Uno de los vicios más irritantes que uno encuentra en casi todos los colombianos es el desprecio hacia los miembros de las guerrillas porque creen que son traficantes de cocaína con máscara política. Ya hay que ser ciegos para creer tal cosa, si se piensa en la vulgaridad que lleva a pensar así, se sienten ganas de llorar.
No pueden ver lo que son los terroristas porque no conciben personas así, pero si los entendieran los respetarían, toda vez que lo que consideran condenable no es matar gente ni menos tratar de imponer a los demás un régimen político sino ser de condición social baja y querer prosperar y pagarse lujos y placeres. ¿Cómo puede ser eso lo condenable? Porque es lo que genera envidia y porque cada uno se siente desplazado en su jerarquía por alguien de condición inferior.
¿Para qué es el dinero?
Un dicho alemán reza que "el dinero no lo es todo pero sin dinero todo es nada", y en efecto el dinero lo es todo cuando no se tiene: cuando uno pasa hambre o duerme en la calle. A partir de la experiencia de la mayoría de la gente, que es el continuo desajuste entre lo que se quiere y lo que se puede gastar, parece que la única motivación que tiene sentido en esta vida es conseguir más dinero.
Los bienes suntuosos deslumbran a la gente pobre, y eso han sido en toda la historia la inmensa mayoría de los colombianos. Parece que subirse a un automóvil que cuesta diez veces más que los corrientes fuera como llegar al paraíso. Del acceso a esos bienes tratan casi todas las telenovelas tradicionales de Hispanoamérica. Por eso resulta inconcebible que alguien que disfruta de ellos se ponga a delinquir.
No pueden ver lo que son los terroristas porque no conciben personas así, pero si los entendieran los respetarían, toda vez que lo que consideran condenable no es matar gente ni menos tratar de imponer a los demás un régimen político sino ser de condición social baja y querer prosperar y pagarse lujos y placeres. ¿Cómo puede ser eso lo condenable? Porque es lo que genera envidia y porque cada uno se siente desplazado en su jerarquía por alguien de condición inferior.
¿Para qué es el dinero?
Un dicho alemán reza que "el dinero no lo es todo pero sin dinero todo es nada", y en efecto el dinero lo es todo cuando no se tiene: cuando uno pasa hambre o duerme en la calle. A partir de la experiencia de la mayoría de la gente, que es el continuo desajuste entre lo que se quiere y lo que se puede gastar, parece que la única motivación que tiene sentido en esta vida es conseguir más dinero.
Los bienes suntuosos deslumbran a la gente pobre, y eso han sido en toda la historia la inmensa mayoría de los colombianos. Parece que subirse a un automóvil que cuesta diez veces más que los corrientes fuera como llegar al paraíso. Del acceso a esos bienes tratan casi todas las telenovelas tradicionales de Hispanoamérica. Por eso resulta inconcebible que alguien que disfruta de ellos se ponga a delinquir.
Pero la plenitud que emana de esos bienes es casi exclusivamente el prestigio, es decir, lo que piensan los demás, y la mayoría obviamente no puede acceder a ellos, por lo que la felicidad del poseedor sólo corresponde a la envidia de los demás, o a la propia envidia redimida. Y cuando se dispone de dinero, además del prestigio de consumir cosas finas está el poder sobre los demás: la capacidad de influir decisivamente en la vida ajena.
Más allá de la seguridad de poder pagar las necesidades básicas, el dinero sirve sobre todo para obtener prestigio y poder. Y en un medio social elevado el prestigio y el poder no derivan sólo del dinero. Los empleados de los hoteles de lujo a los que van los líderes bolivarianos en Europa y Norteamérica sienten sin la menor duda mucho desprecio por ellos, por sus maneras rudas, su ignorancia de las convenciones de conducta, su patética necesidad de protagonismo, etc. No hay ni que detenerse a imaginar lo que sentirán los intelectuales y aristócratas de esos países. Y seguro que disponen de menos dinero.
Más allá de la seguridad de poder pagar las necesidades básicas, el dinero sirve sobre todo para obtener prestigio y poder. Y en un medio social elevado el prestigio y el poder no derivan sólo del dinero. Los empleados de los hoteles de lujo a los que van los líderes bolivarianos en Europa y Norteamérica sienten sin la menor duda mucho desprecio por ellos, por sus maneras rudas, su ignorancia de las convenciones de conducta, su patética necesidad de protagonismo, etc. No hay ni que detenerse a imaginar lo que sentirán los intelectuales y aristócratas de esos países. Y seguro que disponen de menos dinero.
