Una de las idioteces más frecuentes entre los críticos de Santos es su supuesto "fracaso" en la negociación con las FARC. Parten de la frívola suposición de que el presidente sueña con obtener el fin de los crímenes y así ganar reconocimiento, un lugar en la historia y el premio Nobel de la Paz. ¿Es eso lo que busca Santos? Cada vez es más evidente que no: lo que busca es instaurar un régimen como el cubano en Colombia y los límites de sus negociadores en La Habana son sólo lo que la sociedad esté dispuesta a tolerar. Las supuestas negociaciones son sólo acuerdos de un consejo directivo de un consorcio a ver cómo consiguen que los colombianos se sometan al nuevo régimen. Los asesinatos incesantes y la expansión de las FARC a todo el territorio son elementos esenciales para obtener ese resultado y no sería nada raro que fueran acordados en esas reuniones.
En eso que busca, Santos tiene un éxito clamoroso porque tanto él como sus asesores cubanos saben que de lo que se trata es de la legitimidad, y esa legitimidad la obtiene a punta de propaganda. Bien la obsesiva campaña de los medios subvencionados para calumniar a Uribe a todas horas, bien las maquinaciones para que en la prensa extranjera se publiquen artículos elogiosos sobre él o para que le den un doctorado honoris causa, todo tiene el objeto de legitimar su actuación y su figura, cosa que en Colombia da resultado porque la población es como es. ¿Cuántos se dan cuenta de que las FARC cada vez están presentes en más sitios y cada vez matan más? ¿Y de que el alto mando militar está cooptado por los terroristas?
De modo que en lo que le interesa Santos tiene un éxito clamoroso, y el hecho de que después de traicionar a sus votantes, disparar la corrupción, gastar el presupuesto en comprar clientelas y hacerse propaganda y resucitar a las bandas terroristas resultara reelegido lo demuestra. No es serio decir que Zuluaga ganó, puede que obtuviera más votos de "opinión" pero ¿qué proporción del censo electoral era? Eso sin contar con que si hubiera ganado Zuluaga la "paz" seguiría igual, según explicaba el uribista Sergio Araújo.
En eso que busca, Santos tiene un éxito clamoroso porque tanto él como sus asesores cubanos saben que de lo que se trata es de la legitimidad, y esa legitimidad la obtiene a punta de propaganda. Bien la obsesiva campaña de los medios subvencionados para calumniar a Uribe a todas horas, bien las maquinaciones para que en la prensa extranjera se publiquen artículos elogiosos sobre él o para que le den un doctorado honoris causa, todo tiene el objeto de legitimar su actuación y su figura, cosa que en Colombia da resultado porque la población es como es. ¿Cuántos se dan cuenta de que las FARC cada vez están presentes en más sitios y cada vez matan más? ¿Y de que el alto mando militar está cooptado por los terroristas?
De modo que en lo que le interesa Santos tiene un éxito clamoroso, y el hecho de que después de traicionar a sus votantes, disparar la corrupción, gastar el presupuesto en comprar clientelas y hacerse propaganda y resucitar a las bandas terroristas resultara reelegido lo demuestra. No es serio decir que Zuluaga ganó, puede que obtuviera más votos de "opinión" pero ¿qué proporción del censo electoral era? Eso sin contar con que si hubiera ganado Zuluaga la "paz" seguiría igual, según explicaba el uribista Sergio Araújo.
Cada día hay un nuevo elemento de esa propaganda, bien la campaña #SoyCapaz, bien el artículo repugnante de The Economist, bien algún nuevo descubrimiento sobre Uribe, bien alguna persecución contra militares o políticos hostiles... La "Carta abierta de colombianólogos" publicada recientemente forma parte de lo mismo, y su impacto es más importante de lo que parece porque no todo el mundo entiende que la mayor parte de esos profesores son líderes importantes de la conjura terrorista o bien, en el caso de algunos extranjeros, militan en el marxismo académico o reciben incentivos oscuros, como ocurre con casi toda la propaganda del régimen.
