20 ene 2014

No más largas a la destitución

Por @AdasOz

A Gustavo Petro se le agotan las leguleyadas como recurso para atornillarse en el poder. Si bien es cierto que a principios de la semana pasada un cuestionado magistrado del Tribunal Administrativo de Cundinamarca logró suspender provisionalmente la destitución del alcalde, ésta no tenía ningún tipo de piso jurídico que pudiera desencadenar en la suspensión permanente de la decisión de la Procuraduría.

Ni los argumentos del magistrado Armenta ni mucho menos las arengas populacheras y demagogas de Gustavo Petro han logrado hasta el momento tumbar una decisión bien estudiada y con evidente piso jurídico como lo es la del Procurador Alejandro Ordóñez, pues hasta el mismo Tribunal Administrativo de Cundinamarca negó el pasado viernes la tutela que el alcalde había interpuesto como recurso para frenar su destitución, pese a la decisión del magistrado Armenta en los días previos.

Aun así, los bogotanos seguimos a la espera de la decisión final que tomará el tribunal a principios de esta semana, luego de estudiar hasta 35 tutelas interpuestas por diferentes grupos ciudadanos para favorecer al alcalde. Me pregunto de dónde salen estos grupos y cuál es su relación con Gustavo Petro. ¿De dónde saldrá el dinero para financiarlos y cuál es el costo de todo este montaje? ¿En qué se puede diferenciar una tutela de la otra como para que merezca la pena interponer toda esa cantidad? Digo yo, que no sé nada de derecho, que con una sola debería ser suficiente si las bases jurídicas estuviesen debidamente fundamentadas. No obstante, me da la impresión de que no hay argumento válido en ninguna de ellas y que lo único que busca el alcalde es torpedear a como dé lugar la sanción de la Procuraduría y darle largas a su salida de la alcaldía y de la vida política.

El alcalde destituido ha convertido la plaza de Bolívar en el escampadero de sus esbirros y milicianos, luego de haberlos llamado a manifestarse de manera permanente, causándole un deterioro todavía mayor al histórico lugar por los olores pestilentes derivados de los desechos humanos, la basura que producen y en sí, una contaminación visual vergonzosa para todo el que visite el centro histórico de Bogotá.

A los bogotanos se nos agota la paciencia. Basta ya de las mañas del alcalde destituido, de sus discursos venenosos en los que llama a la subversión. Basta de la política del terror disfrazada de “democrática” y “humana”, que pretende sembrar el odio y el resentimiento entre los ciudadanos mientras se las ingenia para evadir toda clase de culpas y peor aún, la ley. Nadie a quien le hayan enseñado que la Constitución es norma de normas puede defender la horrenda pantomima que Petro se ha inventado para hacerse pasar por víctima cuando en realidad es el victimario.

Y a Bogotá se le agotan el tiempo y los recursos. Cada día que pase con este señor en la alcaldía será una pérdida para la ciudad, para la democracia y para el país. La ciudad pierde porque sigue sumida en el atraso, en el abandono, en la desidia y en la anarquía. La democracia queda en entredicho si Petro logra salirse con la suya y quedarse en el poder, porque el mensaje que se envía a los ciudadanos es erróneo: "Usted quédese tranquilo, viole la ley cuantas veces quiera, pues usted puede estar por encima de ésta porque tiene poder y es socio de unos cuantos jueces y magistrados". El país pierde, porque si todo esto ocurre en la capital y la democracia queda en entredicho, lo mismo podría empezar a suceder en otros lugares donde los alcaldes hayan sido también destituidos.

Espero, pero no me hago ilusiones, que la decisión del Tribunal Administrativo de Cundinamarca sea la mejor para la ciudad y, usando las mismas palabras de Santos, sueño con que Petro quede fuera de contienda y deje de hacerle daño con sus mañas de terrorista impune a la ciudad que no le pertenece y al país.

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