Ejemplaridad
Este post trata sobre la verdadera condición de los miembros de las FARC y la noción que tienen de ella los colombianos, por eso tengo que saltar a otro enfoque para completar la idea. Ya hace unos años publiqué un post sobre eso.
En alguna parte dice Ortega y Gasset que la noción de jerarquía social se aplica más bien a los demás animales porque entre los humanos pesa más la ejemplaridad, y ponía el ejemplo del cristianismo, que ha pasado por toda clase de regímenes políticos, de pueblos, de modas culturales y siempre se mantiene porque siempre puede remitir al ejemplo de su fundador.
Esa idea de ejemplaridad sirve para explicar la adhesión que tuvieron Fidel Castro y el Che Guevara entre las clases altas de toda Iberoamérica en su momento. Unos jóvenes audaces, apuestos, inteligentes y sobre todo resueltos consuman una rebelión y suprimen las odiadas instituciones de democracia formal copiadas de Estados Unidos, rechazan la dependencia de ese país y se lanzan a dirigir la construcción de la utopía en su país. ¿Puede entender el lector que esos aventureros patricios no eran rateros ansiosos de ganar millones? Ambos procedían de familias muy ricas. Se dice que el abuelo del Che era el hombre más rico de Sudamérica.
Luego, la disposición a seguir su ejemplo de los aristócratas bogotanos provenía de intereses relacionados con el poder político, con la ideología y con el prestigio intelectual (las clases altas de toda Hispanoamérica siempre odiaron a Estados Unidos, gran parte del prestigio que tiene Europa en un lugar como Colombia tiene que ver con eso, es la supuesta alternativa al "imperio"). En los años sesenta la inmensa mayoría de los intelectuales prestigiosos en Hispanoamérica eran comunistas, bien es cierto que gracias precisamente a la organización que los promovía y a los recursos soviéticos (Vicente Huidobro, Gabriela Mistral y Salomón de la Selva son poetas de más nivel que Mario Benedetti pero nadie los lee porque no tiene difusión: no eran comunistas).
En alguna parte dice Ortega y Gasset que la noción de jerarquía social se aplica más bien a los demás animales porque entre los humanos pesa más la ejemplaridad, y ponía el ejemplo del cristianismo, que ha pasado por toda clase de regímenes políticos, de pueblos, de modas culturales y siempre se mantiene porque siempre puede remitir al ejemplo de su fundador.
Esa idea de ejemplaridad sirve para explicar la adhesión que tuvieron Fidel Castro y el Che Guevara entre las clases altas de toda Iberoamérica en su momento. Unos jóvenes audaces, apuestos, inteligentes y sobre todo resueltos consuman una rebelión y suprimen las odiadas instituciones de democracia formal copiadas de Estados Unidos, rechazan la dependencia de ese país y se lanzan a dirigir la construcción de la utopía en su país. ¿Puede entender el lector que esos aventureros patricios no eran rateros ansiosos de ganar millones? Ambos procedían de familias muy ricas. Se dice que el abuelo del Che era el hombre más rico de Sudamérica.
Luego, la disposición a seguir su ejemplo de los aristócratas bogotanos provenía de intereses relacionados con el poder político, con la ideología y con el prestigio intelectual (las clases altas de toda Hispanoamérica siempre odiaron a Estados Unidos, gran parte del prestigio que tiene Europa en un lugar como Colombia tiene que ver con eso, es la supuesta alternativa al "imperio"). En los años sesenta la inmensa mayoría de los intelectuales prestigiosos en Hispanoamérica eran comunistas, bien es cierto que gracias precisamente a la organización que los promovía y a los recursos soviéticos (Vicente Huidobro, Gabriela Mistral y Salomón de la Selva son poetas de más nivel que Mario Benedetti pero nadie los lee porque no tiene difusión: no eran comunistas).
De modo que el impulso de emulación de esos revolucionarios empieza por la clase más alta y se va transmitiendo al resto de la sociedad. Primero a la universidad, que es la institución que concentra a las clases altas (ahora se ha propagado como una peste y los que de verdad son de arriba obtienen diplomas en países civilizados). Antonio Caballero, Enrique Santos Calderón y Daniel Samper Pizano se cuentan entre los primeros castristas y congregaron en su revista a buena parte de su casta.
El M-19 es la creación de esa gente, y si bien no pudieron tomar el poder, hay que reconocer que los hermanos menores de esos próceres llegaron a la presidencia en parte porque la clientela creada alrededor de la lucha armada, el sindicalismo en las entidades públicas y el adoctrinamiento universitario no se opuso.