El texto en sí es una suma abrumadora de falacias. Casi cada frase lo es, bien dando las mentiras por sobreentendidas, bien incluyéndolas como afirmaciones objetivas. La primera frase ya es para echarse a temblar: "Las condiciones para la terminación del conflicto armado en Colombia son hoy más favorables que nunca". ¿Cómo es eso? Las exigencias de los terroristas son más descaradas que nunca, tal como se puede comprobar en este video que acompañó a su respaldo a la campaña de Santos en la segunda vuelta. Para que la frase tenga sentido hay que entender que la "terminación del conflicto armado" es sencillamente el triunfo total de los terroristas. ¿O es otra cosa?
La frase final de ese primer párrafo es de sentido casi idéntico, "existe una esperanza real de que las negociaciones sienten por fin las bases de una paz duradera". Que curiosamente no son las leyes, que se suprimen para reemplazarlas por el poder de terror y las riquezas incalculables de los terroristas, ni la justicia, que se suprime para convertir los niños bomba en la fuente del derecho, ni la democracia, que no hay cuando la voluntad de los ciudadanos se somete a la amenaza de bandas de asesinos. Ésos son los tales académicos, legitimadores e instigadores del crimen.
Quien haya visto el video tendrá pruebas de la falsedad de la frase que abre el segundo párrafo: las FARC no han renunciado a su ideología totalitaria. El resultado de la legitimación de sus crímenes por parte del gobierno sólo es que escalarán sus pretensiones y sus atrocidades, como puede comprobar cualquiera en Colombia.
El párrafo siguiente, con el pretexto de reconocer lo alcanzado por el gobierno de Uribe al desmovilizar a las AUC, pretende establecer un paralelismo a partir de una falsedad supuesta: en ningún momento se cambió la legislación para favorecer a esos criminales ni se los legitimó como el producto de un déficit democrático (que es lo que hace el gobierno en los acuerdos con las FARC: la suposición de que los asesinos en serie vienen a remediar un problema afectivo de sus víctimas).
Después afirman que la única alternativa a la paz negociada es más guerra. ¿Acaso no han multiplicado su poder los terroristas desde que subió Santos? La única alternativa al reino del crimen es la aplicación de la ley, pero en ese caso puede que la mayoría de los académicos firmantes dieran con sus huesos en la cárcel, seguro que ni siquiera sería difícil demostrar que muchos de ellos se han lucrado directamente de los crímenes terroristas y en algunos casos incluso los han cometido.
Siempre el chantaje del costo de la guerra, muestra del desprecio que sienten por los ciudadanos: cuando Santos llegó al poder las bandas terroristas apenas tenían presencia en zonas fronterizas, aparte de las universidades y los medios de comunicación. Si no se aplican las leyes, será el genocidio multiplicado la ley real, aunque sin duda esos académicos ocuparán embajadas y cargos formidables, como de hecho ya ocurre con los miembros de la Comisión Histórica. Aplicar la ley es mucho más barato que dejarse despojar por unos sociópatas y convertirse en esclavos de ellos, como ya les ocurre a los cubanos y nicaragüenses.
Incluyen una mención al desarme de las FARC que es sólo otra promesa vacía: dado que han declarado mil veces que no se van a desarmar, el proceso es una mentira. ¿No lo saben esos académicos? Ellos son los que encargan los niños bomba, sólo hacen presión para que sigan siendo rentables y se puedan seguir exportando toneladas de cocaína y de metales producidos ilegalmente.
El párrafo siguiente, con el pretexto de reconocer lo alcanzado por el gobierno de Uribe al desmovilizar a las AUC, pretende establecer un paralelismo a partir de una falsedad supuesta: en ningún momento se cambió la legislación para favorecer a esos criminales ni se los legitimó como el producto de un déficit democrático (que es lo que hace el gobierno en los acuerdos con las FARC: la suposición de que los asesinos en serie vienen a remediar un problema afectivo de sus víctimas).
