Por Jaime Castro Ramírez
La solución política del conflicto interno en Colombia, es obvio que se tiene que negociar entre el gobierno que representa al Estado de derecho en cabeza del presidente de la república, y la contraparte que es la subversión y que actúa en contra del Estado de derecho.
A las fuerzas militares de la república les corresponde es la actuación en el escenario donde se presenta la escena de tener que implementar la inteligencia y el esquema de la seguridad nacional, y luego cómo desarrollarlo para proteger la institucionalidad y los derechos democráticos de la sociedad.
¿Los militares como negociadores del ‘desarme’ y desmovilización?
El diario El Tiempo en su edición del sábado 28 de junio de 2014 publica algunas frases del presidente Santos refiriéndose a los militares frente a la paz y la ‘negociación’ del desarme de la guerrilla. A la vez advierte Santos que el papel de los uniformados activos no será en la mesa de diálogo en Cuba. Frases como las siguientes:
1. “En lo que tiene que ver con la desmovilización, con el desarme, con la reintegración, ahí deberán estar presentes las fuerzas militares, inclusive oficiales en servicio activo”.
2. “Su papel fundamental será concretar los términos en los que se dé la entrega de armas de los desmovilizados de la guerrilla”.
3. “Ustedes serán los encargados de negociar esos términos y cómo se va a hacer el desarme”.
4. El punto tres de la agenda de negociación de paz relacionado con el fin del conflicto establece que se deben implementar mecanismos que permitan la “dejación de las armas” y la reincorporación de las FARC a la vida civil.
5. “Los beneficios jurídicos que se negocien para ponerle fin al conflicto, serán también beneficios jurídicos para los miembros de las fuerzas militares”.
Lo primero que hay que analizar con respecto de esta postura presidencial es la inconsistencia de criterios, pues en el punto dos se refiere a la ‘entrega de armas’, mientras que en el punto cuatro habla de la ‘dejación de las armas’. Estas son dos expresiones de característica excluyente en materia de paz, y antónimas en su significado, pues una cosa es ‘entrega’ y otra cosa diferente es ‘dejación’. Esta segunda opción es la que plantean las FARC, y significaría simplemente que se quitan el fusil del hombro pero no lo entregan, es decir, que lo depositan en algún lugar pero queda en su poder y a su disposición para eventualmente retomarlo, lo cual sería totalmente ilógico en una negociación de paz donde es esencial es la ‘entrega’ de las armas.
En segundo lugar, no se entiende cómo podrían negociar los militares lo innegociable después de la negociación, pues la ‘entrega’ de la armas obviamente se tiene que tratar y acordar es en la mesa de la Habana, ya que lo no pactado y firmado en ese escenario, no se puede pensar que los militares lo van a poder negociar después con sus enemigos, aunque el papel de los militares no es negociar, sino hacer cumplir lo que se negocie en la Habana por parte del gobierno respecto a la entrega de las armas y la desmovilización.
Proponer que los militares negocien el desarme y desmovilización de la guerrilla parece un despropósito en la medida que esto es decisión política, y los militares no son actores políticos. Parece mas una forma de abrir el paraguas para ver hasta dónde se logra mentalizar a los militares y a la policía de posible disminución de las fuerzas, tal vez con el objetivo de involucrar a desmovilizados en estas filas.
Por último, no se pueden asimilar los terroristas con los militares cuando Santos afirma que los beneficios jurídicos que se negocien para los primeros (autores de crímenes atroces y de lesa humanidad), esos mismos beneficios jurídicos operen de igual manera para los militares (en general víctimas de la guerra política) y quienes han puesto al servicio de la patria hasta sus propias vidas para defender la democracia. Es quizás la forma disimulada de plantear la ‘legalización’ de la impunidad total para los terroristas.
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