15 ene 2014

La esencia criminal del régimen

Por @Ruiz_senior
Si Santos resulta reelegido se habrá consumado todo lo que los comunistas buscan y que a medias consiguieron en 1991 "coronando" a una banda menor como autora de las leyes del país y como instancia de poder que protegía desde la legalidad y los cargos públicos las actividades y negocios de las demás bandas.

Es decir, habrán dado el paso decisivo, final, hacia el triunfo absoluto. Según señala Saúl Hernández, el Congreso elegido tendrá una duración cortísima porque Santos optará por una Constituyente con las FARC, para la que ya proponen que tenga 141 delegados y obviamente no sea elegida en su gran mayoría.

Pero las actuaciones del poder judicial, siempre sesgadas a favor del crimen organizado, no comenzaron con Santos sino mucho antes de 1991, pues Asonal Judicial o su germen ya dominaban el gremio. El comunismo es hegemónico en las facultades de Derecho desde los años sesenta y en realidad se impone porque representa los intereses de las viejas castas de dueños del país, según he explicado infinidad de veces.

Luego, hay un régimen que se hizo hegemónico con esa constitución y cuya base es la alianza de la vieja oligarquía con los comunistas. La descripción de ese régimen fue una tarea que emprendí en un escrito de noviembre de 2010 que copio porque me parece vigente y necesario para explicar en qué consiste ese régimen.

El régimen de la Constitución de Pablo 

Un nuevo orden

Cuando los historiadores se ocupen de este periodo de la historia de Colombia podrían designarlo mencionando la ley fundamental que surgió del acuerdo de un presidente designado por un niño a cuyo padre acababan de matar en alianza con el jefe del tráfico de drogas (al que estafaron convenciéndolo de que permanecería impune al quedar prohibida la extradición en la Constitución) y con una organización terrorista promovida por los herederos de la República Liberal. Tras los dieciséis años del Frente Nacional vinieron otros dieciséis de indecisión, en los que no estaba claro para dónde cogería el país y en los que los exportadores de cocaína llegaron a tener enorme poder político, hasta la consumación de ese proceso en una nueva organización del Estado que pronto cumplirá dos décadas. 
Paréntesis

El desconcierto de mucha gente ante las actuaciones del nuevo presidente resulta cada vez menos justificado: el uribismo viene a ser un paréntesis originado en la revuelta popular contra las atrocidades del Caguán. Cuando las aguas vuelven hasta cierto punto a su cauce, también el poder lo recuperan los amos de siempre. El gobierno de Santos es en esencia la continuidad del de Gaviria y el de Pastrana, con ínfimos matices. Un gobierno que se ajusta al régimen, cosa que no ocurría con el uribismo y que es la causa del desasosiego que genera. Es decir, para entender a Santos y su gobierno hay que tener en cuenta sobre todo el verdadero reparto del poder estatal, más que los vaivenes de la opinión. No busca tanto ganar popularidad cuanto ser un inquilino grato a los dueños del Estado. Si se convierte en el más fiero, aunque melifluo e hipócrita, perseguidor del uribismo, es sobre todo porque de ese modo se legitima ante el poder real. 
Ajustes 
Por tanto, los setenta y los ochenta pueden entenderse como un periodo en que cada grupo de poder ajustaba cuentas para alcanzar la hegemonía a costa de los demás. Tras la creación de una guerrilla controlable a distancia por López Michelsen y el MRL, Enrique Santos Calderón creó la revista Alternativa, también dedicada a incendiar el país con retórica castrista, pero ligada a una nueva banda menos dogmática en la adhesión al foquismo y el modelo guevarista. Los godos contraatacaron buscando dividir el bando liberal-izquierdista mediante el reforzamiento del PCC y su tropa. Antes del Caguán ya Betancur había tratado de brindar reconocimiento a las FARC en busca de un nuevo bipartidismo que encogiera a los liberales. 
Las leyes

