Por eso lleva tantas décadas sometida a unas bandas terroristas que son a fin de cuentas creación de la misma oligarquía que dicen combatir y que siempre han estado dirigidas y controladas por el propio hermano mayor del presidente Santos y una camarilla de personajes de esas mismas familias.
Puede que, no obstante, en su país haya suficientes personas capaces de denunciar la infamia que usted comete haciéndose "lobbista" del terrorismo e inmiscuyéndose con indecente arrogancia en las actuaciones de un funcionario colombiano, incluso que algunos entiendan que la negociación de Santos sólo generará una violencia mucho mayor que la habida hasta ahora porque los únicos avances importantes de los terroristas en medio siglo de actuaciones criminales son los que derivan de la complicidad de los gobiernos que los legitiman, alientan y premian, como ocurrió en el pasado con los de Betancur, Barco, Gaviria, Samper y Pastrana. Cada gobierno fue peor, cada vez fueron mayores los crímenes, hasta que menguaron en la década pasada.
Puede que esas personas conscientes de su país lo incluyan en una galería de cómplices del crimen organizado. Es el lugar que merece en la historia, además del ridículo de ser desautorizado por el propio gobierno cuya infamia trataba de reforzar.
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