El M-19 es la creación de esa gente, y si bien no pudieron tomar el poder, hay que reconocer que los hermanos menores de esos próceres llegaron a la presidencia en parte porque la clientela creada alrededor de la lucha armada, el sindicalismo en las entidades públicas y el adoctrinamiento universitario no se opuso.
Las guerrillas son la fuerza de choque pero lo que está detrás de ellas es la universidad, donde se "formaron" sus jefes y donde obtienen rentas y poder la inmensa mayoría de los militantes calificados de la llamada "izquierda". Cuando un colombiano ordinario supone que Timochenko es un sádico o un "bandido" que espera darse baños de oro como Rico McPato, sólo está mostrando el respeto que siente por los diplomas y la aureola intelectual, gracias a lo cual los asesinos avanzan día a día: no son los asesinatos ni intimidaciones lo que les da poder a las FARC sino la lucha por la paz de sus compañeros urbanos, gracias a la cual la sociedad permanece maniatada, así como las Fuerzas Armadas.
Al principio de sus carreras, todos los miembros del Secretariado de las FARC eran esta clase de gente: muchachos "idealistas" que fácilmente se indignan con las injusticias y sueñan con dirigir el "cambio" , para el que sólo hace falta destruir la democracia y enemistarse con Estados Unidos. No hay que preocuparse de que entiendan que la desigualdad surge del despojo continuo a los ciudadanos que es la universidad ni de que todos los países en que se ha implantado el comunismo se han empobrecido espantosamente: no tienen ninguna información distinta a la doctrina que les imbuyen, y en todo momento reciben aplausos por su determinación de servir a la causa.
Es decir, quienes los convierten en monstruos son sus profesores, que nunca se manchan las manos de sangre, y que casi siempre proceden de castas superiores y a su vez intentan asimilarse al clan de familias presidenciales que creó Alternativa y el M-19 y que siempre ha tenido relación personal con Fidel Castro.
De modo que el joven llega a la universidad lleno de sueños y ambiciones y ansía ostentar su inteligencia y obtener lo que siempre se busca, poder y prestigio, para lo cual conviene formar parte de alguna organización revolucionaria, a la que lo invitan sus profesores y sus compañeros de cursos superiores. Según su rango social y sus merecimientos, es destinado a una u otra labor. Los muy entusiastas y a la vez carentes de talento para la lucha legal, son enviados a dirigir actividades criminales en el monte o encargados de crímenes en las ciudades, como los secuestros y muchos otros.
Muchísimos líderes terroristas, como los Pizarro Leongómez o los Sanz (alias Alfonso Cano y su hermano del PDI), proceden de prestantes familias bogotanas. ¿Tendrían algún afán de convertirse en genocidas más allá de los sueños de entrar en la historia como los demás revolucionarios patricios del continente? ¿Los movía la codicia o el sadismo? Esa certeza absurda de que son traficantes disfrazados retrata a Colombia.
Injerencia selenita
El origen del terrorismo está en la tradición de Colombia y en la idiosincrasia que comparten los colombianos. Esa idea sobre los terroristas delata esa idiosincrasia. La idea de que los ideales o el rango social pesan más que los hechos concretos (la famosa frase de Carlos Gaviria "No es lo mismo matar para enriquecerse que matar para que la gente viva mejor" sólo la pronuncia porque sabe que el país piensa así) es inconcebible en cualquier código penal e incompatible con la democracia, en la que todas las personas son iguales ante la ley (no está justificado ningún homicidio sean cuales sean las intenciones o el rango de su autor).
De modo que cuando el idealista del video va a secuestrar a los hijos de un supuesto traficante de drogas, hace algo que sabe que será aceptado por su medio pero también por el conjunto de la sociedad, dispuesto a ilusionarse con el socialismo, a admirar al Che y a Fidel y a odiar a Estados Unidos. De otro modo no lo habrían hecho: en otro país no lo habrían imaginado porque se verían como monstruos. Una persona de India que oyera hace mil años la idea de que los malvados al morir arden eternamente se habría sorprendido de la locura que hace falta para creer algo así, pero una persona europea de la misma época se habría sorprendido de la locura que hace falta para ponerlo en duda.
Y ESA IDEA de descalificar a los miembros de las FARC porque trafican con drogas, como si matar policías y soldados para implantar su proyecto político fuera menos grave, forma parte de ese magma ideológico que comparten los colombianos y que permite a los guerrilleros verse como redentores y no como sociópatas y genocidas. El escándalo reciente porque se considere que el tráfico de drogas es un delito conexo al delito político deja ver otra vez lo mismo: claro que es un delito conexo, toda vez que el objetivo del tráfico es obtener fondos para matar gente a fin de conquistar el poder y oprimir a toda la sociedad. Lo que pasa es que el gran delito, el que no se puede perdonar ni tolerar, es precisamente aquello que los colombianos justifican: tienen un proyecto político. Claro que lo tienen, siguen sus ideales. El código penal no puede castigar las ideas, pero ciertamente el proyecto del Partido Comunista y las demás sectas relacionadas con los Castro es un crimen contra la humanidad desde el principio. Los asesinatos y secuestros forman parte de su aplicación, el tráfico de drogas es en comparación un delito menor que sirve al mismo objetivo.