Aparte de la retórica totalitaria, que sirve de pretexto a la bien organizada cleptocracia, la Constitución del 91 se distingue por la expansión del gasto público, el debilitamiento drástico de las instituciones elegidas y la "relativización" de todas las leyes y contratos, susceptibles de convertirse en papel mojado cada vez que a un juez o a quien lo nombra le da por inventarse un derecho fundamental que resultaría afectado. De eso sale claramente que el régimen no cuenta con los ciudadanos sino con la clase de los funcionarios y no se somete al veredicto de las urnas. Si se tiene en cuenta que detrás de los políticos y jueces están los clanes poderosos, y que éstos son los dueños de la prensa, la hegemonía con que cuenta es en la práctica absoluta, pero esa hegemonía cuyo último recurso es la inexistencia del derecho (reemplazado por la discrecionalidad de los jueces) tiene un nombre: opresión. ¿Puede concebirse mayor prueba de que se trata de opresión que el hecho de que las autoridades delincan abiertamente, por ejemplo prevaricando respecto del nombramiento de fiscal, sin que ni siquiera se las pueda denunciar? 
Paradojas

Uno escribe "paradojas" como por hacer una broma: la monstruosidad de ese régimen es tal que para hablar de paradojas hay que cerrar los ojos ante las evidencias. La ostentosa impunidad de Piedad Córdoba acompaña a la determinación de que un político que acudió a una reunión con criminales que podrían amenazarlo resulta el planificador de todo lo que hicieran antes y después esos criminales, o que interceptar a personas abiertamente relacionadas con potencias extranjeras hostiles, con organizaciones de traficantes de cocaína o con bandas terroristas se vuelve "crimen contra la humanidad" y el filántropo que profiere tal sentencia era el jefe de una organización de secuestradores y asesinos. No hay ninguna paradoja, el régimen que impera en Colombia es la pura tiranía de los asesinos, traficantes de cocaína y prevaricadores. 
Fulanismos

Ya es tradicional que en Colombia no haya adhesiones a programas ni idearios sino a personas. En el caso de la población ordinaria se podría pensar en falta de madurez política, pero cuando se trata de los aspirantes a cargos públicos se trata de otra cosa: lo único que los mueve es el nombramiento y la autoridad que derivan de él. Obviamente, el robo es el paso siguiente, toda vez que las probabilidades de quedar impunes son altísimas (siempre y cuando se esté de parte del régimen). Sería muy bueno conocer la ideología del gavirismo o del samperismo o del pastranismo, en qué se diferencian realmente. Los capitanes de esas corrientes sólo son los que dispensan favores según el poder accionarial que tengan en el régimen, es decir, según la capacidad que tengan de mover fichas (normalmente en las altas cortes) en favor de uno u otro interés. 
Componendas

Desde que era candidato, Santos se mostró incapaz de comunicar nada creíble a los ciudadanos, pero en cambio muy hábil arreglando apoyos y acuerdos con gente cuya motivación no es propiamente el bien común. Es decir, tratándose del reparto del botín, lo que ocurre siempre es que se negocia a la manera de Tony Soprano. Santos es el rey de esa actividad, pero Gaviria, Samper y Pastrana no le van a la zaga: llegan a presidentes sobre todo por eso. Las prisas por sacar una ley de tierras y otra de víctimas muestra hasta qué punto el régimen es sólo una cleptocracia cuyo fundamento es el poder judicial que emana de la Constitución del 91. Lejos de restituir a los desplazados o despojados por la violencia, se reforzará el poder de aquellos que sepan aliarse con el régimen, con sus políticos, jueces y ONG. Las víctimas favorecidas son sobre todo los mismos próceres, y los victimarios que las restituyen son los demás colombianos, en un nivel de un millón de pesos por cada uno. 
Persistencia

Ese acuerdo para repartirse el botín es sólo la vida colombiana de siempre, sólo que gracias a los "carrobombas" de Escobar y a asesinatos como el del sindicalista José Raquel Mercado ciertos grupos accedieron a las rentas y se halló otra falacia para escamotear la voluntad ciudadana y borrar todo rasgo de democracia. Ese arraigo del orden surgido con el engendro bárbaro que fue esa Constitución explica muchas cosas, tanto la desfachatez de los usufructuarios como el apocamiento de las víctimas. Detrás del descaro de un multimillonario empresario del crimen como Iván Cepeda, en defensa de los jueces que lo enriquecen, está simplemente la esclavitud, que en las regiones donde opera el frente Manuel Cepeda Vargas puede materializarse en una castración pedagógica. 
Impotencia

