Por @AdasOz
Con la reciente incorporación de alias Fabián Ramírez al equipo negociador de las FARC en La Habana, Cuba, se confirma que la sospecha de que el golpe militar perpetrado contra alias Alfonso Cano convenía tanto a Santos como a los integrantes de las FARC que sí estaban dispuestos a negociar.
A Santos le convenía dar de baja a Cano por dos razones principales: la primera, que era entonces la obvia y por la que muchos colombianos lo elegimos como presidente, porque mostraba continuidad en la política de la seguridad democrática, y la segunda, que se jugaba por debajo de la mesa a espaldas de todos los colombianos, y que a su vez le daría esperanzas de poder celebrar el más aberrante acto de traición contra Colombia al pretender negociarla con la organización terrorista.
Puede ser muy cierto que la baja de Cano haya despertado reacciones dentro de la organización terrorista, pero no cabe duda de que Santos sabía que la salida más fácil para cumplir con su oscuro propósito era quitarlo del camino para así convencer a los demás cabecillas de sentarse a negociar. Entonces, el presidente fue rápido y astuto con las FARC, logrando convencerlos sin mayor resistencia a negociar, con la extraordinaria garantía de celebrar el evento fuera del territorio nacional. Esto demuestra que su plan había sido milimétricamente calculado, no improvisado, quizás desde hacía un tiempo atrás.
No es mi intención restarle mérito a la excelente labor del ejército, ni mucho menos, pero ya que Santos ha demostrado que nada le importa más que sus propios intereses, es muy probable que ninguno de los que ejecutaron la operación tuvieran conocimiento sobre el verdadero propósito del presidente, quien no es fiel a la Constitución ni a las leyes colombianas y que traiciona al ejército sistemáticamente.
Si eventualmente existieron diferencias dentro de la organización terrorista FARC, sin duda en algún punto se han ido limando, y con el traslado de alias Fabián Ramírez hacia La Habana para integrarlo al grupo de negociadores esto se hace más evidente, o al menos es la imagen que ahora intentan venderle al país. Pero además, su presencia en la isla es importante al menos por dos razones: la primera, porque el punto que actualmente se negocia es el del narcotráfico, tema álgido en las negociaciones, dado que el interés de la organización terrorista es despenalizarlo y Fabián Ramírez es quien mejor conoce el negocio.
La segunda razón es que las FARC podrían estar necesitando un cambio de estrategia en su accionar terrorista para que sus atentados sean menos evidentes, despisten a las autoridades y puedan pasar como actos de cualquier otra BACRIM, con el fin de mejorar su imagen ahora en tiempos de elecciones, para lo cual alias Fabián Ramírez resultaría muy útil al transmitirle ese mensaje a los milicianos del frente sur. Ambas razones convergen en que la imagen que estarían mostrando las FARC es de unión y cohesión. ¿Qué más importante para Santos y su reelección y para conseguir apoyo para el proceso de claudicación que esto último?
Una vez más, el presidente juega el papel de redentor para los cabecillas más peligrosos de las FARC con el único propósito de no dejar hundir el barco que llevará a Colombia directamente al abismo donde hoy se encuentra Venezuela.
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