Es decir, quienes los convierten en monstruos son sus profesores, que nunca se manchan las manos de sangre, y que casi siempre proceden de castas superiores y a su vez intentan asimilarse al clan de familias presidenciales que creó Alternativa y el M-19 y que siempre ha tenido relación personal con Fidel Castro.
De modo que el joven llega a la universidad lleno de sueños y ambiciones y ansía ostentar su inteligencia y obtener lo que siempre se busca, poder y prestigio, para lo cual conviene formar parte de alguna organización revolucionaria, a la que lo invitan sus profesores y sus compañeros de cursos superiores. Según su rango social y sus merecimientos, es destinado a una u otra labor. Los muy entusiastas y a la vez carentes de talento para la lucha legal, son enviados a dirigir actividades criminales en el monte o encargados de crímenes en las ciudades, como los secuestros y muchos otros.
Muchísimos líderes terroristas, como los Pizarro Leongómez o los Sanz (alias Alfonso Cano y su hermano del PDI), proceden de prestantes familias bogotanas. ¿Tendrían algún afán de convertirse en genocidas más allá de los sueños de entrar en la historia como los demás revolucionarios patricios del continente? ¿Los movía la codicia o el sadismo? Esa certeza absurda de que son traficantes disfrazados retrata a Colombia.
Injerencia selenita
El origen del terrorismo está en la tradición de Colombia y en la idiosincrasia que comparten los colombianos. Esa idea sobre los terroristas delata esa idiosincrasia. La idea de que los ideales o el rango social pesan más que los hechos concretos (la famosa frase de Carlos Gaviria "No es lo mismo matar para enriquecerse que matar para que la gente viva mejor" sólo la pronuncia porque sabe que el país piensa así) es inconcebible en cualquier código penal e incompatible con la democracia, en la que todas las personas son iguales ante la ley (no está justificado ningún homicidio sean cuales sean las intenciones o el rango de su autor).
De modo que cuando el idealista del video va a secuestrar a los hijos de un supuesto traficante de drogas, hace algo que sabe que será aceptado por su medio pero también por el conjunto de la sociedad, dispuesto a ilusionarse con el socialismo, a admirar al Che y a Fidel y a odiar a Estados Unidos. De otro modo no lo habrían hecho: en otro país no lo habrían imaginado porque se verían como monstruos. Una persona de India que oyera hace mil años la idea de que los malvados al morir arden eternamente se habría sorprendido de la locura que hace falta para creer algo así, pero una persona europea de la misma época se habría sorprendido de la locura que hace falta para ponerlo en duda.
Y ESA IDEA de descalificar a los miembros de las FARC porque trafican con drogas, como si matar policías y soldados para implantar su proyecto político fuera menos grave, forma parte de ese magma ideológico que comparten los colombianos y que permite a los guerrilleros verse como redentores y no como sociópatas y genocidas. El escándalo reciente porque se considere que el tráfico de drogas es un delito conexo al delito político deja ver otra vez lo mismo: claro que es un delito conexo, toda vez que el objetivo del tráfico es obtener fondos para matar gente a fin de conquistar el poder y oprimir a toda la sociedad. Lo que pasa es que el gran delito, el que no se puede perdonar ni tolerar, es precisamente aquello que los colombianos justifican: tienen un proyecto político. Claro que lo tienen, siguen sus ideales. El código penal no puede castigar las ideas, pero ciertamente el proyecto del Partido Comunista y las demás sectas relacionadas con los Castro es un crimen contra la humanidad desde el principio. Los asesinatos y secuestros forman parte de su aplicación, el tráfico de drogas es en comparación un delito menor que sirve al mismo objetivo.
Pero al pensar en eso, en lo monstruoso de esa idiosincrasia, se da uno cuenta de que en Colombia no hay demócratas: nadie considera que sea un crimen tratar de abolir la democracia (lo cual tampoco sería lícito a partir del triunfo de una mayoría en elecciones). Si alguien comparte los fines de las FARC pero no sus métodos, no encuentra repulsa de los demás colombianos, que le ven ideales y calidad intelectual y no propósitos criminales.