Uno escribe y registra esas cosas, pero realmente es muy improbable que vaya a cambiar nada. La Asamblea Constituyente de la que surgió el engendro sólo fue elegida por el 20% de los ciudadanos, pero ¿en qué andaba el otro 80%? Todavía en 2002, después de la orgía de sangre que fue el gobierno de Pastrana, con diez secuestros cada día, la segunda lista más votada al Congreso fue la del M-19, y en Bogotá ganó dos veces el partido aliado de las FARC. Es grotesco que anden escandalizados por los desfalcos de Moreno Rojas después de que las FARC apoyaran su candidatura y de que en el Concejo estén tanto el primer líder del Partido de las FARC como el mismo hermano de alias Alfonso Cano, por el mismo partido. La popularidad de Uribe permitió albergar la esperanza de que intentaría cambiar ese orden, pero el único cambio que se le ocurrió fue quedarse otros cuatro años de presidente. Ya libre para actuar en política, se declara comprometido con la obra de Santos, recuerda a quien quiere oírlo lo que hizo en su gobierno y trata de no perder la adhesión de los funcionarios y políticos que participan del botín actualmente. No será Uribe quien promueva una constituyente nueva, y cualquier esperanza de regeneración debe concebirse como algo todavía muy embrionario. De hecho, podría ser que la CSJ "perdonara" a Uribe en agradecimiento a su indolencia.
Si Santos resulta reelegido la esencia criminal del régimen se acentuará aún más y el paso siguiente será la fuga de capitales y luego de personas: mucha gente quiere comparar a las FARC poderosas con el régimen venezolano, pero éste es un régimen de militares cuya principal forma de opresión es la indolencia: algunos funcionarios perversos favorecen la delincuencia mientras que los oficiales simplemente parasitan y roban. En Colombia se trata de sociópatas con una larguísima trayectoria de atrocidades que no van a vacilar en multiplicarlas dado el éxito. El que quiera entender de qué se trata puede investigar sobre la historia de los países en que se impuso el comunismo y lo que les ocurrió a esas sociedades.

Mucha gente piensa que el fracaso del comunismo está anunciado y no se explica por qué sigue habiendo tantos comunistas en Sudamérica. Es porque no atienden a lo inmediato y simple: la vida se mueve por intereses. El Partido Comunista y las mil sectas afines agruparon a los hijos de los funcionarios acomodados de los siglos anteriores, siempre con un amplio control por parte de la oligarquía. Comunismo y régimen oligárquico vienen a ser lo mismo: rapiña. El proceso de destrucción del país puede variar de ritmo, pero al final todos los poderosos corren a buscar sus puestos y negocios, y en lo posible a tener recursos suficientes para emigrar a países ricos. La mayoría no cuenta, nunca ha contado, y por si acaso le han otorgado un montón de "derechos" y le dan educación.

Prácticamente todos los congresistas elegidos en 2010 como "uribistas" son hoy aliados más o menos manifiestos de las FARC y ciertamente apoyan la constituyente corporativa o estamental que Santos convocará. Eso sencillamente porque oponerse significaría quedarse por fuera del reparto de rentas, cosa difícil ahora que hay tanto dinero. Mucho me temo que muchos de los que salgan elegidos por el UCD terminarán haciendo lo mismo (no veo que sea más grave venderse que dirigir el asalto al Palacio de Justicia, como hizo Everth Bustamante, y el propio candidato elogiaba a Santos mucho después de que era evidente su alianza con las FARC). En todo caso, ya advierte Saúl Hernández que será un Congreso breve porque lo reemplazará la Constituyente. Y en Semana anuncian que la paz se logrará este año.

Colombia se hunde en medio siglo de miseria y horror. No parece muy probable que alguien lo pueda conjurar. Ni siquiera hay la menor resistencia sino sólo candidatos buscando votos sin acordarse de que la nueva Constituyente ya está acordada y aun publicitada.

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