Después afirman que la única alternativa a la paz negociada es más guerra. ¿Acaso no han multiplicado su poder los terroristas desde que subió Santos? La única alternativa al reino del crimen es la aplicación de la ley, pero en ese caso puede que la mayoría de los académicos firmantes dieran con sus huesos en la cárcel, seguro que ni siquiera sería difícil demostrar que muchos de ellos se han lucrado directamente de los crímenes terroristas y en algunos casos incluso los han cometido.
Siempre el chantaje del costo de la guerra, muestra del desprecio que sienten por los ciudadanos: cuando Santos llegó al poder las bandas terroristas apenas tenían presencia en zonas fronterizas, aparte de las universidades y los medios de comunicación. Si no se aplican las leyes, será el genocidio multiplicado la ley real, aunque sin duda esos académicos ocuparán embajadas y cargos formidables, como de hecho ya ocurre con los miembros de la Comisión Histórica. Aplicar la ley es mucho más barato que dejarse despojar por unos sociópatas y convertirse en esclavos de ellos, como ya les ocurre a los cubanos y nicaragüenses.
Incluyen una mención al desarme de las FARC que es sólo otra promesa vacía: dado que han declarado mil veces que no se van a desarmar, el proceso es una mentira. ¿No lo saben esos académicos? Ellos son los que encargan los niños bomba, sólo hacen presión para que sigan siendo rentables y se puedan seguir exportando toneladas de cocaína y de metales producidos ilegalmente.
Después advierten contra el posible rechazo en las urnas de la claudicación ante el terrorismo: amenazando con una catástrofe si la población no se somete.
El cinismo de estos asesinos llega a tal punto que mencionan el derecho a disentir: ¿qué es disentir? En su jerga simplemente es promover el terrorismo, pues ¿alguno dijo algo que no fuera legitimador de los asesinos cuando sus peones mataron a Adán Quinto? No cabe la menor duda de que se ponen de acuerdo para burlarse de las víctimas y demostrar que pueden ser más cínicos que sus hermanos del Secretariado.
Los comunistas forman redes eficaces que se apropian de las universidades en muchos países. Así resultaron nombrados en universidades estadounidenses algunos de los firmantes de esa "carta", desvergonzada propaganda terrorista que transmite la amenaza a la sociedad: no someterse, exigir que la voluntad del pueblo prevalezca, que se apliquen las leyes y se respete a las víctimas, se paga. ¿No es lo que tratan de decir? ¿Puede el lector refutar esa idea? ¿Sabe alguien qué escriben Francisco Leal Buitrago, Arlene Tickner, Iván Orozco o Rodolfo Arango? Son los terroristas. El secretariado sólo es un consejo de capataces.
El cinismo de estos asesinos llega a tal punto que mencionan el derecho a disentir: ¿qué es disentir? En su jerga simplemente es promover el terrorismo, pues ¿alguno dijo algo que no fuera legitimador de los asesinos cuando sus peones mataron a Adán Quinto? No cabe la menor duda de que se ponen de acuerdo para burlarse de las víctimas y demostrar que pueden ser más cínicos que sus hermanos del Secretariado.
Los comunistas forman redes eficaces que se apropian de las universidades en muchos países. Así resultaron nombrados en universidades estadounidenses algunos de los firmantes de esa "carta", desvergonzada propaganda terrorista que transmite la amenaza a la sociedad: no someterse, exigir que la voluntad del pueblo prevalezca, que se apliquen las leyes y se respete a las víctimas, se paga. ¿No es lo que tratan de decir? ¿Puede el lector refutar esa idea? ¿Sabe alguien qué escriben Francisco Leal Buitrago, Arlene Tickner, Iván Orozco o Rodolfo Arango? Son los terroristas. El secretariado sólo es un consejo de capataces.
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