Y es que los terroristas expresan al país: lo que en definitiva defienden es la jerarquía del orden social de siempre. Los intereses de mando de las familias presidenciales y las castas próximas, es decir, literalmente, de los descendientes biológicos de los encomenderos. Los colombianos no condenan ese orden sino que sueñan con ascender algún peldaño dentro de él y odian a los traficantes de cocaína, mucho más que a los secuestradores, porque lo amenazan tanto como si hubiera demócratas o clases productivas en ascenso.
Por eso la labor de "paz", que no es más que cobro del crimen y engaño para permitirlo, no encuentra rechazo: ¿qué importan la libertad y la justicia si creer en ellas significaría distinguirse de los intelectuales y personas prestantes que cada uno sueña con ser? Es imposible que los colombianos entiendan que cada pacifista de los que creen que se deben negociar las leyes con los asesinos es otro asesino. Lo que odian no es el crimen ni la tiranía, sino a los pobres alebrestados que se enriquecen y consiguen los lujos que la mayoría sólo ve en la televisión.
Bueno: una foto de los miembros del Secretariado de las FARC que están en La Habana deja ver a cierta clase media con más atributos culturales que la mayoría de los colombianos. ¿Se ven como monstruos genocidas o enemigos de la humanidad? ¿Cómo se van a ver como tales si los colombianos quieren rebajarlos a traficantes de drogas y le quitan importancia a su militancia comunista y a sus asesinatos? Bah, "le quitan importancia". La mayoría respetan esas cosas y millones las comparten.
Y es que los terroristas expresan al país: lo que en definitiva defienden es la jerarquía del orden social de siempre. Los intereses de mando de las familias presidenciales y las castas próximas, es decir, literalmente, de los descendientes biológicos de los encomenderos. Los colombianos no condenan ese orden sino que sueñan con ascender algún peldaño dentro de él y odian a los traficantes de cocaína, mucho más que a los secuestradores, porque lo amenazan tanto como si hubiera demócratas o clases productivas en ascenso.
Por eso la labor de "paz", que no es más que cobro del crimen y engaño para permitirlo, no encuentra rechazo: ¿qué importan la libertad y la justicia si creer en ellas significaría distinguirse de los intelectuales y personas prestantes que cada uno sueña con ser? Es imposible que los colombianos entiendan que cada pacifista de los que creen que se deben negociar las leyes con los asesinos es otro asesino. Lo que odian no es el crimen ni la tiranía, sino a los pobres alebrestados que se enriquecen y consiguen los lujos que la mayoría sólo ve en la televisión.
Bueno: una foto de los miembros del Secretariado de las FARC que están en La Habana deja ver a cierta clase media con más atributos culturales que la mayoría de los colombianos. ¿Se ven como monstruos genocidas o enemigos de la humanidad? ¿Cómo se van a ver como tales si los colombianos quieren rebajarlos a traficantes de drogas y le quitan importancia a su militancia comunista y a sus asesinatos? Bah, "le quitan importancia". La mayoría respetan esas cosas y millones las comparten.
16 comentarios:
El cinismo de las farc no tiene límites; es tan similar al cinismo de aquellos desadaptados que marchan y marcan su camisa con la palabra impunidad.
Estoy de acuerdo con lo que dice al final el señor del bigote: si alguien acepta una versión que justifique las desapariciones, usted está totalmente de acuerdo con los 'desaparecedores'.
¿Por qué ese mismo razonamiento no se aplica a los asesinos de las FARC?
Es crimen negociar las instituciones con aseinos, pero no lo es menos justificarlos. Colombia es un muladar en el que Roy Barreras y Armando benedetti son senadores.
Me causa curiosidad saber que piensa usted acerca del delito político, no en su versión específica de "narcotráfico", "sedición" sino delito político a secas.¿Es para usted un delito diferente? o es simplemente un delito más.
Y en esta línea también me causa curiosidad saber que piensa acerca de la "Independencia" y de la Revolución Francesa. ¿Fueron delitos? ¿políticos? Si lo fueron ¿como se justifican? Y si no lo fueron, ¿que fueron?
Anónimo 5.48 PM: formidable el paralelismo, los que a usted no le gustan son "desadaptados" y por tanto comparables a los genocidas que mandan niños bomba. De verdad que la estructura moral de una criatura como usted es la misma de cualquier genocida de esa banda.
Anónimo 8.16 PM: Desgraciadamente hay en Colombia demasiadas personas que justifican las ejecuciones extrajudiciales, personas que en realidad están más cerca de los amigos de los terroristas de lo que les gustaría admitir. Esos crímenes los cometen personas concretas que deben pagar por ellos, no legitiman a los terroristas.
Anónimo 11.22 PM. Usted parece discípulo de Carlos Gaviria, un contrahecho moral de los que abundan en Colombia.
La expresión "delito político" se usa en el derecho internacional para referirse a las actuaciones de personas que son perseguidas por sus ideas o por promover cambios en regímenes que no toleran la oposición. En las democracias no es delito tener ideas comunistas ni de ninguna clase (aunque en Europa sí se castiga la difusión del nazismo, y algún día se considerará de la miama categoría el comunismo). Luego, en una democracia no existen "delitos políticos" porque todas las demás actuaciones son otros delitos.
En la legislación colombiana existe el "delito político" para dejar impunes a los determinadores de crímenes e insurrecciones cometidos para tomar el poder: según el rango social se quedaba y se queda impune. La falacia es en últimas monstruosa y daría risa en cualquier país plenamente humanizado: el que intenta implantar la esclavitud cree que eso es lo bueno para los demás y por tanto tiene un fin altruista, luego, su delito es menos grave. Obviamente no existe nada así en ningún país: es un rasgo de barbarie profunda y de deformidad moral de unas castas de canallas sin escrúpulos.
La Revolución francesa fue una orgía de crímenes que acabó con la Ilustración y con el esplendor y poderío de Francia. Le abrió el camino al precursor de Hitler y condujo a un debilitamiento tan grande que en 1871 bastó Prusia para vencer al otrora imperio casi hegemónico en Europa. La independencia de las colonias americanas de España tampoco corresponde a otro interés que al de las castas que controlaban el territorio y fue un retroceso en muchos aspectos. No es raro que muchos grupos de indios hicieran la guerra con los españoles, pues en la metrópoli tenían alguna garantía respecto de los abusos de sus opresores inmediatos.
El terrorismo comunista es un mecanismo de opresión mediante el cual se mantiene el viejo orden: el que todos los "juristas" del país legitimen esa monstruosidad moral del "delito político" invocando el derecho de las comunidades oprimidas a levantarse (es decir, los despojadores y opresores invocan el derecho a matarlos) deja ver cuál es la naturaleza de ese orden y de esos "insurgentes": pura resistencia de unos bárbaros a la civilización y el orden democráticos. Pura defensa de privilegios esclavistas (como los sueldos y pensiones de los revolucionarios profesionales que "enseñan" en las universidades).
Jejeje. Tal vez crea usted que ya que todos los comentarios aparecen como "anónimo" fueron ellos hechos por la misma persona y he recibido, como consecuencia, la impaciencia acumulada de quien sabe cuales otros comentarios hechos por "anónimo" y que no son de mí autoría, o quizás su impaciencia la generó genuinamente mí pregunta. En cualquier caso, no se moleste en insultarme, estoy lejos de ser discípulo de Carlos Gaviria. La pregunta se la hice con doble intención, con la esperanza de que llegara usted precisamente al punto al que llegó: Condena categórica de la Revolución Francesa y de la Independencia.
Si la Revolución Francesa fue el comienzo de la modernidad política y sí la modernidad política gira sobre el eje de los "derechos humanos" -que a usted tanto le gustan (he tenido el placer de leer sus otros blogs) en contra de las críticas de aquellos a quienes usted coincide con todos los "demócratas" en llamar "ultra montanos" o "reaccionarios"-; y si la Independencia es el vehículo que introduce en américa -en gracia de discusión, y anticipándome a su respuesta digamos que formalmente-, los conceptos de la modernidad política:
1. ¿No es tal vez incoherente de su parte condenar a la Revolución francesa y a la Independencia?
2.¿No será tal vez que usted, como dijo alguna vez un ilustre político asturiano "ultramontano": "Erige tronos a las causas y cadalsos para las consecuencias"?
Yo no condeno la independencia, sólo pongo en duda sus bendiciones. La
Revolución fue muchas cosas a la vez, pero mal quedarían unos asesinos implantando los derechos humanos. Éstos tenían ya una larga trayectoria en el mundo anglosajón. Entre otras cosas que fue la Revolución, era el anhelo de copiar a la nueva república norteamericana. La Independencia no introduce los derechos humanos en Hispanoamérica, sólo en algunos casos explota el asunto.
Los ultramontanos, por inteligentes que sean, sólo expresan el retraso cultural de Colombia respecto al mundo moderno. En ningún país de alto nivel cultural hay tendencias significativas de rechazo a los derechos humanos. Sólo en facciones criminales, y aun así esa hostilidad es puntual.
Venga hombre! eso ya no es honesto intelectualmente.
¿Qué usted no condena la independencia?
Cito sus palabras textuales
"La independencia de las colonias americanas de España tampoco corresponde a otro interés que al de las castas que controlaban el territorio y fue un retroceso en muchos aspectos. No es raro que muchos grupos de indios hicieran la guerra con los españoles, pues en la metrópoli tenían alguna garantía respecto de los abusos de sus opresores inmediatos."
La enumeración de los derechos del hombre nace en Francia, y si por recorrido en el mundo anglosajón se refiere usted al contenido de la carta de Virginia, acepto que puede tomarse como un antecedente, pero el concepto nace en Francia con la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano. Es un hecho histórico que nadie niega.
Tampoco nadie niega lo dicho por usted la Revolución fue una orgía de sangre.
¿Acaso no es lícito entonces, por lo menos como hipótesis de trabajo proponer que existe un lazo entre el cambio de mentalidad que entrañó esa declaración y ese desenlace sangriento? Eso es lo que han hecho los críticos de la modernidad a los que usted llama ulramontoanos y reaccionarios
Con respecto a la línea d pensamiento que usted como un comunista o liberal colombiano del partido liberal, -que pertenecen a la misma familia- llama ultramontanismo y dice que no existe en países altamente civilizados, se me ocurre mencionar algunos nombres de intelectuales ilustres que ninguna persona honesta se atrevería a insinuar que su pensamiento es algo diferente a la máxima expresión de refinamiento y mucho menos a la vulgaridad de insinuar que es pensamiento criminal: Edmund Burke, Erik Ritter Von Kuhenhelt Leddin, Friedrich Wilhelmsen, Thomas Molnar, Michel Villey, Eric Voegelin, Danillo Castellano. Y hay muchos otros.
Al respecto puede resultarle interesante:
http://www.amazon.es/Racionalismo-derechos-anti-filosofia-politico-juridica-modernidad/dp/8497681169
De esos que me cita sólo conozco a Burke, que es de hace 200 años, y yo me refería a corrientes políticas. Aun, ¿Burke ponía en duda los derechos humanos? Me muestro dispuesto a leer a algún autor reconocido posterior a 1945 que lo haga.
En un libro que leí, "Los derechos humanos", de Miguel Artola, se plantea el comienzo de los derechos humanos en el derecho a portar armas de los disidentes religiosos en la América británica. ¿Se habrían opuesto a ellos los intelectuales ilustrados? Lo dudo mucho.
Respecto a la independencia, la inferencia que según usted habría que hacer es que el régimen anterior era preferible, cosa que yo no digo en ningún momento.
El régimen revolucionario violó los derechos humanos por mucho que proclamara defenderlos. ¿Cómo se puede a la vez acusar a alguien de violar los derechos humanos y proclamar que uno no los acepta?
Vamos por partes
"Tendencias" fue la palabra que usted empleó. Pero no tengo problema en aceptar el cambio por "corrientes" que prefiere usted emplear ahora. Me parece que describe con más precisión el gran caudal de pensamiento político que existe al respecto.
Burke en efecto escribió hace 200 años, pero todavía no se agota la lectura de Burke. Como muchos de su época escribió más para la nuestra que para la suya propia. Las consecuencias que vislumbró de la aplicación del credo racionalista apenas vinieron a hacerse claras en el siglo XX.
Con relación al libro que menciona no he tenido el gusto de leerlo pero de la manera como usted cita la referencia no se puede decir nada diferente a que el propuesto origen anglosajón del concepto de derechos humanos no es más que una inferencia del autor, una opinión.
En cuanto a que el régimen anterior a la independencia fuera mejor, es evidente que para quienes cometieron el delito de traición a la patria y se alzaron contra la corona, no lo era. Las protecciones de la corona contra la esclavitud y explotación de los menos favorecidos eran más que retórica y declaración es de papel, protecciones efectiva. Hay que diferenciar las acciones de los encomenderos de la política de la corona, profundamente cristiana la cual, a pesar de la distancia y de todas las tribulaciones y dificultades que la distancia y la integración cultural de la variedad de etnias logró morigerar el salvajismo de los sometidos y frenar la barbarie de sus subordinados y la de las potencias apóstatas por cuatro siglos!
Pero claro que los independentistas violaron los "derechos humanos" porque los derechos humanos para ellos ya no eran protecciones concretas sino declaraciones de papel, como lo fueron para los Revolucionarios franceses.
El hecho de que en el mundo civilizado se respeten los "derechos humanos" a sí sean ellos en apariencia, los mismos derechos de papel que se mencionan ad nauseam en estas latitudes no se debe a esas declaraciones de papel sino al hecho de que a pesar de ellas, el mundo civilizado vivió mucho más siglos bajo el influjo de una cultura profundamente cristiana no racionalista que marcó su comportamiento ético; y sus gentes conservan esa cultura a pesar de que el estado sea apóstata. Acá el estado es apóstata y la gente es tan salvaje como el estado al que nutre.
Yo comparto en general sus planteamientos y su lectura histórica, pero en cuanto tiene que ver al juicio positivo que hace usted de los "derechos humanos" pienso que a consecuencias alabables atribuye usted causas equivocadas.
PS: No deja de parecerme curioso que le ponga usted fecha de caducidad al pensamiento que cuestiona las bases del suyo sin reflexionar en que el suyo propio es aún más caduco, y no uso el término para describir el valor moral del mismo aunque bien le cabe, sino para describir su edad cronológica.
Ideas "ultramontanas" en la Francia de hoy son más bien montano-próximas...
http://www.bvoltaire.fr/charlesrobin/le-liberalisme-ennemi-de-la-liberte,145046
Perdón por no contestar, ando en muchas cosas a la vez.
No sé si Burke escribió en contra de los derechos humanos, lo cierto es que de ahí al credo racionalista hay un trecho: el país en el que han regido en su plenitud por más tiempo es un país muy religioso.
Ni conozco ni me interesa mucho el tema de la historia europea, pero ciertamente las primeras revueltas contra el absolutismo son británicas, con Oliver Cromwell ya en el siglo XVII. Los colonos de Nueva Inglaterra eran de hecho disidentes que aspiraban a la autonomía y lógicamente a tener derechos.
Bueno, se dice que la relativa protección a los aborígenes acabó con la caída de la Casa de Austria a comienzos del siglo XVIII. El caso es que ese régimen fue el mismo que llenó a América de esclavos negros. La benevolencia presuponía instituciones monstruosas como ese tráfico (que sólo abolieron los liberales británicos a principios del siglo XIX).
Las garantías concretas de la sociedad anterior a la Ilustración y el liberalismo no excluían las hogueras con seres humanos ni las doncellas de hierro en que se metía a los apóstatas para corregirlos.
Efectivamente el relativo orden y bienestar de Europa tiene que ver con el cristianismo y con el arraigo de la población durante milenios, pero es que el cristianismo es sobre todo una síntesis de la cultura de la Antigüedad que dado su universalismo fue asimilable por otros pueblos y los forzó a romper con sus creencias primitivas: así pudieron acceder a la gran tradición precristiana y hacerla suya, que fue lo que ocurrió en toda Europa en el Renacimiento.
La cuestión es que Colombia debe adaptarse al orden que rige en las sociedades avanzadas, y el reclamo por la vigencia de los derechos humanos, evidente en los atropellos judiciales (la CPI o el Tribunal de La Haya podrían conocer los juicios a militares, así como el genocidio cometido por el Partido Comunista) es un campo en el que los que nos oponemos a la tiranía comunista tendremos mucho que hacer. Es decir, más allá de la discusión filosófica sobre el tema, hay un ámbito jurídico en el que hay mucho por ganar.
La caducidad del antiliberalismo se puede resumir así: no hay ningún parlamentario en la UE, en EE UU o en las democracias de Extremo Oriente que cuestione los derechos humanos.
Gracias por la discusión.
Las afirmanciones filosóficas son siempre el fundamento del orden (sea él el que sea). De lo que se diga en ese campo dependerá lo que se considere como juridicidad.
Yo dudo mucho que la afirmación de la defensa de los derechos humanos contribuya a resistir la tiranía comunista. Por el contrario, creo que la tiranía comunista, por paradójico que parezca es consecuencia de la afirmación en el campo teórico de los derechos humanos y por eso considero importante y miro con buenos ojos los cuestionamientos que a ellos se hagan.
Le comparto un artículo que me compartieron ayer precismente y recoge el pensamiento más actualizado en ese sentido.
NEGRO Dalmacio. "En torno a la mitología de los derechos humanos"
Lo encuentra en el siguiente vínculo:
www.fundacionspeiro.org/pdf/actas/RACC2011.pdf
No será que la categorización del "delito político" a la colombiana, no es expresión de depravación moral -entendida desde la perspectiva jurídica relacional- sino una interpretación de vanguardia desde los derechos humanos que convierte siguiendo la lógica racionalista-subjetivista, convierte en derechos lo que antes no eran más que delitos: sedición, rebelión, narcotráfico?
Ese son el tipo de preguntas que nos debemos plantear. No vaya a ser que intentemos apagar el fuego con gasolina!
Atento saludo!
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